Mario
Barturén Dueñas (*)
Debido a la reciente crisis sobre la
seguridad interna del país, he decidido analizar este tema. Sin duda, las
principales causas de esta crisis son el crecimiento económico que trae mayores
expectativas y el desborde popular que genera más tentaciones delincuenciales
en la población socioculturalmente excluyente. Una situación crítica que hay
que atender en su desarrollo social y económico.
A su
vez, con remuneraciones muy bajas y vistas como personas marginales, la Policía
Nacional del Perú no puede integrarse a la sociedad que debe resguardar.
Con este cuadro sociocultural y
económico de marginales, la policía no es respetada por la sociedad y ésta no
se integra. Se sienten los “guardianes” del orden y los luchadores contra el
delito, pero obligado por su sobrevivencia. Por su parte, los representantes
políticos debieran concluir que esta crisis es un fenómeno sociocultural,
económico y social. No es una crisis coyuntural, si no estructural.
Primero:
Crear y desarrollar una elite contra el delito, oficiales bien pagados equivalente
a un sueldo del profesional que trabaja para las empresas privadas, (promedio
de 10, 000 nuevos soles básico más incentivos).
Para que esta elite
se organice la estratégica de reclutamiento adecuada. Debe ser altamente
selectiva por sus estudios secundarios (procedentes del tercio superior) y el examen
de admisión deber ser exigente y asegurar un resultado de calidad.
La elite debe
ser permanente capacitada en el exterior previendo que cuando se retire de su
función policial, sea reclutada por empresas privadas de seguridad e
investigación de delitos privados. Para que la gestión privada se exitosa y
coordine y, además, apoye a la seguridad.
Segundo:
Crear el Servicio Policial Militarizado Obligatorio por tres años, con régimen
de internamiento, para su formación especializada en conocimiento, en
disciplina y valores. Al cabo de ese tiempo se podrán incorporar a la carrera élite
de oficial los que provengan del tercio
superior. Los demás podrán incorporarse a la gestión privada de seguridad.
Tercero:
Constituir el Instituto de Ciencias Policiales, en que se incorporen
profesionales de disciplinas plurales y del tercio superior de otras carreras
profesionales, para estudiar la problemática sociocultural y económica de la
delincuencia y la marginalidad social, para contribuir con el Estado en el
desarrollo social y económico de las áreas marginales.
Cuarto:
Establecer la Policía Municipal del Tránsito y Seguridad Pública por los
gobiernos regionales y de Lima metropolitana, que asumirán todas las facultades
y atribuciones del trasporte urbano, interurbano, inter provincial a nivel
nacional.
Quinto:
Implementar dentro de la Policía del Oficiales de Élite, una especialidad de
detectives especializados del delito público y privado. Pues, la ineficiencia
se debe a la falta de investigación especializada.
Sexto:
Eliminar los pagos salariales que han fomentado corrupción para cualquier
rango: eliminar el auto, el mayordomo, el chofer, la gasolina y el dos por uno.
La seguridad
ciudadana, que es un elemento vital para el crecimiento y desarrollo del país,
debe ser considerado como una inversión para el desarrollo económico y social.
No debe ser visto como un gasto corriente del estado, sujeto al control
burocrático del presupuesto público corriente.
De otro lado, no
puede organizarse la oficialidad policial como personal del montón, exige ser
una élite capaza de obtener logros permanentes. No contabilicemos números, sino
calidad. Las autoridades dicen, como solución al problema, que el próximo año
tendremos 30,000 policías más. Eso es plena cantidad, necesitamos calidad.
En esos últimos
días, vemos por las calles policías, que nadie respeta y que no tienen la
prestancia de un liderazgo de una excelencia.
Para ello, los
policías deben formarse militarmente con doctrinas y porte, que dirijan y no
solo piten y muevan brazos y manos. Tampoco, deben trabajar por mucho tiempo en
esa función, pues la rutina agota. Por eso debe ser un servicio militar
obligatorio, pero sin “leva”. Pues después de tres años los mejores se incorporarán
a los oficiales de élite. A su vez los oficiales del elite, no se jubilarán a
los 60 años pues ésta debe ser renovada, solo hasta 35/ 40 años. Luego se
ubicarán en el trabajo especializado de la seguridad e investigación privada de
calidad.
(*) Militante
del Comité Distrital de San Borja del Partido Aprista Peruano, Contador Público
Colegiado, magister en Administración de Empresas, consultor y docente
universitario.
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