Mario
Barturén Dueñas (*)
La economía peruana, macroeconómicamente hablando,
es calificada como modelo continental y hasta mundial por
analistas y consultores, tanto de
organismos internacionales especializados, como de profesionales
independientes que trabajan para entidades
bancarias y financieras. Por las
cifras y proyecciones no hay objeción ni
duda alguna de tales calificaciones.
Pero se están dando
reiteradas situaciones paradójicas, respecto a que nuestros razonables
optimismos del crecimiento macroeconómico se enfrentan con nuestra realidad popular,
ya que vivimos a diario con desórdenes
callejeros que impiden que
contemos con la tranquilidad pública, a despecho
de la congestión vehicular y la
delincuencia común con la que convivimos día y noche ante la ineptitud e incapacidad de nuestra policía.
¿Por
qué se da esta paradoja, de ser ponderado macroeconómicamente y ser al mismo
tiempo, un país tercer mundista con los riesgos de los desordenes callejeros
por reclamos salariales y la
violencia terrorista del narcoterrorismo?
La
respuesta para entender esta paradoja, es que la macroeconomía la
construye el país moderno: las
empresas con su tecnología, los técnicos bien remunerados, que generan las grandes ganancias que se convierte en el PBI,
impuestos a la renta con los cánones que se guardan como tesoro de ricos en
país pobre.
El
tesoro público, los gobiernos regionales y los municipios provinciales, que
gobiernan burocráticamente, son unos ricos
con plata ajena que, insensiblemente, no se iluminan para manejar el presupuesto público y el SNIP con
criterios flexibles y con prioridades para prever estos
reclamos callejeros y dinamizar las inversiones públicas.
La
burocracia pública pobre reclama, por el efecto de demostración: Tanto se
informa de la bonanza macroeconómica, que obvio, que presiona para disfrutar
algo de esta bonanza
¿Qué debemos
hacer?
No
hay que cambiar el sistema económico, como sueñan irresponsables anti sistema.
Lo que necesitamos es “modernizar el Estado”. En otras palabras
“tecnificar a la burocracia, bien
estimulada salarialmente y con estabilidad de funcionario público de la carrera
pública, que elimine de una vez por todas los puestos de favor que son eventuales
y que se homologuen el salario con aumentos anuales por meritos y /o por
carrera pública
Dicha
modernización del estado debe se ejecutada por una élite de técnicos,
independientes de la burocracia pública, que desarrollen sus
propuestas con criterio independiente e imparcial, que propongan
las mejoras a la colectividad, para que se generen
opiniones para que sean votadas como
propuestas mediante referéndum virtual.
A partir de allí, las autoridades del gobierno aprobarán las leyes y se
implementará el proceso de modernización
del estado.
Espero
establecer esta iniciativa ciudadana a través de nuestro boletín digital de
nuestro Comité Distrital de San Borja. Voy
a proponer el desarrollo de las propuestas en las siguientes ediciones.
A
la luz de los resultados, la modernización del estado por
los poderes supremos, por los
ministerios y gobiernos regionales
no han dado resultados
satisfactorios. Tal vez no
funcionan los cambios por los mismos responsables, como dice el sabio consejo
“juez y parte” se queda con la
mayor parte del poder.
Vamos
a probar
por la iniciativa popular y los poderosos
deberán ser muy honestos
de escuchar a la voz
del pueblo, que es la
voz de Dios.
(*) Militante
del Comité Distrital de San Borja del Partido Aprista Peruano, Contador Público
Colegiado, magister en Administración de Empresas, consultor y docente
universitario.
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