3 nov 2011

El discurso filosófico de Antenor Orrego

Tito Agüero Vidal (*)

El trabajo intelectual de Antenor Orrego siempre se desarrolló en varios campos muy visibles. El primero, y el más importante sin lugar a dudas, es el filosófico. Es esta actividad reflexiva y especulativa, poco común en el Perú de ese entonces y, especialmente, en un medio provinciano, la que determina y orienta todo su quehacer intelectual.

Orrego siente una especial atracción por la filosofía de la historia. Así, serán con la mente y los ojos de la filosofía que se acercará a sus otras cinco áreas de interés la estética, poesía, música, teatro, novela y crítica literaria, ejercicio que muestra su gran afición por las letras, de manera especial por la poesía y estética. 

Desde una perspectiva diacrónica o procesal es fácilmente percibible para toda persona que se acerque a estudiar su obra tres momentos. El primero, que vamos a llamar Intucionismo Bergsoniano y Esteticismo y que durará de 1914 a 1920; el segundo, que denominaremos Latinoamericanismo Social y que abarcará de 1923 a 1946; y el último, que bautizaremos como Latinoamericanismo Humanista  que se extenderá de 1947 a 1960.

Sin embargo, es posible encontrar ciertos hilos conductores o ejes temáticos que van a atravesar todos o casi todos estos estadios. Mencionémoslos rápidamente.

La función social del escritor y del artista latinoamericano

Ambos para Orrego tienen una enorme responsabilidad pues su pensamiento y/o creación artística   necesariamente debe tener tres características esenciales. Primero, ser realmente autónomo, auténtico y original. En ese sentido, la imitación, la repetición, el colonialismo mental, los esquemas etnocéntricos cuando no eurocéntricos, son duramente cuestionados y combatidos. Segundo, poseer una dimensión práctica, es decir, deben servir para mejorar y superar la vida. Tercero, tener una estrecha relación con la sociedad. Así, se cuestiona el trabajo intelectual purista que no establece vínculos con el entorno social, cultural y con la historia.

Por ejemplo, su libro “Pueblo continente: Ensayos para una interpretación de la América Latina” es un claro ejemplo de como la filosofía puede entablar contactos con otras disciplinas: la sociología, para entender la nueva estructura social clasista que reemplazó a otra de carácter estamental y que se constituyó con el proceso de formación de las haciendas azucareras del norte; y la economía política, en su versión marxista, para entender no sólo el proceso de concentración de tierras, y el control absoluto de las aguas de regadío de estas haciendas, sino también las repercusiones económicas, sociales y políticas que  trae el capitalismo monopólico (imperialismo). Lo mismo podría afirmarse de Hacia un humanismo americano donde se reivindica a varios personajes latinoamericanos (Inca Garcilaso de la Vega, Simón Bolívar y César Vallejo) como expresiones o símbolos del proceso histórico social y  cultural de emergencia de una nueva conciencia continental.

Unidad de análisis: América Latina

A diferencia de los otros pensadores peruanos del siglo XIX, XX y XXI para quienes el Perú, la región geográfica (costa, sierra, selva) o la simple provincia se convertía en el punto central de preocupación (liberales, conservadores, radicales, positivistas, arielistas o novecentistas, anarquistas, anarcosindicalistas, hispanistas, indigenistas, socialistas, comunistas, populistas, social cristianos, marxistas, etc.) para Antenor Orrego la problemática peruana se encuentra subsumida dentro de otra mayor: la latinoamericana. Así, el continente se revela como el eje central de su pensamiento.

Es por eso que se puede afirmar que América Latina aparece en su discurso siempre no solo como un punto de partida sino también de llegada especialmente en su segunda y tercera etapa -Latinoamericanismo Social  (1923-46) y Latinoamericanismo Humanista (1947-60)- y justamente sus libros Pueblo… y Hacia…son una clara muestra de ello. Ahora bien, la región latinoamericana es vista por Orrego  como un bloque “homogéneo” producto de todo un largo devenir histórico pero enmarcada en un conjunto de relaciones sociales, económicas y culturales concretas.

Crítica al Pensamiento y a la creación artística latinoamericana tradicional

En esa época la gran mayoría de los filósofos se caracterizaban por ser meros y simples intermediarios de conocimientos producidos por filósofos de otras latitudes (europeos) y de otros tiempos (clásicos griegos). Es decir, el trabajo filosófico se limitaba simplemente a repetir, difundir y divulgar lo que otros filósofos ya había escrito y/o reflexionado. Salvo las notables excepciones de José Enrique Rodó y José Vasconcelos, los filósofos latinoamericanos no habían generado un conocimiento propio que contribuyera al debate filosófico mundial.

Algo parecido se podría decir de la literatura escrita por lo autores nacidos en el continente. En resumen, el filósofo y el artista latinoamericano no han sido libres sino todo lo contrario han tenido un carácter y/o naturaleza liberta, manumetida, etc. porque simplemente se dedicaban a imitar o copiar y no a crear.

Teoría del Espectro

En Orrego hay un esfuerzo por construir un marco teórico propio, entendida como una matriz analítica -Teoría del Espectro- aunque él prefiere llamarla Teoría de los Gérmenes para explicar sus principales tesis. Esto es sumamente claro especialmente durante su segunda y tercera etapa -Latinoamericanismo Social (1923-46) y Latinoamericanismo Humanista  (1947-60)- y nuevamente  sus libros Pueblo… y Hacia… son una clara muestra de ello. Todo este ejercicio creativo es algo realmente inédito no sólo en la filosofía peruana sino también latinoamericana. José Enrique Rodó, Antonio Caso, José  Vasconcelos, Samuel Ramos, Leopoldo Zea, Augusto Salazar Bondy, Enrique Dussel, solo para citar algunos nombres de los filósofos latinoamericanos más importantes del siglo pasado y del actual, si bien han levantado diversas tesis o planteamientos, ninguno de ellos se han caracterizado por construir un andamiaje teórico que los convalidara y/o respaldara.
La Tesis del Pueblo Continente
      
En contraposición a todo el pensamiento filosófico tradicional el latinoamericanismo orreguiano, que como ya se ha dicho, es producto de todo un proceso histórico por el que atraviesa el continente, no sólo aporta en lo que se refiere a una nueva actitud filosófica, el transformarse de receptor en productor, sino y sobre todo, a la aparición de la  constitución de una filosofía propiamente  latinoamericana.

Que esto es así, lo demuestra el estudio de su obra que ya a nivel continental e internacional se ha comenzado a revalorizar (Leopoldo Zea, Günther Maihold, etc.). Y es justamente, Maihold quien con más insistencia ha llamado la atención sobre la importancia y actualidad del pensamiento orreguiano en la filosofía política latinoamericana de hoy en día.

Pero la vigencia y/o actualidad de la filosofía orreguiana en la filosofía latinoamericana contemporánea se encuentra presente no sólo en los dos temas que apunta Maihold -originalidad y autenticidad- sino también en el desencuentro que se produjo entre el mismo Haya de la Torre y Leopoldo Zea, en los debates y polémicas que se suscitaron alrededor de la filosofía de la dominación (Augusto Salazar Bondy versus Zea  a fines de los años 60 como en las diversas y múltiples corrientes de la actual filosofía latinoamericana contemporánea.

(*)       Licenciado en Sociología en la especialidad de Política en la Pontificia Universidad Católica del Perú, con Maestría en Ciencias Políticas en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, docente  universitario, investigador y conferencista.

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