Juan Herrera
Tello (*)
El 24 de abril el ahora denominado Estado
Plurinacional de Bolivia, ha demandado a su par chileno, ante la Corte
Internacional de Justicia con sede en La Haya, para que este organismo
internacional falle emplazando a Chile, y este, negocie de buena fe, con el
propósito que Bolivia obtenga un acceso soberano al océano Pacifico.
Las negociaciones
en el Derecho Internacional Público contemporáneo, son evidentemente de buena
fe, es imposible que lo contrario sea considerado derecho. Por eso desde el
mismo planteamiento boliviano, encontramos una retórica propia de
principiantes, como si se tratara otra de “las bromas” a los que nos tiene
acostumbrado el actual presidente plurinacionalista boliviano.
En
la demanda planteada no se invalida y menos se niega el Tratado de 1904,
instrumento internacional donde Bolivia cede a perpetuidad su antigua costa,
sin que de por medio su capital esté ocupada, y menos que su parlamento haya
sido coaccionado para realizar aquella cesión; como en otras oportunidades he
manifestado, el Tratado de 1904 no es más que una política de estado consumada
por dos administraciones bolivianas diferentes, esta se inició en el periodo
presidencial de José Manuel Pando y se culminó durante la administración de su
sucesor, Ismael Montes.
Hemos
visto que algunas autoridades bolivianas, no obstante dirigir los destinos de
su país desde encumbrados puestos públicos, afirmar con mucha seguridad que el
Tratado de 1904 había sido impuesto por la fuerza. Esta demanda era la ocasión
fundamental para demostrar aquello de la “imposición”, pero como hemos ya
comprobado solo se trata de infortunadas expresiones de personajes innombrables
que se encuentran de espaldas a sus textos de historia y con la demanda se
determina consolidación del Tratado ciento nueve años después.
Chile
ha logrado con esto un importante reconocimiento sin quererlo, y su victoria de
1879 refrendada en un Pacto de Tregua en 1884 primero, y en el Tratado de 1904
después, ahora en pleno siglo XXI el Estado Plurinacional de Bolivia, “sucesor
del viejo, caduco y oligarca estado boliviano”, ha oleado para la posteridad,
todo aquel reclamo por una costa en territorios que alguna vez fueron del
altiplano.
La
guerra de 1879 se inició porque el estado boliviano violó una clausula
económica del Tratado de 1874, ante esta situación el Perú estaba ligado a
Bolivia por un Tratado de Alianza Defensiva y no obstante que Bolivia no había
sido agredida, el Perú decidió ir en defensa de su aliado. La guerra acabó para
Bolivia el 26 de mayo de 1880, a partir de esa fecha el Perú cargó con todo el
peso de la contienda hasta que fuera vencido su último bastión de resistencia
en Huamachuco; Lima, la capital de la república había sido ocupada años atrás y
la capitulación de Ancón fue el remedio doloroso para obtener la paz, y liberar
el territorio nacional de la desgracia en que se había sumido una parte de
nuestro territorio. Es necesario recordar lo ocurrido con el Perú a quien se le
impuso el Tratado de Ancón, muy diferente al caso boliviano.
Volviendo
a la demanda boliviana, si el Tratado de 1904 no ha sido negado, entonces. ¿Cómo
pretende obtener una costa en el Pacífico? Es imposible que sea al sur de su
antiguo litoral, ya que no hay posibilidad de una continuidad geográfica entre el
territorio boliviano con la costa. Lo que busca “nuestro aliado histórico” es una
salida al mar por lo que fue territorio peruano. Lo cual indica la continuación
de la bajeza en que incurren las autoridades altiplánicas, por querer obtener
una parte de la amputada heredad territorial del Perú que fue el fruto de la
victoria de Chile y causa de una guerra de conquista, además de la desgracia de
todo su pueblo. Acá no se trata de revanchismos.
La
misma demanda altiplánica establece que Chile está obligado a tratar y luego
ceder una costa a Bolivia; que esta obligación ha sido incumplida y que es
deber de Chile cumplir.
La
demanda boliviana se inicia diciendo que hay una “disputa”. Ante eso nos
preguntamos: ¿Qué territorios se encuentran en esa situación, cuando hay
tratados internacionales donde se demarcan fronteras ya establecidas? La
disputa existe cuando un territorio se encuentra en indefinición de su
soberanía, y dos o más estados se encuentran en conflicto por el mismo. Bolivia
no ha establecido un territorio, menos lo ha singularizado, y para que haya una
disputa se necesita que los títulos del poseedor no sean conformes a derecho. Las
disputas se hacen sobre la base de cosa cierta, y con mayor razón con lo que
fue propio, y por un acto de fuerza se le arrebató.
Lo
único que fue propio para Bolivia fue su llamado territorio litoral, el viejo
Partido de Atacama, como así rezaba la demarcación colonial, y que se
encontraba dentro de la jurisdicción del Perú al momento de su independencia,
hasta la usurpación realizada por Bolívar, que privó a Chile y al Perú, que
limiten como lo habían estado ancestralmente. Entonces nos encontramos con una
“disputa” sobre cosa ajena, un proceso por territorios que no fueron ni por
asomo bolivianos.
Si
el Tratado de 1904 no se encuentra en discusión, entonces los territorios que
si se encontrarían en “disputa” son Tarapacá y Arica, lugares por donde si hay
una continuación territorial hacia el océano, con lo cual está demostrado que
el doblez de la política internacional del ahora llamado Estado Plurinacional
de Bolivia es el de revisar tratados que ellos no son signatarios con el
propósito de involucrar al Perú en su contencioso, como lo veremos en otra
parte, analizando cada uno de sus supuestos “fundamentos” en lo cual debemos
estar preparados y rechazarlos como una constante corona fúnebre a aquellos que
no se corrieron por la defensa de nuestra heredad territorial.
(*) Abogado, experto en asuntos internacionales e
históricos, cercano colaborador y discípulo de Alfonso Benavides Correa. jcherrerat@yahoo.com
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