24 jul 2012

Los apristas de 1932 y los de hoy


Alfonso Salcedo Rubio (*)



Coincidiendo con la reciente celebración del 80 aniversario de la histórica Revolución de  Trujillo, (7 de julio de 1932) nos complace compartir la oportuna reflexión del prestigioso y respetado compañero Alfonso Salcedo en la que, con acierto y agudeza, nos recuerda la conducta intachable y el sentimiento de hermandad que debe caracterizar y enaltecer a los integrantes del
Partido del Pueblo.


Los aprista del año 32 y sucesivos, jamás eran indiferentes a los ataques que nos venían de afuera. Nunca hacían causa común con nuestros enemigos; en otras palabras, no se fungían de cómplices del anti aprismo.

Ellos practicaban internamente la autocrítica y la mutua crítica y jamás condenaban a un compañero sin haberlo escuchado y sin que tribunales competentes y confiables, lo sentenciaran.

Los apristas del 32, festejaban a los que demostraban su inocencia, y eran sumamente severos con los que delinquían; los apristas del 32 no eran profesionales del insulto irresponsable ni de la ofensa; los apristas del 32 eran practicantes del respeto recíproco.

Los apristas del 32 no eran maniqueos, no dividían al partido entre buenos y malos. No se colocaban siempre ellos en el grupo de los buenos ni descalificaban gratuitamente, situando a otros compañeros en el grupo de los malos para anularlos.

Los apristas del 32, no agredían por encargo. Tenían en cada base un nombre conocido, una trayectoria, un rostro;  no atacaban desde la sombra, el anonimato o la distancia.

Claro está que se me va a decir con razón que los apristas del 32 no eran rateros, coimeros, traidores, lobistas. Y yo les contestaría que eso es cierto, que probablemente ahora tenemos algo de ello; pero que los del 32 no generalizaban, no sentenciaban sin juzgar, y no utilizaban ese tipo de calumnias para eliminar competidores, como hoy hace la megacomisión para poner fuera de juego al c. Alan García.

Los compañeros del 32 no practicaban el clientelismo político ni al interior del partido, ni en su relación con boyantes no apristas. Ellos no conseguían votos con dádivas y regalos. Ellos proscribieron el pisco y las butifarras y las farras; costumbre ahora extendida en el partido más de lo suficiente, que todos debemos contribuir a erradicar.

El Perú ha cambiado y el APRA también debe de cambiar, sin olvidar que hay un APRA HISTÓRICA de la que debemos conservar PRINCIPIOS Y VALORES; CONDUCTAS Y ACTITUDES.

Y que, realistamente, ahora estamos frente a las necesidades crear el APRA ACTUAL, que nos obliga a repensar ideas (no ideología), organización y programas, hasta llevarlos al punto en el que se encuentre la pluralidad de nuestros sueños.

Y también pensar en los estatutos, ¿Qué hacemos con los estatutos?


(*)  Publicista, autor del libro “Que nunca cese tu capacidad de indignarte” y organizador de seis   campañas electorales. Activo promotor de la “Marcha de la Cuatro Suyos” (2000), ex presidente del directorio RTP, ex vice ministro de Turismo y ex asesor presidencial.

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