29 mar 2013

¿Porqué recordar al mártir Luis Negreiros Vega?


Luis Negreiros Criado (*)


Recordarlo fortalece el espíritu para continuar la lucha que es nuestra misma lucha. Es un estímulo para recuperar la salud partidaria. Una fortaleza para encontrar el camino de salida del actual quebrantamiento del Partido del Pueblo. Un saber la hondura de la causa que seguimos, creada para sobrevivir más allá de nuestra personal existencia. Recordar que ese sacrificio es el plasma de nuestra razón de ser apristas.





Negreiros es un héroe civil como sostenía un líder histórico. Un tipo de héroe por la justicia social y las libertades públicas. De una guerra que continúa a diferencia de otras. Contra la violencia, la cerrada incomprensión y el inexpugnable egoísmo que eran características de ese tiempo y de los designios de esa lucha.

Dejó en su legado histórico un liderazgo fundado en los principios del frente único para luchar por la justicia social y forjar la democracia social. Por eso se hizo sindicalista y se convirtió en militante del Partido Aprista Peruano. 

El realismo constructivo de su contienda hizo fuerte su idealismo a la amargura, el resentimiento, las frustraciones, los complejos. El aprismo le enseñó que el cambio social no era automático ni se daba por generación espontánea. Por ello, reconoció el rol del capital externo y lo afrontó frente a la International Company y Cerro de Pasco Corporation, con grandes movilizaciones, fervorosas asambleas generales de sus trabajadores, que concluyeron en sendos convenios colectivos de conquistas y reivindicaciones laborales. Planteaban desafíos similares azucareros, tranviarios, ferrocarrileros.

Negreiros organizó a los empleados sin excepción y sin el incentivo del tamaño de la empresa y con la dificultad de las pequeñas o que fueran particulares. Se organizaron en una gran central fomentaron campañas en industrias y comercios emergentes.

El sindicalismo de frente único de clases productoras, elegido por Negreiros,  partía de diferenciarse del sindicalismo uniclasista que se acentuó de “clase contra clase” o de una “clase mesiánica” luego de la crisis del capitalismo, en 1929. Y consideró que juntos campesinos, obreros y clases medias debían salir de su penuria. Negreiros estuvo como trabajador frente a dos partidos el aprista y el comunista, ambos con fundamentos históricos y sociales anclados en los intereses de los trabajadores. Negreiros eligió y fue consecuente sindicalista aprista.

Logró sindicatos grandes y fuertes, como lo reconocen, importantes estudiosos sociales. Por su concepción contraria a los unicatos, dictaduras, totalitarismos, promovió la democracia interna en la organización que fortalece y fructifica la voluntad colectiva que salvaguarda la autonomía sindical y al propio tiempo, salvaguarda la pluralidad política de los sindicatos. Eran estos principios seguros contra el burocratismo, los paralelismos y hegemónimos, continuismos que el interés personal, la ambición o el deseo de poder, llevan a algunos dirigentes a generarlos. Hoy menos del dos por ciento en el campo y menos del cinco por ciento de las industrias, son sindicalizados.

Sufrió Negreiros infinidad de prisiones en gobiernos democráticos y de dictaduras, enfrentándose contra la intransigencia patronal al interior de la organización. Los límites no son la comodidad o el acomodo personal. La cuestión es confrontar el capitalismo. El conocimiento de la realidad y de las posibilidades es fundamental para no perjudicar, rentabilidad, productividad, competitividad y no afectar o ignorar tampoco el derecho  al bienestar de los trabajadores.

Los monárquicos y autócratas, recelan la negociación colectiva como democrático instrumento de progreso laboral y fortalecimiento de las empresas, es con la negociación colectiva, como se elevara productividad y competitividad y al propio tiempo elevar la calidad de vida de los trabajadores. Los pueblos con las mesas de concertación contra la pobreza y un largo etcétera, recurren a la negociación colectiva y también a la movilización y la huelga. ¿Por qué no, políticas laborales ordenadoras?

Emprendió la resistencia a la dictadura a través de la organización clandestina del Partido del Pueblo. No podía dar paso atrás, ni rendirse, ni entregarse. Negreiros emprendió la organización que sufría clandestinidad y persecución, para suplir las bajas de militantes que eran reducidos a prisión o desterrados, crear otras capacidades a la organización para denunciar  la dictadura en su afán manipulador,  brutal uso de su fuerza, continuar alentando las demandas laborales, evitando se congelen, se degraden o se manipulen políticamente por la dictadura.
  
Negreiros padre de familia. Desde muy temprano nos identificó con los símbolos partidarios y con el  respeto al jefe del aprismo Víctor Raúl, a los líderes históricos, cuyos nombres los llevamos con entusiasmo militante. Recuerdo haberlo acompañado a las manifestaciones por el 1 de mayo o los domingos a la Casa del Pueblo donde se pasaban tardes de confraternal esparcimiento. Un elemental lenguaje oral de sus afectos partidarios y sindicalistas. Cuando reviso su legado encuentro lo que consideraba su legado: lo duro e inexorable de la persecución. Nos dejaba un apellido limpio de miedos y cobardías, de lealtad y consecuencia a los principios e ideales que había abrazado. Al fin la vida se resume a lo que creemos, a lo que sufrimos con autenticidad.

(*) Ex miembro de la Asamblea Constituyente (1978-1979), ex diputado nacional, ex presidente de la Cámara de Diputados (1985-1986) y ex secretario general del Partido Aprista Peruano. 

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