1 abr 2012

Editorial


Estimados compañeros,

            La política peruana es cambiante y está llena de acciones imprevistas propias, tal vez, de nuestra condición de país en vías de evolución y maduración democrática. Hemos visto -en semanas recientes- como la atención de la “clase política” se sigue concentrando en quehaceres coyunturales como la controversia por los privilegios del hermano del jefe de estado, la posible revocatoria de la alcaldesa de Lima, las relaciones diplomáticas del Perú con el Reino Unido, las interpelaciones ministeriales pendientes y un sinfín de temas de efímero valor y vigencia.

Pero, desde nuestra perspectiva, existen grandes asuntos nacionales que no son colocados en la agenda nacional y que, además, fueron –en su momento- una de las más visibles banderas electorales del presidente Ollanta Humala Tasso. La lucha frontal contra la corrupción, la transformación social y económica, el retorno a la vigencia de la Constitución Política de 1979, para citar solo algunos pendientes. Estos temas por los que votó un amplio sector ciudadano, al parecer, están siendo arriados con el beneplácito de la clase política que está “feliz” (presumen en decirlo) que el actual jefe de estado no esté cumplimiento con lo ofrecido en la contienda electoral que lo llevó a Palacio de Gobierno. Es decir, estamos al revés, se celebra que el presidente de turno no cumpla lo ofrecido en la campaña que determinó su victoria en las ánforas. El colmo!

También, debemos anotar la visible falta de voceros e interlocutores en el Poder Ejecutivo. Ello hace que este vacío sea “llenado” por una primera dama que asume roles, funciones, protagonismos y declaraciones que no ayudan al fortalecimiento del liderazgo del primer mandatario, por quien el pueblo votó en las elecciones generales del 2011. Tenemos una denominada “pareja presidencial” que, al más puro estilo toledista, cree que el pueblo eligió a una dupla para conducir los destinos nacionales. Nada más errado.

Es lamentable tanto silencio en el inquilino de la Casa de Pizarro y el “piloto automático” con que se gobierna en el afán de proseguir el modelo económico vigente y no implementar cambios en las injustas estructuras sociales del país, a fin de construir una sociedad justa que posibilite la adecuada distribución de la riqueza y el bienestar para los más pobres.


Anhelamos que, prontamente, se hagan las rectificaciones esperadas. Los indicadores nos alertan de la inexistencia de voluntad política en un régimen donde las decisiones adoptadas no expresan siempre la imprescindible cohesión interna que brinde estabilidad y gobernabilidad a la nación.



                                                                         Arturo Loli Caballero
Secretario General
Comité  Ejecutivo Distrital de San Borja
Partido Aprista Peruano

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