Al cierre de esta edición llegó la
lamentable noticia del deceso del congresista y líder de la izquierda peruana,
Javier Diez Canseco. Un peruano íntegro, un ciudadano ejemplar y comprometido
con sus ideales cívicos y democráticos. Un político, como pocos, entregado a
sus postulados hasta su muerte.
Estudió la primaria en el Colegio
Inmaculado Corazón y la secundaria en el Colegio Santa María Marianistas. Su
padre era gerente del Banco Popular y vivió en un ambiente acomodado. A pesar
de su formación religiosa, dejó de practicar la fe católica cuando ingresó a la
Pontificia Universidad Católica del Perú.
Estudió derecho en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos y sociología en la Pontificia Universidad Católica
del Perú. Sufrió de poliomielitis cuando tenía un año de edad, lo cual lo ha
dejado con una característica cojera.
Presidente del Partido Socialista del
Perú. Su trayectoria partidaria, parlamentaria, política y social, nos recuerda
que es posible reconciliar la decencia y la honradez con el quehacer público,
sin desmayos ni abdicaciones. Así lo demostró durante su paso por la actividad
pública.
Valiente, honesto, leal y en él apreciamos
un conjunto de valores perdidos -en un país marcado por la traición, el miedo,
la apatía y la indiferencia- y un referente de fidelidad. José Carlos
Mariátegui, alguna vez expresó: "En el Perú es difícil mantenerse fiel a
un principio y a una convicción". Javier: Una enaltecedora excepción.
Adversario de muchos. Supo enfrentar a
la dictadura de la década pasada, lideró movimientos sociales, afirmó ideales y
convocó entusiasmos ciudadanos. Protagonizó su última batalla enfrentando la
corrupción y la inmoralidad en una nación lacerada por una profunda crisis
moral.
Renunció a su condición de clase a
temprana edad y se enroló en asentamientos humanos. Su discapacidad física
nunca le impidió "hacer camino al andar". Mi homenaje a este
militante de las filas de la izquierda peruana que, en tiempos recientes, fue
maltratado por el Congreso de la República al que llegó -en el actual período-
con una de las más altas votaciones. Demostró dignidad al rechazar la
suspensión de la injusta sanción impuesta por el Poder Legislativo.
Fue miembro de la Asamblea Constituyente
de 1978, diputado (1980) y senador de la república. En este último Congreso de
la República llegó –en las filas de Gana Perú- para asumir una tarea
fiscalizadora en la que encontró muchos obstáculos y trabas. En días recientes,
escribió su última carta en defensa de los derechos de los trabajadores. Su
lecho de enfermo no fue obstáculo para continuar trabajando por una patria
grande, noble y justa. Honor al adversario caído. (Nota del editor)
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