Daniel
Parodi Revoredo (*)
“La CVR considera que la causa inmediata
y fundamental del desencadenamiento del conflicto armado interno fue la
decisión del PCP-SL de iniciar la lucha armada contra el Estado Peruano, a
contracorriente de la abrumadora mayoría de peruanos y peruanas, y en momentos
en que se restauraba la democracia a través de elecciones libres”. CVR,
conclusiones.
En un
pasado post señalé –a propósito de los diez años de la CVR- que no se estaba
difundiendo testimonios de familiares de militares víctimas del terror. Mi
comentario generó reacciones, seguro comprensibles, que asociaron mi opinión
con las tesis negacionistas de actores políticos conservadores como Martha
Chávez o Rafael Rey. En realidad, mi post lo motivó la experiencia cotidiana de
haber conversado el tema en las aulas universitarias. En ellas recogí opiniones
de jóvenes hijos de militares o policías que estuvieron delegados a las zonas
de emergencia y que no se sienten debidamente reconocidos por la sociedad en
los discursos –léase imaginarios, percepciones- que se han diseminado acerca
del conflicto interno.
Sobre el particular, quisiera compartir
los siguientes dos apuntes:
1. No es cierto que el informe final de
la CVR coloque a los militares en condición de igualdad con SL y MRTA, de
hecho, dicho informe señala que los grupos subversivos iniciaron la guerra y
que son responsables por ella. Lo que no hace la CVR, pues no podría hacerlo,
es silenciar los abusos y excesos cometidos por las fuerzas del Estado al
combatir la subversión. De hecho, si queremos cerrar las heridas que dejó en
nuestra sociedad aquel infausto conflicto debemos partir del reconocimiento de
que sí hubo excesos del Estado contra la población, nos guste o no nos guste.
2. No se ha logrado edificar un discurso
sobre el conflicto interno que integre en él la versión de los militares y
policías. Es decir, un relato a través del cual ellos puedan contar su historia
y cómo la vivieron. Con esto no estoy señalando que la CVR omite estos
testimonios pues no los omite. Lo que digo es que en el nivel mediático –que es
fundamental porque genera la percepción o representación de la realidad- no se
ha consolidado un discurso que valore el desempeño de las fuerzas del orden en
el conflicto interno y que distinga dicho desempeño general de los excesos
cometidos, los que, naturalmente, deben ser conocidos y sancionados.
Alguna vez tuve la grata experiencia de
tener frente a mí, sentados juntos, a Edgardo Riveros y Roberto Arancibia,
político y militar chilenos que estuvieron de un lado y otro de la vereda
durante la dictadura pinochetista. Lo que más llamó mi atención fue la madurez
con la que ambos compartieron conmigo su mirada del proceso, alternándose en el
uso de la palabra, y mostrándose, recíprocamente, un profundo respeto. Por eso
es probable que el problema de memoria del Perú, respecto del conflicto
interno, no parta de los contenidos de la CVR, sino de pensar, equivocadamente,
que su informe representa el final del proceso de reconciliación que nuestra
sociedad requiere.
En realidad, el informe de la CVR debe
ser entendido como el punto de partida de un intenso trabajo entre las partes
que suponga, por ejemplo, dinámicas grupales con deudos de militares y civiles.
Creo que lo que falta, en nuestro caso, es que las diferentes historias del
conflicto dialoguen en simultáneo; es decir, que las partes se conozcan,
conversen e intercambien sus experiencias. Creo que así pasaremos del
“pasado-presente” del conflicto interno al “pasado-pasado”, es decir, a una
dimensión temporal en la que finalmente sintamos que lo ocurrido ya pasó para
que la sociedad, en su conjunto, pueda superar el trauma y madurar con la
lección de tan terrible experiencia.
(*) Licenciado
en Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú, escritor, columnista en Diario
16 y La Mula en temas a las relaciones peruano-chilenas, historia y política
peruana. Docente en la UPC y la PUCP.
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