María
del Pilar Tello (*)
Los jóvenes indignados que salieron a
las calles de Lima a protestar contra la manipulación y excesiva politización
de la elección de las autoridades del Tribunal Constitucional, del BCR y del Defensor del Pueblo parecen ser
sólo la punta de un iceberg que muestra el descontento de la población frente a
un gobierno que está acumulando frentes de oposición y reclamos gremiales.
Desde
los profesores, estudiantes y rectores de las universidades públicas pasando
por los empleados públicos y continuando con los maestros, médicos, enfermeras
y técnicos. Todos piden que se modifiquen normas o que se cumpla con lo que el
gobierno les prometió.
En menos de una semana, movilizaciones en
el centro de Lima ponen al gobierno de Ollanta Humala en jaque al cumplir sólo
dos años de su mandato. Las fiestas patrias coinciden con la indignación y el
Congreso de la República que será, como todos los años, el escenario de las
celebraciones, está también bajo fuego, cuestionado por la llamada repartija y
otras lindezas, aunque los congresistas no parecen darse cuenta de su fuerte
impopularidad. No escuchan a quienes queriendo llevar agua a otros molinos,
satanizando la democracia, los partidos y las instituciones han llegado a pedir
el cierre del Parlamento Nacional, lo que equivaldría a arrojar el agua con el
bebe adentro.
La popularidad del presidente está de
bajada, al igual que la de su consorte que luce más política que él, aspecto
que empieza a generar fuertes resistencias en la población y en los poderes
fácticos. Se requiere con urgencia que los reflejos democrático funcionen, en
un momento en que no solo el gobierno tiene problemas y aparece sitiado por las
protestas, lamentablemente los partidos políticos, con sus altos líderes, los
ex presidentes García, Toledo y Fujimori, cuestionados, investigados o
sentenciados por corrupción, respectivamente, están también jaqueados.
Llueve sobre mojado. El pacto político
de cuatro partidos fue repudiado por la población en tanto no sirvió para
elegir a los mejores sino a los más convenientes para los intereses de cada
grupo. El cuoteo fue identificado como un mercadeo de la representatividad
asignada a los congresistas. Hubiera sido menos evidente si hubieran tenido el
tino de seleccionar personas calificadas sin conflictos de interés aun cuando
tuvieran militancia partidaria. Otro elemento que exacerba la rabia es que
pareciendo la protesta legítima la policía reprime torpemente, dispersa con
violencia a gente cuyo reclamo es el mismo que formuló el presidente de la
república exigiendo la rectificación que finalmente se produjo.
Una comedia de equivocaciones que puede
tener un costo muy alto para el gobierno. Ojalá la nueva directiva del
Parlamento Nacional logre bajar tensiones y el presidente con su mensaje patrio
renueve esperanzas en un régimen que demasiado temprano exhibe debilidad. Así
que ni oposición ni gobierno pueden tirar demasiado de la cuerda, guardar las
formas y cuidar la democracia que tanto nos costó recuperar. Hay razones para
preocuparse.
(*) Periodista, analista política,
escritora, docente universitaria, integrante del Comité Técnico de Alto Nivel
del Acuerdo Nacional y ex presidenta del directorio de Editora Perú.
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