Nos
complace publicar la interesante e ilustrativa entrevista realizada por la
prensa.pe a Luis Fernando Brugué Valcárcel, nieto y entusiasta promotor del legado
intelectual del historiador peruano Luis E. Valcárcel –quien entregó su vida al
estudio y mejor entendimiento del Perú- con motivo de la reciente presentación
del libro “Luis E. Valcárcel: del indigenismo cusqueño a la antropología
peruana”, editado conjuntamente por Petróleos del Perú (Petroperú), el
Instituto de Estudios Peruanos (UEP) y el Congreso de la República.
¿Cuántos años tenía usted cuando
falleció su abuelo, Luis E. Valcárcel?
Cuando mi abuelo murió, yo tenía 26
años. En una época viví en su casa, en Lord Cochrane, en Miraflores. Viví en un
departamento que estaba en la parte superior de su casa. Recuerdo que bajaba y
lo veía siendo entrevistado por sus discípulos o conversando con sus alumnos.
Era muy joven y no conocía mucho la magnitud del personaje que había detrás de
él.
¿Qué recuerdas de su personalidad?
Era
una persona muy metódica y siempre tenía un horario para todo. Recuerdo que por
las tardes comía un pan con plátano. Antes de acostarse se lavaba los dientes y
no se enjuagaba. Por algo será que vivió hasta los 96 años. Tenía todo
perfecto, su cabello, sus dientes, todo. Creo que mi abuelo se fue más por
tristeza luego de la muerte de su esposa.
Muchos creían que tu abuelo había nacido
en Cusco.
Claro,
pero él nació en Ilo (Moquegua). Lo que pasa es que mis bisabuelos,
prácticamente, sin cumplir el año de nacido, lo trajeron a Cusco, escapando un
poco de los problemas de la Guerra del Pacífico. Antes de cumplir el año, mi
abuelo empezaba a nutrirse de toda esa alma andina, de todo el mundo de los
incas, de la tradición de esos pueblos.
¿En qué momento te percataste de la
magnitud del personaje que era Luis E. Valcárcel?
Fue a
una edad ya más madura. Siempre consideré a mi abuelo como una persona querida por mucha gente. Había leído su obra,
pero en realidad esta es tan vasta que me era imposible conocerla toda. Luego
investigué más, llegué a “Ruta cultural del Perú” y empecé a interesarme cada
vez más por sus trabajos. Me percaté de lo trascendental de su figura. Mi
abuelo era un hombre que hizo mucho por el Perú.
Fue una persona que revalorizó la
cultura andina.
Prácticamente
antes de él no se hablaba del Imperio incaico. Se hablaba de los pueblos
indígenas. Luego de Valcárcel es que se revaloriza la cultura incaica,
precolombina.
Cuando
mi abuelo inicia sus estudios, había un desprecio por lo indígena.
Prácticamente en la época en que Valcárcel publica sus libros había un
menosprecio por todo lo indígena, se veía la historia desde Pizarro. Mi abuelo
negó eso y resaltó que desde mucho antes tuvimos una cultura riquísima.
Además, fue un precursor de la corriente
indigenista.
Junto
a varios intelectuales, mi abuelo formó el grupo Resurgimiento. Efectivamente,
fue un propulsor de la corriente indigenista, que luego se refleja en todo lo
que es el arte, la historia. Fue de esa corriente que surgieron más adelante
personajes importantes como José María Arguedas.
¿Le quedaron obras pendientes por
publicar?
Desde que murió su editor, Juan Mejía
Baca, no se volvieron a publicar mayormente obras suyas. Como que eso se quedó
en ‘stand by’. Luego de unos años, a mi regreso de España, mi madre, Gloria Valcárcel
de Brugué, me delegó el trabajo de poner en valor la obra de mi abuelo, además
de su archivo personal.
¿Qué contiene el archivo de Luis E.
Valcárcel?
Tiene
unos 35 mil documentos que están en el Museo de la Nación y ocho mil
fotografías. Muchos consideran que es una de las colecciones de fotos
antropológicas más importante del país. Sería complicado estimar el valor
económico del archivo de mi abuelo. No solo el valor económico, sino también el
histórico.
¿Parte de este archivo puede verse en
las dos publicaciones de Petroperú?
Hay
algo que puede verse en esta obra, son algunas cartas publicadas con José
Carlos Mariátegui y César Vallejo. Mira, Mariátegui nunca estuvo en la sierra
y, sin embargo, pudo escribir algo como “Los siete ensayos de interpretación de
la realidad nacional”. Sabía mucho sobre el campesinado también. Esto fue
posible gracias a la información que le dio mi abuelo, Luis E. Valcárcel.
¿Por qué la forma de llamarlo Luis E.
(punto) Valcárcel?
Muchos
creían que era Luis Enrique, pero no, es Luis Eduardo. La verdad creo que era
una forma de diferenciarse. Inclusive, cuando yo fui a buscar unas partidas de
nacimiento de mi madre, encontré que en los documentos él firma Luis E.
Valcárcel. Siempre quiso firmar de esta manera y ser muy auténtico.
¿Hubo interés de universidades del
extranjero por el trabajo de tu abuelo?
Mi
abuelo tuvo una relación muy estrecha con representantes de la antropología
norteamericana. Luego de ser ministro de Educación, se codeó con los más
importantes antropólogos de los Estados Unidos y del mundo. Hizo además un
intercambio intelectual muy importante con ellos. Estos aportes a favor del
Perú se iniciaron con Julio C. Tello y luego se prolongaron con mi abuelo.
Tu abuelo fue uno de los intelectuales
más importantes de una generación que quizás ya hoy no podría repetirse…
Realmente
sí. Es de la generación de Mariátegui, Haya de la Torre y Vallejo. Se
conocieron todos y tuvieron una relación muy estrecha. Las pruebas son las
cartas existentes. Todos le escribían con admiración y respeto a mi abuelo.
Luis E. Valcárcel tuvo una gran relación con Riva Agüero, Haya de la Torre y Mariátegui.
Siempre estuvo por delante el respeto a las ideas, algo que no se observa hoy.
¿De quién fue la iniciativa para
publicar estos dos tomos sobre Luis E. Valcárcel?
Me
contraté con Carlos del Águila de Petroperú y con el Instituto de Estudios
Peruanos, entidad de la cual mi abuelo fue presidente y fundador. Hubo el apoyo
también del Congreso de la República. Es la primera vez que tres instituciones
de tal magnitud se unen para hacer realidad una publicación tan importante como
esta.
Fuente: www.laprensa.pe
Luis
E. Valcárcel, uno de los más intensos y acuciosos
investigadores
de nuestra historia e identidad nacional.
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