2 sept 2012

Cuarenta años después

Grover Pango Vildoso (*)

Ha recuperado importancia pública la organización gremial de los profesores, el SUTEP, debido al gratuito protagonismo que le ha concedido el Ministerio de Educación. La falta de renovación profesional, ideológica y gremialista de sus dirigentes, casi cómodos en el quietismo absoluto al que los sometió el quinquenio pasado, recobran de pronto bríos cuando el Poder Ejecutivo pretende reemplazar la Ley 29062 de la Carrera Pública Magisterial, vigente, por otra ley de la carrera pública magisterial.




La comodidad casi vegetativa del SUTEP ha probado su infecundidad en la lamentable situación del Colegio de Profesores del Perú, sobre cuya existencia –o inexistencia- nadie podría sentir preocupación. Felices con las licencias sindicales de las que disfrutan, aunque sean menores que las que tenían hasta antes de 2007, les permite hacer un trabajo político más que gremial, básicamente al servicio de un partido cuya mayor habilidad consiste en existir por existir, aunque nada trascendental aporte a la historia del país.

Porque las leyes así lo determinan –y hay que cumplirlas aunque no nos gusten- los dirigentes gremiales tienen representación en diversas instancias de gestión educativa. Esa granjería no están dispuestos a perderla por obvias razones: son mecanismos de control, sometimiento y hegemonía que ellos –eso sí- critican a los demás.

También está la Derrama Magisterial que, dadas las condiciones monopólicas de que disfruta, sólo se derrumbaría en manos de gentes sumamente incapaces que, por gracia divina, todavía no han llegado por allí.

Pero se avecinan tiempos difíciles. La arremetida por ahora intestina de quienes discrepan con la dirigencia nacional sutepista es una advertencia y también una esperanza. El Conare se ha levantado casi “en armas” contra el SUTEP “orgánico” en un afán regenerativo buscando un enfrentamiento radical con el gobierno del presidente Ollanta Humala. No obstante, debiera dejarse claramente establecido que no todos quienes integran los Conare son seguidores del Movadef. Del mismo modo que no todos quienes contribuyeron a formar los SUTEs eran militantes de Patria Roja, ni hace cuarenta años ni ahora.

Esto nos recuerda el surgimiento del SUTEP cuando por 1971 los cuatro sindicatos nacionales (Primaria, Secundaria, Técnica y Educación Física) se levantaron contra la Federación Nacional de Educadores del Perú – FENEP, “que se limitaba a buscar soluciones burocráticas a la problemática magisterial” en medio de la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado y con un poco disimulado afán de colaborar con la reforma educativa que comenzaba. Hoy no vivimos bajo una dictadura y el término “reforma” ya no resuena como hace cuatro décadas. Cualquier remembranza a ello en la llamada “reforma magisterial” suena hasta anacrónica.

Pareciera que se abre una disyuntiva que habrá de terminar con el descoyuntamiento del SUTEP, que no es “único” sino “unitario” y que nació tan amplio como convocante allá en Cusco por 1972. Presumo que no sólo no conseguirá nada con su anunciada huelga de setiembre, porque si de exigencias se trata, Conare exige más. Tal vez el Ministerio de Educación quiera darle una mano en eso y ello se verá más adelante.

Lo más factible es que así como el Conare ha de buscar capitalizarse con las huestes  más violentas y defraudadas del SUTEP, otro sector, mucho más amplio, logre formar un gremio moderno, proactivo, descentralizado y transparente en que los maestros, por meritocracia, busquen una real calidad educativa


 (*) Educador, político y miembro del Partido Aprista Peruano. Fue alcalde Tacna, ex diputado nacional y ministro de Educación (1985 – 1987). Ha sido Secretario de Descentralización del Consejo de Ministros.

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