30 dic 2013

Editorial

Estimados lectores,

            En esta última edición del 2013 queremos hacer una exhortación a la concordancia, la unidad, la concertación y la convivencia pacífica y civilizada que debe caracterizar a los peruanos y, por lo tanto, a su denominada clase política sobre la que recae la responsabilidad de conducir los destinos nacionales.

El año que concluye ha estado marcado por reiterados sucesos políticos, económicos y sociales que han ocupado titulares y pusieron en agenda temas no necesariamente trascendentes e importantes en la vida de nuestro pueblo. Muchas veces, aspectos coyunturales, circunstanciales y efímeros concluyen teniendo mayor protagonismo que los verdaderos asuntos de interés nacional que, lejos de merecer la atención ciudadana, son opacados por el apremio diario.  

Desde esta modesta tribuna, como lo hemos reiterado en diversos editoriales, consideramos que la cultura del diálogo y el entendimiento entre todos los peruanos –empezando por nuestra deteriorada y desacreditada clase política- es una de las herramientas centrales que nos facilitará progresar como nación y encontrar puntos de coincidencia que nos unan y hermanen y, consecuentemente, vinculen la solución de nuestras aspiraciones colectivas.

Requerimos empezar a discutir en todos los niveles de la sociedad peruana para forjar un país en donde la discrepancia y el desencuentro no sean sinónimo de confrontación, enemistad y rechazo. Pero, ello demanda una madurez personal y colectiva a la que, probablemente, no hemos arribada todavía. Además, también sugiere una capacidad de aceptar al prójimo con sus diferencias, individualidades y características. Estamos, al parecer, distantes de comenzar a reconocernos con las diferencias y pluralidades –en todos los campos de la actividad humana- que hacen del Perú una suma única, rica y extraordinaria de naciones.

Debemos asumir que somos un país invertebrado, poco solidario, lleno de indiferencias, colmado de apatías, caracterizado por individualidades, abarrotado de egoísmos y mezquindades, en los ámbitos personales y colectivos, que no nos dejan avanzar como estado. Estamos detenidos en mezquinos intereses privados. El Perú, al parecer, sólo avanza cuando el peruano duerme.

Anhelamos que el año venidero sea fecundo en éxitos, realizaciones, logros, parabienes y que logremos poner nuestras mayores energías y compromisos -en el afán personal y comunitario-  para forjar una comunidad solidaria en ideales, anhelos y aspiraciones que nos integren a todos los peruanos.

  Arturo Loli Caballero
                                                                                              Secretario General
Comité  Ejecutivo Distrital de San Borja
Partido Aprista Peruano

Debate trastocado: De refinería Talara a Petroperú

César Gutiérrez Peña (*)


Queda clara la intencionalidad del ministro de Economía y Finanzas Miguel Castilla, en la reciente ley aprobada en el Congreso de la República sobre la modernización de la refinería Talara de propiedad de Petroperú. No era el proyecto modernizador el tema de fondo sino la venta de acciones, el relevo masivo de personal y nuevas reglas para la gestión de la petrolera estatal.


En la mencionada ley, respecto a la norteña refinería, solo se tiene la formalidad que autoriza al Ministerio de Economía otorgar garantía soberana hasta por mil millones de dólares, para respaldar el endeudamiento, para lo cual no se requería acudir hasta el Poder Legislativo. De allí hacia delante lo trascendente son tres cosas: la reorganización de la empresa en el plazo de nueve meses, la venta del 49 por ciento de las acciones y la restricción en la ejecución de inversiones.
La necesidad de una reforma en la empresa para que se tomen decisiones de carácter económico y estratégico con racionalidad económica y celeridad es innegable; lo que no se consigue con la venta de acciones hasta por el 49 por ciento, de las cuales 5 por ciento corresponderán a accionariado difundido y hasta 44 por ciento por cuenta de empresas; salvo que se modifiquen los estatutos de manera tal que las minorías puedan tener el control de la gestión.

Si mediante el reglamento de la ley se pretende hacer esto, se va a producir un enfrentamiento en el terreno político no parlamentario, donde el Poder Ejecutivo no tiene ningún manejo, que va a deteriorar más aún al debilitado “humalismo” que hoy solo tiene 25 por ciento de aprobación.

Hay una salida donde una corporación sin tener el control puede apostar por el 44 por ciento de las acciones, esa es la intervención de una empresa estatal, que teniendo amplio capital y deseando un posicionamiento estratégico desde el punto de vista de presencia regional y de relaciones bilaterales entre países pueden hacer una apuesta. Esto se llama China National Petroleum Company (CNPC), que hoy tiene una presencia predominante en el mercado peruano de hidrocarburos, después de haber adquirido los negocios que tenía la brasileña Petrobras en nuestro país.

Lo descrito es la situación real, ganó Castilla en su afán de deshacerse de mala manera del manejo estatal por peruanos de su petrolera.


(*)   Ingeniero mecánico con estudios en Finanzas, consultor en servicios públicos, asesor de empresas, docente universitario, y ex presidente del directorio de Essalud y Petroperú. 

Universidades: El triángulo del conocimiento

María del Pilar Tello (*)


Necesitamos  mejorar nuestro capital humano y tecnológico lo que no se logra sin una educación superior de calidad. Por ello a nadie puede extrañar que la Ley Universitaria  esté en el centro del debate político y que haya originado el rechazo de docentes y estudiantes. Aprobada ya en la Comisión de Educación, que preside Daniel Mora, ahora ingresará al pleno congresal.


La propuesta se está imponiendo al caballazo, ignorando la autonomía universitaria. Se propone una Superintendencia Nacional de la Universidad Peruana para reemplazar a la actual Asamblea Nacional de Rectores y al Consejo Nacional de Autorización y Funcionamiento de Universidades (Conafu) pero ello concentra todos los temores en tanto estará adscrita al ministerio de Educación. Tendrá funciones normativas, reguladoras y de fiscalización de los recursos de las universidades lo que significa dejar su suerte en manos del Ejecutivo y de sus designios políticos, liquidando toda autonomía. Esa nueva entidad super poderosa autorizaría la creación y funcionamiento de universidades públicas y privadas.

Según la ANR tenemos 133 universidades de las cuales 50 estatales, con más de 309,000 alumnos, y 82 particulares, con una población de más de 474,000 estudiantes. Todos verían modificado su régimen de estudio. A comenzar por la acreditación que también quedará en manos de la superintendencia que podrá cerrar la universidad o la facultad considerada sin la calidad requerida. Además se anularía el bachillerato automático y la forma de alcanzar la licenciatura, haciendo obligatorio el idioma extranjero o una lengua nativa.

Un punto de fricción efectiva es la elección de las autoridades - rectores, vicerrectores y decanos- a cargo de los docentes, estudiantes y graduados mediante “voto universal”, por cinco años. Se habla de procesos electorales con segunda vuelta lo que mantendría en vilo a las instituciones, politizadas al máximo, dando espacio al clientelismo, populismo y demás prédicas políticas permanentes propias de las campañas.

Alan García ha resumido posiciones señalando que el proyecto es una “amenaza a la libertad de pensamiento y un grave retroceso”. No le falta razón desde que la superintendencia sería manejada políticamente. Y si bien la actual autonomía no garantiza la calidad educativa si evita las interferencias que históricamente han sido groseras en el país.

El debate es positivo, la imposición absolutamente negativa. Falta el diálogo sereno que contemple otras propuestas renovadoras. Es cierto que debemos cambiar la situación de la universidad pública, pauperizada, para estudiantes de menores recursos y también las instituciones privadas, como muy rentable negocio para formar una supuesta élite con mejor educación, pero démonos tiempo como sociedad para debatir.

El Congreso de la República no puede aprobar un proyecto de ley que solo agravará el conflicto sin lograr que el sistema universitario mejore para formar el capital humano que necesitamos sin discriminaciones sociales ni económicas. La educación, la investigación y la innovación son los vértices del llamado “triángulo del conocimiento”, base para un crecimiento inteligente. Por esa asociación conceptual debemos comenzar.


(*)   Periodista, analista política, escritora, docente universitaria, integrante del Comité Técnico de Alto Nivel del Acuerdo Nacional y ex presidenta del directorio de Editora Perú.

Nacionalicemos veredicto de La Haya

Herbert Mujica Rojas (*)



El 27 de enero del 2014, a pocos minutos de haberse leído en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el veredicto sobre el contencioso marítimo a que llevó Perú a Chile, desde el gobierno, los municipios, las universidades, las fuerzas armadas, los gobiernos regionales, las instituciones públicas y privadas, en castellano, quechua, aimara y todas las lenguas vernáculas en costa, sierra y montaña, debiera hacerse público y difundir urbi et orbi la versión textual de dicho fallo. ¡No hay mejor compromiso que nacionalizar, stricto sensu, el documento internacional de cumplimiento obligatorio para las partes.


El anhelado hallo ya lo tendremos. Entonces es un giro potente hacerlo en letra y espíritu de su contenido, patrimonio de todos los peruanos. Más aún, los canales públicos y del estado, las radioemisoras, todas sin excepción, a lo largo y ancho de la patria, las versiones nacionales y locales de los diarios en blanco y negro, tienen el cometido fundamental de hacer conocer qué dictaminó la CIJ en La Haya. No hay pretexto, en tiempos como los actuales, para que el ciudadano común no tome conocimiento y haga suyo, sea cual fuere, la importante decisión de esa corte. Y el anuncio debe repetirse varias veces durante el día.

¿Bastaría aquello como prueba y testimonio de buena fe y de apego al derecho internacional por parte de Perú? ¡De ninguna manera! A Chile compete asumir una postura idéntica, sin regateos ni pretextos, alegatos o excusas. Cuando la Corte de La Haya expida su pronunciamiento, ipso facto, se convertirá en ley tanto en Perú como en Chile y de cumplimiento y ejecución inmediata.

Más aún, caminando al horizonte de los próximos 100 años, Perú debe plantear al pueblo y gobierno chilenos la complementariedad como política de estado y ésta no significa abrir las puertas de par en par sino, por el contrario, cernir con afinado sentido geopolítico en qué podemos coordinar fortalezas de índole multidisciplinaria y de qué forma pulverizamos las debilidades.

Nuestra nación posee agua y gas herramientas indispensables en cualquier negociación con apego estricto a la soberanía nacional y popular. Esta complementariedad no excluye, por el contrario las invoca explícitamente, las disculpas históricas por los abusos del pasado cuya sinceridad requiere ser fehaciente pero antes que nada el acatamiento y ejecución inmediata de lo que diga la sentencia de La Haya.

Estando en igualdad ante la ley internacional, será palmario que la probanza de integridad de los estados peruano y chileno, será exhibida ante los ojos del mundo y quien pretexte o dilate, cargará sobre sí la pesada condena de insinceridad que yugula o aniquila cualquier esfuerzo al alimón. La ineludible premisa la constituye la ejecución del mandato de la corte internacional.

Ese mismo día 27, en plazas, foros, asambleas de todos los distritos y provincias del país, debe flamear la bandera rojiblanca y escucharse el mensaje a la nación que pronunciará el presidente Humala que, tal como ha anticipado en múltiples oportunidades, subrayará que Perú se compromete al acatamiento y ejecución inmediata del fallo y que la aspiración peruana y del mundo entero es que Chile haga lo mismo y en idéntico tiempo.

Procuremos una mirada de serena y vigilante expectativa y, además, veamos escrupulosamente cómo se comporta cada estado, aquí tenemos la garantía pública que no nos moveremos un milímetro del respeto absoluto a las leyes internacionales y más aún si son expedidas por la Corte de Justicia de La Haya. Exigir a Chile una conducta similar no es más que parte de una enorme responsabilidad conjunta.

Por tanto, sabedores los peruanos de todas las sangres, de qué acontece en el frente externo y señaladamente en el capítulo de la difícil vecindad con Chile, nuestros compatricios estarán en zafarrancho de combate para asumir los retos del futuro en la lucha contra la corrupción y por la forja de un Perú libre, justo y culto y en términos de una inconfundible vocación por la unidad económica y política de América Latina.

Perú tiene que darse su propia respuesta, espectacular, unitiva, grandilocuente, inclusiva y es hora de estar a la altura de las circunstancias, las que fueren, para borrar de la psicología nacional lo negativo que perdura desde 1879. Tomando la iniciativa, mostrando la idoneidad peruana, huérfana de añagazas o zancadillas, daremos testimonio de un horizonte que acaso sea la alameda a la gran reconstrucción que asegure a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, una tierra de paz, edificadora de su mañana, adalid de su porvenir.


(*)   Con estudios en Antropología. Ha sido asesor del ministerio de Relaciones Exteriores. Editor en Perú de la Red Voltaire, colaborador y columnista de diversos medios nacionales, escritor y estudioso de la realidad peruana.

Grandezas de Don Ramiro

Augusto Dammert León (*)


Al cumplirse el 6 de enero un aniversario más del natalicio del histórico y querido líder aprista Ramiro Prialé Prialé -un político decente, honrado, austero y consecuente que luchó por los ideales de justicia social- nos complace publicar el emotivo y documentado artículo de Augusto Dammert León (1918 – 2005), -fundador del Partido Popular Cristiano- aparecido en el diario El Pueblo (Arequipa) el 26 de octubre de 1988.  Esta nota fue obsequiada al editor de Visión San Borja con la siguiente dedicatoria: “Para Wilfredo Pérez Ruiz, joven ciudadano de hoy, comprometido en afanes cívicos y en la conservación de la naturaleza. Que Prialé y Raimondi sean sus ejemplos”.
(Arturo Loli Caballero)


Fue maestro por vocación, por la sangre y por la tradición, porqué fue hijo y sobrino de maestros. Su cortesía era proverbial. Sus clases, lo recuerdan numerosos alumnos, era una siembra de señores a granel, porque se dirigía a cada joven anteponiendo el título al apellido.
Los jóvenes discípulos del profesor Prialé aprendían al tiempo el castellano y la educación cívica, que enseñaba como curso que practicaba personalmente. Como buen huanca, como buen maestro, como ciudadano, sabía el significado de urbanidad, compañía y hermandad, en que nuestros lejanos antepasados instruían a los hombres.

La vida limeña de Prialé transcurrió éntrela modesta vivienda de la calle Sandía, dentro de los muros de la antigua penitenciaria y la sencilla casa de Mariscal Luzuriaga de Jesús María. Aparte de sus años de profesor, en el Antonio Raimondi o de representante del pueblo en el parlamento, entremezclados con el exilio afrentoso.

La pericia profesional de un grupo de médicos encabezados por el afamado oculista Jorge Valdeavellano, permitió la recuperación de Don Ramiro luego de un grave accidente automovilístico que puso en peligro su vida. La Providencia  había intervenido convenientemente. Prialé tenía que seguir trabajando al servicio del Perú y de sus gentes, silenciosa y eficazmente. Debía cumplir su magisterio con la misma discreción, con la misma sencillez que ponía en todos sus actos.

Su infancia, su juventud, su herencia familiar, acentuaron la innata dedicación de Ramiro Prialé por la concertación, por la concordia y la convivencia. Como hombre, como maestro, como político, ha dejado constancia de su vivencia en la densidad de sus horas, repartiendo generosamente los dones con los que fue favorecido, que recibiera como regalo de los reyes en el día de su nacimiento en la tierra de los huancas.
Por eso, su admiración al fundador de la república, reiterada el 28 de julio de 1987 en el Palacio Legislativo, al rendir homenaje a José Faustino Sánchez Carrión, maestro de civismo, como presidente del Congreso de la República; por eso, su mensaje al futuro se refiere a la tarea educativa; lograr que las energías y las rebeldías juveniles se encaminen  hacia objetivos generosos y constructivos. Porque Ramiro ha sido un hombre bueno, cuyas virtudes principales fueron la paciencia y la tolerancia que lo hicieron un Marín de Porras de la civilidad. Practicó en todo momento una política desusada, la de los encuentros, las conversaciones, el diálogo, la negociación, para ejemplo de propios y extraños y todavía no se aprende sus enseñanzas como maestro de conciliación.

Ramiro Prialé se autodenominó maestro de escuela. Ha sido maestro de muchos peruanos, supo dar lecciones de amistad y de civismo, su ideal era tener menos limitaciones para ser más útil a la patria, que tenía aversión al odio y a la deslealtad, que tenía conciencia de la gran responsabilidad histórica que asumía el Perú el 28 de julio de 1985, al enfrentar el atolladero tenebroso en que se encontraba el país.

Muchas cosas dicen y se escriben ante la partida de Don Ramiro, todavía faltan otras. La presencia del pueblo peruano en su despedida ha sido elocuente. Ramiro Prialé Prialé era un gran señor, un gran maestro, un gran amigo. Fue un ciudadano  cabal. Apreciaba y respetaba los valores humanos.


(*)   Diplomático, embajador del Perú en Jamaica y Nicaragua, secretario del Consejo Católico para la Cultura de la Conferencia Episcopal Peruana, dos veces alcalde de San Isidro y presidente ejecutivo de la Asociación Pro-Defensa de la Naturaleza (Prodena).  



Ramiro Prialé, figura emblemática y ejemplar de la política peruana.


De la Declaración Universal de los Derechos Humanos a la democracia marroquí

Juan Álvarez Vita (*)


Visión San Borja se complace en dar la bienvenida, a partir de esta edición, a las
permanentes colaboraciones de tan distinguido intelectual, miembro del Servicio Diplomático,
tenaz defensor de los asuntos ambientales y, especialmente, entrañable amigo con el que comparto comunes ideales sociales. Sus lúcidos aportes serán de invalorable orientación
para nuestros lectores. (El editor)


El 10 de diciembre de 1948 la ONU proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, uno de los documentos más trascendentales para la humanidad pues reconoce que esos derechos se basan en la dignidad que poseemos todos los seres humanos.  Sin embargo, la historia nos enseña  que no es fácil establecer entre los hombres  una relación fluida y fraterna. Más bien hay  grandes diferencias derivadas de tradiciones y circunstancias históricas, culturales, sociales, económicas  y religiosas, que crean diversidades de variada  intensidad conflictiva que afectan el goce de los derechos humanos.
Así, en los últimos tiempos los medios de difusión destacan la llamada primavera árabe como expresión de una lucha violenta a través de la cual se pretende la conquista de la democracia. Poco o nada se dice sobre la evolución pacífica que, desde 1999 se viene dando,   en el campo de los derechos humanos, en Marruecos, país integrante del mundo árabe islámico.
Este proceso,  que  no ha sido fácil debido a la oposición de algunos sectores musulmanes  conservadores, parte de una puesta al día de interpretaciones del Corán y de la tradición más antigua del islam (hadith), que se ha traducido en el Código de Familia y en  la iniciativa del rey de elaborar una nueva Constitución que en 2011 fue  aprobada en referéndum  por más del 97 por ciento de participantes y que  recoge los derechos reconocidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, y los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y el de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,  establece la irreversibilidad de los avances logrados y reconoce, a nivel constitucional, la primacía del derecho internacional sobre el derecho interno, lo que ha facilitado retirar las reservas a los tratados de derechos humanos.
Como consecuencia de este proceso, durante las dos últimas décadas, se aprecia el reforzamiento de las instituciones democráticas en el marco de un desarrollo positivo y constante de la observancia y promoción de los derechos humanos en Marruecos en el que confluyen los esfuerzos del rey, de los clérigos islámicos y del pueblo que abrumadoramente respalda esta necesaria puesta al día de antiguas tradiciones.
El Código de Familia y la actual Constitución de Marruecos son los más avanzados del mundo árabe en materia de derechos humanos y podrían servir de inspiración para otros Estados  de la región pues ha quedado demostrado que las dificultades que en algunos países islámicos  presenta la aplicación con efectos civiles de la sharía o ley religiosa,  no son insalvables. Corresponderá a esos países, a través de una cuidadosa exégesis e investigación histórica –como lo ha hecho Marruecos- encontrar las vías adecuadas de solución para cada caso particular, pues el mismo Corán contiene las fuentes de  tolerancia y buena voluntad, imprescindibles para la vigencia de los derechos humanos.
Si consideramos que los libros sagrados de otras religiones también comparten la idea de fraternidad entre los hombres  -más allá de sus creencias o no creencias- que recoge la Declaración Universal de Derechos Humanos, tenemos el derrotero hacia la paz y democracia que todos anhelamos.



(*) Embajador, jurista, ex vicepresidente e integrante del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, escritor, investigador y docente universitario de la Universidad de Lima y de la Academia Diplomática del Perú.

¿Podrá Maduro encender la luz?

Wilfredo Franco (*)


Venezuela es hoy un amasijo de país, una economía maltrecha y arruinada, una infraestructura obsoleta y dañada, servicios públicos deplorables y dos tercios de la población insatisfechos, con un gobierno atiborrado de dólares por una década. ¡Qué mala administración hemos tenido estos 15 años!


Una buena administración hubiera impulsado la multiplicación de cada dólar ingresado por cinco o diez, utilizando y magnificando la capacidad de trabajo de la maquinaria productiva. ¡Y hoy seriamos el mejor país de América Latina! Sin desempleo, sin escasez, sin inflación y con la moneda más fuerte del mundo. Estaríamos exportando más petróleo, más hierro y acero, más aluminio y muchísimo más productos industriales y hasta alimentos al resto del mundo. ¡En lugar de una Polar o una Agroisleña debíamos tener 10! Este gobierno tiró por la borda la oportunidad, imponiendo a trocha y mocha el sistema cubano como estrategia para eternizarse en el poder, usando como pretexto ayudar a los pobres.

A la final, luego de tres periodos presidenciales de cinco años, que en la mayoría de los países son solo cuatro pero aquí se llevaron a seis, y haber despilfarrado ingresos petroleros fabulosos y haber endeudado al país como nunca se hubiera siquiera pensado, los resultados están a la vista: la fuga de profesionales y jóvenes competentes, la ruina de las empresas públicas y privadas y la devaluación más feroz en toda América; y la inflación, la delincuencia y la escasez, a la par de la corrupción, nos colocan entre los países peor gobernados del planeta.

En estas navidades es necesario hacer un llamado a la reflexión a quienes han heredado el poder ya secuestrado por el extinto durante 14 años. Dejen de mentirse a sí mismos y de mentirle al pueblo. Aquí no hay felicidad suprema y no la habrá jamás imponiendo el sistema cubano. Ciertamente, un tercio de la población pudiera estar acostumbrándose a las dádivas, a las colas, a la escasez, a la inseguridad, y extrañamente pareciera que a otro tercio la política le asquea y ni siquiera vota, mientras que otro tercio se revela a aceptar la absurda imposición del fracasado régimen cubano.

La fractura de la sociedad, hábilmente manejada desde el poder como mecanismo de dominación electoral, si bien ha sido útil para mantenerse en el poder, hunde aun más las escasas posibilidades de salir de la crisis económica en que nos han metido a todos: a quienes votamos por el gobierno, a quienes votamos en contra y a quienes se abstienen.

Maduro tiene dos años sin presión electoral por delante para rectificar. Maduro no debería tener ínfulas de presidente eterno, pero sí debiera tener las de detener la caída libre del sistema económico venezolano y el hundimiento de la calidad de vida del venezolano. Sabe que Pdvsa está mal, ahogada en deudas e ineficiencia, pese al chorro de petrodólares que así como entra se esfuma sin resultados positivos, más allá de la repartición a propios y extraños, y del enriquecimiento brutal de unos pocos.

Chávez le cedió el poder secuestrado, pero también los graves problemas del país. Maduro tiene la oportunidad de sobreponerse a sus limitaciones y su principal reto es salirse del camino trazado por La Habana. El gobierno habla de desarrollo endógeno mientras impone el subdesarrollo cubano, se habla de unidad y equidad, mientras se fortalece la brecha entre los privilegiados rojo-rojitos y el resto del país.

Maduro está obligado a romper paradigmas cubanos y "verdades" impuestas por Chávez para eternizarse en el poder; y lo puede y debe hacer si quiere de verdad y sinceramente sacar al país del abismo en que ya está metido.

Quince años del absurdo experimento socioeconómico cubano ya son suficientes para demostrar que estamos suicidándonos como sociedad productiva y competitiva en el concierto mundial. Los daños al tejido social y productivo han sido inmensos y costará mucho esfuerzo repararlos. El estado corrupto e ineficiente no puede seguir apoderándose de los espacios de la sociedad, pues ello nos lleva al colapso.

Democracia auténtica, apertura al debate sincero, respeto a la disidencia, correcciones macroeconómicas de envergadura, combate real a la corrupción, respeto a la propiedad privada y a las iniciativas de empresas pequeñas, medianas y grandes son correcciones urgentes para empezar a salir del barranco.

Estamos en el umbral de la noche más oscura de la historia económica de Venezuela. ¿Podrá Maduro encender la luz? La reunión con los mandatarios regionales electos fue solo la apertura de una ventanita, ni siquiera el encendido de una lámpara. El país exige hechos y no solo intercambio de palabras. El 2014 puede marcar la próxima década.


(*) Fuente: www.eluniversal.com