Nolberto Arata Hurtado (*)
Enrique Rivero Vélez, una vida ejemplar y diáfana |
Amigo de los amigos y con una formación de viejo cuño o a la antigua usanza. Aprista a prueba de todo, físicamente ya no está entre nosotros. Que en paz descanse y que en su despedida haya cientos de pañuelos blancos al aire.
Escuetamente me llega un correo electrónico: Lamentable noticia: Esta madrugada falleció Enrique Rivero Vélez (11 de julio de 2011). Los días, a partir de hoy, tendrán otro significado porque estarán marcados por tu ausencia sin retorno.
Cuando el comité juvenil nos incorporamos como socios al Club Departamental Moquegua de Lima, nos dijiste que te llamemos por tu nombre sin más protocolo. Eras diputado por Moquegua y luego presidente de la Cámara de Diputados. Esa fue siempre tu forma de mostrar cercanía y afecto, y en muchos casos en forma muy moqueguana te llamábamos Enriquito.
Los recuerdos de tu persona se agolpan en mi memoria y quisiera darles un orden desde que en mi niñez oía de ti en boca de mi padre y del conjunto de sus amigos apristas, quienes tenían las mejores evocaciones. Fuiste -durante muchos años- el director de “La Tribuna” el diario oficial del Partido del Pueblo y, además, colaborador cercano y fraterno de Víctor Raúl Haya de la Torre.
Supiste estar siempre al frente de la ideología aprista y soportar a pie firme todos los años de persecución y, especialmente, no decaer ni jamás desertar. Como corresponde a la altísima investidura que alcanzaste en democracia, te rendarán honores y flameen pañuelos blancos al momento de tu despedida, porque a lo largo de tu vida lo ganaste todo a pulso y no como regalo gracioso ni consideración de favor o premio inmerecido.
Creo que hay muchas más facetas de tu persona para ser resaltadas en grado superlativo, porque siempre supiste estar en primera fila en la defensa de los intereses moqueguanos. Te enfrentaste con la poderosa Southern por los problemas de los humos de la fundición y también por los conflictos del agua. Cuando presidiste la Cámara de Diputados lograste la emisión del dispositivo que creo la Corte Superior de Justicia de Moquegua, pero por presiones ajenas se impedía la asignación de los fondos necesarios para su funcionamiento
En el Club Departamental Moquegua de Lima, fuiste su fundador, y también artífice importante en la adquisición del nuevo local de la avenida Salaverry 1901.
Habrá tiempo de hacer la enumeración de todas las obras que realizaste por nuestra patria chica y resaltar tus valores morales que nunca fueron alterados. Pues, nunca te dejase corromper ni influenciar por la prebenda, el tráfico de influencias o la coima. Pocos saben que al término de tu período como presidente de la Cámara de Diputados, en que tenías el control de un gran presupuesto que pudiste "haber hecho obras y obtener significativos beneficios", estuviste al punto del desahucio de la vivienda en que vivías por las triquiñuelas y malas artes de tus enemigos.
Se nos va un gran hombre, crisol de moqueguanismo, de honradez, honestidad y pulcritud en el actuar de cada uno de sus días. Un hombre que entendió la amistad en la más prístina y clara forma de aprecio y entrega, sin pedir nada a cambio y entregar todo.
Enrique, si bien parte al más allá tu aspecto físico, a transformarse en polvo, como lo indica la sentencia bíblica, queda ente nosotros tu huella que será imperecedera y ejemplo de futuro y mensaje de vida, superación y progreso para las generaciones venideras.
Nuestras muestras de afecto a los familiares, sus hijas Hortensia, Elena y Carla. Especiales a Enrique "junior" que le enseñaste a seguir tus pasos y a quien nos une amistad cercana.
(*) Escritor, periodista y columnista de diversos medios locales y extranjeros. Residente en España.
Fue mi profesor en Villarreal 1983, cuando era senador, muy buen profesor, muy buena gente de una sencillez impresionante.Es una pena su partida, un gran hombre para el Peru
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