Nelson
Vásquez Juárez (*)
En su libro “Noventa años de aprismo.
Hay, hermanos, muchísimo que hacer”, el ex presidente Alan García Pérez,
intenta justificar la orientación política su segundo gobierno, cercana al
neo-liberalismo, con citas de libros del creador del aprismo, Víctor Raúl Haya
de la Torre. Así, erróneamente Alan García, trata de fundamentar en textos del
jefe y fundador del Partido del Pueblo su apoyo a la aprobación del Tratado de
Libre Comercio con los Estados Unidos; asimismo, equivocadamente intenta
afirmar que Haya no aprobó las profundas reformas realizadas por el gobierno de
Juan Velasco Alvarado.
JUAN
VELASCO ALVARADO
Alan García afirma que Haya “más adelante
rechazó el aislacionismo proteccionista del gobierno militar de 1968-1980 y lo
calificó como la economía del célebre Robinson Crusoe.” Agrega que “más
adelante, en 1968, enfrentó (Haya) también a la dictadura militar de Velasco
Alvarado, quien pretendía, según algunos, cumplir parte del programa aprista de
1930.”
Sin embargo, Víctor Raúl Haya de la
Torre afirmó que el programa de gobierno de Juan Velasco Alvarado era el
programa aprista de 1930. Esto lo dijo en los discursos por el Día de la Fraternidad
de 1971, 1972, 1973 y 1974; también en su discurso del 21 de septiembre de
1972, con ocasión del 42 aniversario del Partido Aprista Peruano.
Así, Víctor Raúl en su discurso del 20
de febrero de 1971, aseveraba respecto del programa militar, “que el programa
aprista perseguido, por el cual habíamos sido nosotros proscritos 40 años,
adquiría ahora la vigencia de ser un nuevo guión de reformas y
transformaciones, en nombre de una revolución militar.”[1]
Y en ese mismo discurso Haya dijo que “y este es el fenómeno de la llamada
‘revolución peruana’: el programa enhestado por la Fuerza Armada en esta época,
que hay que reconocerlo y hay que decirlo con gallardía y con sinceridad, es el
mismo programa del Partido Aprista de 1931.”
En su discurso del 18 de febrero de
1972, Haya de la Torre señaló que “no queremos que el país retroceda, porque
todas las reformas preconizadas, anheladas, proclamadas hoy, pertenecen
originariamente a nuestro ideario y son parte inseparable de nuestro previsor
programa doctrinario de 1924 y 1931”.
Con ocasión del 42 aniversario del
Partido Aprista Peruano, el 21 de septiembre de 1972, el jefe del aprismo,
expreso que “simplemente opinamos como ciudadanos que reconocemos que gran
parte de este programa es programa originariamente nuestro.”
TRATADOS
DE LIBRE COMERCIO
Sobre este tema el ex jefe de estado
señala que “Haya de la Torre reconoció los aspectos novedosos y positivos de la
‘Política del buen vecino’ propuesta por Franklin Delano Roosevelt como el
‘paso más importante que haya dado un gobernante de los Estados Unidos a favor
de las relaciones interamericanas’ (…) Por tanto, los Tratados de Libre
Comercio y Complementación Económica (TLC) establecidos soberanamente con otras
naciones, recogen todos los conceptos de la madurez del pensamiento de Haya.”
Lo afirmado por Alan García es erróneo
porque Víctor Raúl afirmó que la Política de Buena Vecindad de Roosevelt era la
política de un presidente de los Estados Unidos, y que por lo tanto no era una
política permanente. Así, Haya en su artículo “El ‘Buen Vecino’: ¿Garantía
definitiva?”, afirmó en forma acertada lo siguiente: “Importa, sin embargo,
hacerse una simple reflexión: esta política iniciada por Roosevelt hacia los
pueblos de Indoamérica no es sino una plataforma de programa de gobierno
adoptada por el presidente, tan duradera como el New Deal o como la presencia
de Mr. Hull en la Secretaría de Estado. Vale decir, es una política temporal,
sin ninguna garantía de perdurabilidad.”
Si para Haya de la Torre, la Política del
Buen Vecino era una “política temporal, sin ninguna garantía de
perdurabilidad”, entonces, no se puede afirmar que los tratados de Libre
Comercio “recogen todos los conceptos de la madurez del pensamiento de Haya.”
Más aún cuando el propio Haya afirmó que “puede acontecer que el presidente
Roosevelt y su partido pierdan la mayoría en las próximas elecciones, y que
advenga un republicano del tipo del otro Roosevelt, gran antimonopolista dentro
de su país y un perfecto jingo-imperialista fuera de él, quien, según el juicio
reciente de un periodista norteamericano, tomó Panamá en una manera que
‘sugiere los métodos de Mussolini’”.
Haya también dijo con gran realismo que
“la tesis del Buen Vecino como la doctrina Monroe, puede prestarse en el futuro
a múltiples interpretaciones, en algunos casos peligrosas. Su indeterminación,
su lirismo, no concuerdan con la ruda realidad de las cuestiones prácticas que
ella tiende a absolver. Es un ilustre enunciado, un avizor y generoso
propósito, pero, apenas, un paso en el nuevo y ancho camino de las expectativas
indoamericanas.”
Por otro lado, el planteamiento aprista
“Por la Unidad de Indoamérica”, se sustenta en que los pueblos indoamericanos
sólo pueden hacer frente al poderío económico de los Estados Unidos, uniéndose.
Así, en el prólogo a las “Obras completas”, fechado 30 de enero de 1977, Haya
expresaba que “ante este creciente poder norteamericano, predominante y a veces
amenazador, sobre el retrasado conjunto de las divididas y desorganizadas
repúblicas de nuestro continente, se había fundado el APRA.”
Recordaba el jefe del aprismo que la
alianza popular de manuales e intelectuales, “ellos constituirán los estados
antiimperialistas, futuros integrantes de nuestra federación democrática
continental que resolverá “la gran cuestión” de saber tratar con los dos tipos
de imperialismo -el del capitalismo
privado y el del capitalismo de estado, hoy en pugna por el poder mundial- de cuyos peligros expansionistas y bélicos
sólo podrá salvaguardarnos la formación de los Estados Unidos de Indoamérica
que conformarán la nación de territorio más extenso del planeta y, actualmente,
la más poblada después de China”. Agrega Haya de la Torre que “cumplida así la
ley histórica de su interdependencia creciente, nuestras hoy aisladas y débiles
repúblicas hermanas, al realizar su integración política, podrían coexistir con
las grandes potencias industriales, aún antes de culminar su desarrollo cabal.”
Como podemos apreciar, para Haya de la
Torre es la unidad de los pueblos indoamericanos la que “resolverá ‘la gran
cuestión’ de saber tratar con los dos tipos de imperialismo.” En forma
individual cada país no tiene el potencial para tratar adecuadamente con los
Estados Unidos. Por eso, no se puede afirmar que están dentro de la línea del
pensamiento aprista el suscribir los Tratados de Libre Comercio suscritos en
forma aislada con los Estados Unidos y la Unión Europea.
Otro argumento que señala Alan García
para apoyar los Tratados de Libre Comercio es aseverar que “debemos actualizar
los conceptos y aceptar que la integración económica y social de nuestro país
se viene dando con otros pueblos y economías a través de los tratados de libre
comercio” y agrega que “la contigüidad ya no es un principio de integración
económica. Lo es mucho más la coincidencia en los intereses y la
complementariedad de las economías en su win-win,
su ganancia mutua.”
Las afirmaciones de Alan García nos
hacen ver que no ha comprendido a cabalidad la propuesta aprista de integración
Indoamericana. Por cuanto la doctrina aprista incluye también una visión
filosófica e histórica de Indoamerica. El libro de Haya de la Torre
“Espacio-Tiempo-Histórico” y “Pueblo Continente” de Antenor Orrego, textos
fundamentales de la doctrina aprista donde están las reflexiones filosóficas de
estos dos grandes pensadores. Así, Antenor Orrego ha escrito sobre la misión y
destino de América, que “nuestro destino surge del pasado maravilloso de
la Vieja América, cuyos gérmenes vitales
se han incorporado a nuestro ser, y, luego, de Europa, cuyas esencias dinámicas
se han transfundido en nuestra vida, pero que, para nosotros, es pasado,
también.” Agrega Orrego que “es la cultura que estamos obligados a crear desde
América.”
Además, el filósofo aprista señala que
“estamos asistiendo…al renacimiento de la Nueva América en su ingreso a la
historia, como factor decisivo de cultura”.
Orrego precisa que “Nuestro destino histórico nos ha llevado al borde de
esta tremenda responsabilidad que es nuestra misión. (…) Desde América debe surgir, está surgiendo ya un nuevo humanismo que,
por la pulsación ecuménica de la hora en que nace, incluye a todos los pueblos
de la tierra en una apertura integral y universal de la conciencia humana,
venciendo y superando todas sus limitaciones y oclusiones anteriores, causantes
de la presente crisis mundial.”
Y Haya de la Torre en su libro citado
dice lo siguiente: “Esta es, en síntesis, la breve reseña del origen y
planteamiento de la teoría del Espacio-Tiempo-Histórico, transfondo filosófico
de la doctrina aprista y respuesta al interrogante que tantas veces me formulé
en los días de mi inquieta adolescencia: ¿Dónde ubicar en un esquema lógico de
la Historia el mundo americano, su pasado y su presente, para avizorar su
destino?”.
Apreciamos que tanto Haya de la Torre
como Antenor Orrego escribieron sobre la filosofía del aprismo, para ambos el
tema de la unidad Indoamericana, no sólo era un tema de tema de integración
económica, sino que reflexionaron sobre el destino de Indoamericana.
(*) Abogado,
integrante del Taller Antenor Orrego y autor de los libros “Haya desde la
izquierda” y “Las sombras de Mariátegui – El primer ‘caviar’ de la historia”
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