Carlos
Penalillo Pimentel (*)
La reciente elección de Su Santidad Francisco
el 13 de marzo último, a partir de la renuncia de Benedicto XVI, trae consigo
múltiples motivos de admiración y regocijo para el pueblo católico del mundo.
El
espacio y tiempo histórico, recordando a Víctor Raúl Haya de la Torre, que
vivimos en la actualidad hacen propicios los acontecimientos coyunturales para
tener nuestro primer Papa latinoamericano precisamente cuando el viejo mundo y
la primera potencia mundial atraviesan crisis económicas y morales que con
mucha dificultad podrán salir.
Resulta también motivo de reconocimiento
a la trayectoria milenaria de La Compañía de Jesús que, por vez primera, se
elija a uno de sus representantes como Vicario de Cristo y tener el gesto
humilde -nunca antes visto- de pedir la bendición a los centenares de miles de
personas que asistieron a la Plaza de San Pedro a esperar “el humo blanco” y el
“Habemus Papam”.
México, Centro América y Sudamérica
aportan al mundo el mayor número de católicos, por ende, merecíamos tener un
Papa nacido en estas tierras con características e idiosincrasias comunes que
pueden significar modelos de cambio en religiosidad para el mundo entero. La
oración y la fe es lo característico en nosotros.
Pero lo más admirable es la decisión, al
ser electo pontífice, del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio de llamarse
Francisco en honor al santo cuya vida fue un enaltecedor ejemplo de valores cristianos
que merecen recordarse.
Siendo joven y de padres adinerados
llevó una vida mundana, se hizo militar, fue preso y cayó enfermo de gravedad.
Precisamente en esos momentos cambia su manera de pensar y empieza a realizar
labores de caridad a enfermos. Tuvo una visión donde le solicitaban colabore en
la reconstrucción de una iglesia, acto que llevó a cabo provocando la furia de
su padre quien lo desheredó.
En pobreza y austeridad total escucha el
llamado para hacer el bien en todas partes sin poseer nada (Mateo 10, 5 – 14).
Así empieza a predicar las enseñanzas de Jesús y forma su “primera orden” con
12 discípulos. Luego de vencer dificultades logran viajar a España y Egipto y, posteriormente,
a Tierra Santa donde permanece varios años.
Busca ser martirizado y sentir el
sufrimiento de Jesús, que lo logra luego de cuarenta días de ayuno y oración
donde le aparecen los estigmas de la crucifixión de Cristo. En sus últimos dos
años de vida sufre de constantes dolores y muere casi en ceguera total.
Un año antes de morir siendo Navidad,
Francisco reúne a los vecinos para celebrar la misa de medianoche con la figura
de Jesús en su pesebre hecho por él, cantando alabanzas al Señor. Esta linda
costumbre que la mantenemos, se inicia con ese primerísimo “Nacimiento”.
Fallece el 3 de octubre de 1226 y fue canonizado el 16 de julio de 1228.
En 1980, Juan Pablo II lo proclama “Patrono de los Ecologistas”, por el
amor demostrado hacia los animales y la naturaleza que lo plasmó en su “Cántico
de las criaturas”, siendo sus emblemas
el lobo, el cordero, los peces, los pájaros y los estigmas. Su festividad se
celebra el 4 de octubre. Otro gran legado de San Francisco de Asís es
esta hermosa oración por la paz:
Señor, haz de mí un
instrumento de tu paz:
donde haya odio,
ponga yo amor,
donde haya ofensa,
ponga yo perdón,
donde haya discordia,
ponga yo unión,
donde haya error,
ponga yo verdad,
donde haya duda,
ponga yo la fe,
donde haya
desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tinieblas,
ponga yo luz,
donde haya tristeza,
ponga yo alegría.
Oh, Maestro, que yo
no busque tanto
ser consolado como
consolar,
ser comprendido como
comprender,
ser amado como amar.
Porque dando se
recibe,
olvidando se
encuentra,
perdonando se es
perdonado,
y muriendo se
resucita a la vida eterna
Amén.
A raíz que nuestros hijos se educaron en
colegio franciscano, tenemos el orgullo de haber conformado un grupo de padres
de familia que desde el año 1998 intentamos seguir su ejemplo, llevando la
caridad a los que realmente lo necesitan y rezando esta oración que resume y
nos orienta hacia una verdadera vida cristiana.
Dios bendiga al Papa Francisco, le brinde
la fortaleza espiritual y física necesaria en esta difícil cruzada mundial de
evangelización y cambios en tiempos donde se viene perdiendo la fe, los valores
morales y éticos.
Papa Francisco y la “Cruz de Tau”. San Francisco profesaba una profunda devoción al signo Tau, del que habla expresamente el profeta
Ezequiel (9,3-6) y al que se refiere implícitamente el Apocalipsis (7,2-4). Con
ella firmaba cartas y marcaba paredes, y sanaba heridas y enfermedades.
(*) Licenciado Tecnólogo Médico en Laboratorio Clínico
y Anatomía Patológica, militante del
Comité Distrital de San Borja y ex dirigente estudiantil de la JAP.
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