Wilfredo
Pérez Ruiz (*)
Se han cumplido 100 años del nacimiento de Fernando Belaunde Terry (1912
– 2002), dos veces presidente constitucional y figura singular en la historia
política del siglo XX. Sus cualidades éticas y democráticas, sumado a su
ejemplo de honestidad, deberán perennizar su memoria –entre otras razones- por
haber sido las virtudes más destacables de su limpia trayectoria.
Su
educación la transcurrió en el colegio La Recoleta y, posteriormente, en
Francia donde concluyó sus estudios secundarios. Arquitecto graduado en la
Universidad de Texas, ha sido considerado uno de los peruanos que más recorrió
nuestra accidentada y extensa geografía. De sus inquietudes y conocimientos
surgió uno de sus afamados proyectos, la carretera Marginal de la Selva que
abarca desde la vertiente oriental de los andes desde Venezuela hasta Bolivia.
Fundador de la revista “El
arquitecto peruano” y del Instituto de Urbanismo del Perú. Destacó en la
docencia en la Pontificia Universidad Católica y en la Escuela de Ingenieros.
De esta última llegó a ser primer decano de la Facultad de Arquitectura. En
1945 es elegido diputado por Lima como integrante del Frente Democrático
Nacional que llevó a la presidencia de la república a José Luis Bustamante y
Rivero. Su primera postulación a la jefatura de estado se produce por el Frente
Nacional de Juventudes (1956). Un año más tarde funda Acción Popular y dos años
después aparece su obra “La conquista del Perú por los peruanos”.
La privilegiada formación intelectual
recibida le permitió confrontar e interpretar mejor el complejo escenario
nacional, diseñar inventivas con indudable visión de futuro y padecer las
incomprensiones afrontadas por los hombres de mundo. Entendió que las
enseñanzas de nuestros antepasados eran un referente para alcanzar nuevos
horizontes, sobre la base de los valores inherentes a su desarrollo
comunitario.
Su versación de la convulsionada realidad
nacional y su vinculación con el conservacionista Felipe Benavides, influyeron
para llevar a cabo iniciativas -en el quehacer ambiental- de trascendencia. Tal
vez la obra más recordada es el Parque de Las Leyendas, en cuya etapa inicial
participaron entusiastas su hija Carolina Belaunde Aubry, su cercana colaborada
Violeta Correa Miller y su edecán Enrique Barreto Estrada, entre otros.
La vicuña
también estuvo entre sus preocupaciones. En 1963, su gobierno
tramitó ante el ministerio británico de Desarrollo en el Extranjero, la venida
al Perú del consejo técnico sobre vida silvestre, el biólogo Ian Grimwood
–héroe de la Segunda Guerra Mundial- para realizar estudios científicos con la
finalidad de promover el establecimiento de nuevas áreas naturales protegidas.
Luego de sus pormenorizadas
investigaciones indicó que la población de nuestra “descendiente nacional”
(como escribiera César Vallejo en “Trilce”), se encontraba seriamente amenazada
y propuso constituir la
Reserva Nacional de Pampa Galeras. Paralelamente, comenzaron las gestiones oficiales para suscribir el
Convenio para la Conservación de la Vicuña (firmado entre Bolivia y Perú, y
luego se adhirieron Argentina, Chile y Ecuador) en 1969. El gobierno peruano
coordinó con los Estados Unidos y Gran Bretaña -los mayores mercados de telas
de este recurso- para prohibir la importación de su fibra.
El ex jefe
de estado comparte con Benavides sus apreciaciones sobre los éxitos obtenidos
con la vicuña: “Tengo que agradecerte una vez más por tu acertado consejo y tu
decidida orientación en lo referente a la preservación de la vicuña en Pampa
Galeras. Aunque los correspondientes laureles te pertenecen por entero, me
halaga que obra tan trascendente se realizara en mi tiempo. Las estadísticas
son consagratorias en cuanto al aumento de la población” (Washington, octubre 3
de 1977).
También,
su clara concepción sobre los beneficios textiles de esta extraordinaria
especie la manifiesta en su editorial “Idilio y lucha de Felipe Benavides”
(El Comercio, febrero 24 de 1991): “...Y tuvo razón Benavides porque ningún
aporte peruano es más elocuente que el textil, pues mientras los famosos
gobelinos franceses –según Reid- raramente muestran más de 20 hilos de urdimbre
por pulgada, el antiguo Perú exhibe ejemplares con 398...Allí fuimos maestros,
no discípulos; conquistadores, no conquistados...Allí el mensaje andino
adquirió su máximo esplendor. Es bueno recordarlo en estos tiempos en que se
nubla la identidad nacional y se ‘cesa’ a los que la iluminan con luz de
patriotismo y sensibilidad de artistas”.
El nombre
de Belaunde estará siempre vinculado a
la vicuña. En su época se inició la más importante recuperación de esta especie
-jamás efectuada en la era republicana- con el propósito de incorporar el
aprovechamiento de la lana esquila de animal vivo -mediante confecciones
textiles- para favorecer a las colectividades campesinas.
El Parque
Nacional del Manu, declarado Zona Reservada en 1968, se hizo una realidad a
partir del respaldo recibido durante su mandato. Esta área tiene una variedad
muy grande de ecosistemas, cada uno incluye
diversidad de especimenes de plantas y animales, y exhibe amplia
cantidad de variedades en extinción. Comprende una gama ecológica extensa que
abarca desde bosque húmedo tropical hasta
formaciones altoandinas.
Uno de los
exponentes más admirables de la costa Sur del Pacífico, la Reserva Nacional de
Paracas fue posible debido a su intervención. En 1968, se iniciaron las
tratativas con la finalidad de crear un santuario nacional. Este lugar sirve de
reencuentro a aves migratorias –que
llegan desde Alaska camino a la Patagonia- y es codiciado por la ornitología,
reconocida la belleza y colorido de sus desiertos y el esplendor de la Cultura
Paracas.
El Parque
de Las Leyendas, Pampa Galeras, Manu y Paracas se han concretado gracias a la
dedicación de un gobernante comprometido con la conservación y utilización
inteligente del patrimonio natural, fuente de esperanza para lograr el anhelando
bienestar de los pueblos del Tercer Mundo. Belaunde entendió que nuestra rica
ecología representa una inmensa
posibilidad económica y social.
Disfruté
al conocerlo a fines de los años 80 –durante una visita que él hizo con los
alumnos de la Universidad San Antonio Abad del Cusco- en el Parque de Las
Leyendas y guiarlos en su recorrido. Luego coincidimos en ocasiones en casa de
nuestro querido y común amigo Felipe Benavides. Siempre caballeroso, amable y
atento a la platica. Era poseedor de gran carisma personal, suscitaba un
sentimiento de afecto su sencillez. Su pequeño y acogedor departamento de San
Isidro hacía gala de su desapego a lo material. Anaqueles llenos de libros, una
réplica del monitor Huáscar, diplomas, condecoraciones y numerosas fotografías
eran su insólita riqueza tangible.
Ha sido el
único gobernante –en los últimos 30 años- que ha dejado Palacio de Gobierno sin
mancha ni cuestionamiento alguno en relación a su conducta personal y pública.
Jamás tuvo comportamientos deslucidos, censurables y sórdidos. Su sobriedad y
buenas formas lo hacían merecer el respeto incluso de sus adversarios. “Él ha
sido el último mandatario de quien se ha podido decir que era dueño, en todos
sus actos, de un natural señorío”, señala el historiador Héctor López Martínez.
Su
honradez y transparencia nos trae a la memoria que la política aún puede ser
una causa noble, de genuino servicio al pueblo, que convoque a gente honorable
y comprometida. Coincido con Augusto Rey
Hernández de Agüero, cuando en su artículo “Un
ejemplo que debe sobrevivir”, afirma: “…La figura de Belaunde tiene tanto
valor, pues le recuerda a un país –golpeado por la corrupción, el cortoplacismo
y la mezquindad-, que la política y la decencia pueden convivir. Por todo eso y
más, no debemos dejar morir el legado de un hombre que señaló el camino para
hacer política de una forma distinta”.
Sus
enaltecedoras convicciones cívicas y su grandeza moral constituyen la más
honrosa herencia de Fernando Belaunde. Como pocos, en un país marcado por la
traición y el sometimiento, fue fiel a su vocación y destino. Mi tributo al
estadista intensamente apasionado con el porvenir de la patria.
(*) Docente, miembro del
Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas -
Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/
Fernando
Belaunde con su esposa Violeta Correa en el Cusco. Abajo, con
el
conservacionista Felipe Benavides. FBT, un demócrata ejemplar.
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