Wilfredo
Pérez Ruiz (*)
La reciente campaña por la revocatoria
de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán de la Puente, ha permitido conocer
–con mayor profundidad- la singular conducta del “mudo” ex burgomaestre Luis
Castañeda Lossio. Sus declaraciones y estilos muestran su ausencia de modales y
de primarias formas democráticas.
Amigo
lector, deseo hacer un recuento de algunos “anécdotas” de líder de Solidaridad
Nacional quizá olvidados por una colectividad desmemoriada y carente de
rigurosidad en su evaluación del desempeño de los personajes que asumen
liderazgos y responsabilidades públicas. Empecemos.
Recordemos cuando el ex alcalde –en la
contienda presidencial del 2011- llamó “loca” al vocero de Perú Posible, Carlos
Bruce Montes de Oca cuando éste comentaba su bajo índice en las encuestas.
Semejante agravio personal, inadmisible en quien pretendía ser primer
mandatario, exhibe su escasa capacidad para aceptar las críticas de sus
adversarios y una reacción homofóbica.
Durante el debate -en ese mismo certamen
electoral- con los principales candidatos a la jefatura de estado, presentó a
la vicealcadesa de Quito, María Sol Corral, a la que infelizmente denominó “mi
amuleto”. Finalmente, Castañeda quedó como mentiroso al ser desmentido en
relación al tiempo que se trataban. En
declaraciones a programa televisivo Prensa Libre, la autoridad municipal
quiteña aseveró: “Solo lo conocía por foto. Yo lo conocí el fin se semana. Fui
a Lima para atender una agenda y pedí que me lo presentaran, conversamos un
rato y luego me pidió que lo acompañara al debate presidencial. Solamente lo
acompañé”.
Desde el comienzo del mandato de Susana
Villarán, Luis Castañeda presentó un proceder poco cortés. A mi parecer,
resultó desatinado anunciar que estaba dispuesto a firmar un planillón para
cesar a su sucesora en el cargo que, por coincidencia, investiga su cuestiona
gestión como es normal al producirse un cambio de administración en el estado.
En ese sentido, el ex alcalde Jorge del
Castillo Gálvez mostró moderación y tacto político. Haber sido el máximo
representante de la comuna limeña lo debió inspirar, como afirmara Del
Castillo, a asumir un rol por encima de eventuales confrontaciones dañinas a la
imagen de una ex autoridad. La corrección del dirigente aprista y el uso de un
lenguaje educado y sereno, demuestra pertinencia. Aunque esa consideración no
ha sido secundada por otros voceros del partido de la estrella que, sin
respetar su condición de dama de la señora Villarán, hicieron del epíteto y el
adjetivo su única argumentación.
También, quiero anotar lo revelado en
los recientes audios con las conversaciones y coordinaciones de Luis Castañeda
–durante el proceso de revocatoria- que muestran a un calculador político con
habilidad para manipular, hablar mal de sus aliados y comportarse con las
criollas y subterráneas formas inherentes en los conspiradores que no dan la
cara de forma honesta y frontal.
Hace poco, Guido Lombardi, en una entrevista
en Radioprogramas del Perú el día domingo 17 de marzo, se vio precisado a
suspender la plática con el coautor de la frustrada revocatoria. El periodista lo
cortó abruptamente al darse cuenta que estaba violando la ley electoral al
decir su intención de voto a favor del Sí y, además, agraviar a la alcaldesa.
El periodista dijo al aire: “Vamos a interrumpir su declaración señor
Castañeda, porque está infringiendo la ley electoral. Hablaremos cuando esté
tranquilito”. De esta manera, terminaba el accidentado encuentro con quien no
sabe guardan ponderación y mesura.
Por otra parte, la cultura general
tampoco es una fortaleza en el pragmático –y para muchos exitoso- ex alcalde
metropolitano cuyo nivel de conocimiento básico de literatura es limitado. Así
quedó demostrado al ser interrogado por los medios de comunicación al conocerse
que Mario Vargas Llosa ganó el Premio Nobel de Literatura (2010). La reportera
preguntó: “Usted mencionaba que sus metas como alcalde eran tener una ciudad
más humana, más amable y que tengan como eje al ciudadano. Si usted, aparte de
las obras que ha mencionado, que otras podría mencionar como ejemplo de estas
metas que usted se trazó”. El ilustrado mudo respondió: “Cómo, perdón me
distraje. No he entendido su pregunta”.
La carencia de compostura muestra el
deterioro y las precariedades de una clase política que debiera ser conducida
por gentes –además de proba y honesta- con potencial de convivencia social y
autocontrol emocional. Los políticos hacen docencia con su actuación expuesta a
la reflexión general. Ello me trae a la memoria la amena
entrevista a Mario Vargas Llosa publicada en el libro “Rajes del oficio”, del
periodista Pedro Salinas, en la que este señala: “…La política, en primer
lugar, no atrae a la mejor gente. La política atrae a gente con apetito de
poder, gente inescrupulosa, de una gran mediocridad. Los mejores talentos, los
más idealistas, los más puros, los más preparados, muy rara vez se dejan tentar
por la política. Y cuando así ocurre, generalmente la política los arrolla, o
los corrompe o los expulsa”. Cualquier parecido con el sórdido obrar del
fundador de Solidaridad Nacional es casualidad.
Tengo la esperanza que los políticos
peruanos algún día comprendan su influencia en la conciencia de quienes los
elegiremos para personificar nuestras expectativas y demandas. Por la salud
democrática de la sociedad su desempeño debe expresar valores como el respeto,
la tolerancia y el entendimiento. Una sabia aseveración: “La ignorancia
ingresa, donde la prudencia se detiene”. Esa es una reflexión que el ex alcalde
debe considerar.
(*) Docente,
consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta
social. http://wperezruiz.blogspot.com/
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