Grover
Pango Vildoso (*)
Lo más elegante con que se ha juzgado el
mensaje presidencial de este año ha sido: no decir nada inconveniente ya es
bueno. Sin duda así lo será en otras latitudes, pero entre nosotros -país tan
envuelto en las incertidumbres- ese cauteloso silencio puede complicar más las
cosas.
En el
año 2012 en materia educativa se mencionaron tres asuntos de considerable
importancia: mejoramiento de aprendizajes, el magisterio y la modernización de
la gestión. En estos mismos ámbitos muy poco ha dicho el presidente de la república.
Preocupa sobremanera que todos los esfuerzos de tantos años, destinados a poner
a la educación como un tema nacional y no sectorial, que debiera ocupar la
primera de las prioridades, vuelva a subsumirse como uno más que se pierde
entre tantas otras preocupaciones. Ni siquiera relacionado con otro problema
urgente de nuestra actualidad como es la inseguridad ciudadana.
Deberemos entender mejor si es real y
efectivo que los 248,000 docentes que mencionó el presidente Humala como
incorporados al régimen son aquellos que se hallaban en ejercicio cuando se dio
la “ley de la reforma magisterial” en noviembre del año anterior. Reconozcamos
que es casi un eufemismo, porque hasta ahora no hay concurso de ingreso a la
nueva carrera pública magisterial ni de acceso a nuevas escalas para quienes
están en servicio.
Hubiera sido siquiera un respaldo
señalar la existencia del Plan Perú Maestro, interesante documento con compromisos
para el bienio 2013-2014 que ha entregado el ministerio de Educación. Entre
varias promesas destacamos de allí, porque es urgente, la convocatoria al
concurso de directores que ya está en marcha. La cobertura de esas 15,000
plazas de directores enfrenta dificultades provenientes de su propio diseño,
como resultado del cual hay enfrentamientos con los directores actualmente en
funciones. Pero por ahí pueden comenzar, en términos reales, las posibilidades
de obtener mejorías en la calidad educativa mediante la gestión, cuando se
cuenta con un líder institucional idóneo como lo debe ser un buen director/directora.
Seguramente la ministra del sector dará
y ampliará en adelante las informaciones que se le soliciten sobre este y otros
asuntos, pero la oportunidad de hablarle al país desde el sitial y la
circunstancia del mensaje presidencial es incomparable y se ha desperdiciado.
No puede ser sólo un ritual que el
presidente de la república se dirija al país desde el Congreso de la República.
Lo hace porque es la casa de las leyes, porque lo que acuerda el Congreso lo
debe cumplir el Poder Ejecutivo. Por ello, nada de lo que ocurra en el primer
poder del estado puede serle ajeno al presidente y no se puede ver como una
intromisión que el primer mandatario exprese lo que le preocupa delante del
primer poder del estado y de todo el país, porque de esa manera se busca
coherencia y se ejerce liderazgo.
Pero nada se ha dicho de la ley universitaria,
que se halla en discusión, que ha obtenido pronunciamientos unánimes de
rectores y ha sacado a las calles a los universitarios. Nada tampoco de la Ley
de Organización y Funciones del ministerio de Educación, sin la cual cada nivel
de gobierno sigue sin saber con claridad cuál es su obligación en el proceso
educativo. Y esto es fundamental para la descentralización, citada sólo por
cumplir en el mensaje.
Finalmente, como suele ser entretenido
jugar con cifras, en el mensaje se utilizó una sola vez la palabra “docentes” y
ninguna vez las palabras “magisterio” o “maestro”. Pero hubo aplausos
“espontáneos” 82 veces que interrumpieron los 63 minutos de lectura. Para
algunos el mensaje fue muy emocionante.
(*) Educador,
político y miembro del Partido Aprista Peruano. Fue alcalde Tacna, ex diputado
nacional y ministro de Educación (1985 –
1987). Ha sido Secretario de Descentralización del Consejo de Ministros.
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