29 sept 2013

Bolivia y Chile en la Corte de la Haya

Juan Herrera Tello (*)


El 24 de abril el ahora denominado Estado Plurinacional de Bolivia, ha demandado a su par chileno, ante la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya, para que este organismo internacional falle emplazando a Chile, y este, negocie de buena fe, con el propósito que Bolivia obtenga un acceso soberano al océano Pacifico.


Las negociaciones en el Derecho Internacional Público contemporáneo, son evidentemente de buena fe, es imposible que lo contrario sea considerado derecho. Por eso desde el mismo planteamiento boliviano, encontramos una retórica propia de principiantes, como si se tratara otra de “las bromas” a los que nos tiene acostumbrado el actual presidente plurinacionalista boliviano.
En la demanda planteada no se invalida y menos se niega el Tratado de 1904, instrumento internacional donde Bolivia cede a perpetuidad su antigua costa, sin que de por medio su capital esté ocupada, y menos que su parlamento haya sido coaccionado para realizar aquella cesión; como en otras oportunidades he manifestado, el Tratado de 1904 no es más que una política de estado consumada por dos administraciones bolivianas diferentes, esta se inició en el periodo presidencial de José Manuel Pando y se culminó durante la administración de su sucesor, Ismael Montes.

Hemos visto que algunas autoridades bolivianas, no obstante dirigir los destinos de su país desde encumbrados puestos públicos, afirmar con mucha seguridad que el Tratado de 1904 había sido impuesto por la fuerza. Esta demanda era la ocasión fundamental para demostrar aquello de la “imposición”, pero como hemos ya comprobado solo se trata de infortunadas expresiones de personajes innombrables que se encuentran de espaldas a sus textos de historia y con la demanda se determina consolidación del Tratado ciento nueve años después.

Chile ha logrado con esto un importante reconocimiento sin quererlo, y su victoria de 1879 refrendada en un Pacto de Tregua en 1884 primero, y en el Tratado de 1904 después, ahora en pleno siglo XXI el Estado Plurinacional de Bolivia, “sucesor del viejo, caduco y oligarca estado boliviano”, ha oleado para la posteridad, todo aquel reclamo por una costa en territorios que alguna vez fueron del altiplano.  

La guerra de 1879 se inició porque el estado boliviano violó una clausula económica del Tratado de 1874, ante esta situación el Perú estaba ligado a Bolivia por un Tratado de Alianza Defensiva y no obstante que Bolivia no había sido agredida, el Perú decidió ir en defensa de su aliado. La guerra acabó para Bolivia el 26 de mayo de 1880, a partir de esa fecha el Perú cargó con todo el peso de la contienda hasta que fuera vencido su último bastión de resistencia en Huamachuco; Lima, la capital de la república había sido ocupada años atrás y la capitulación de Ancón fue el remedio doloroso para obtener la paz, y liberar el territorio nacional de la desgracia en que se había sumido una parte de nuestro territorio. Es necesario recordar lo ocurrido con el Perú a quien se le impuso el Tratado de Ancón, muy diferente al caso boliviano.

Volviendo a la demanda boliviana, si el Tratado de 1904 no ha sido negado, entonces. ¿Cómo pretende obtener una costa en el Pacífico? Es imposible que sea al sur de su antiguo litoral, ya que no hay posibilidad de una continuidad geográfica entre el territorio boliviano con la costa. Lo que busca “nuestro aliado histórico” es una salida al mar por lo que fue territorio peruano. Lo cual indica la continuación de la bajeza en que incurren las autoridades altiplánicas, por querer obtener una parte de la amputada heredad territorial del Perú que fue el fruto de la victoria de Chile y causa de una guerra de conquista, además de la desgracia de todo su pueblo. Acá no se trata de revanchismos.

La misma demanda altiplánica establece que Chile está obligado a tratar y luego ceder una costa a Bolivia; que esta obligación ha sido incumplida y que es deber de Chile cumplir.
La demanda boliviana se inicia diciendo que hay una “disputa”. Ante eso nos preguntamos: ¿Qué territorios se encuentran en esa situación, cuando hay tratados internacionales donde se demarcan fronteras ya establecidas? La disputa existe cuando un territorio se encuentra en indefinición de su soberanía, y dos o más estados se encuentran en conflicto por el mismo. Bolivia no ha establecido un territorio, menos lo ha singularizado, y para que haya una disputa se necesita que los títulos del poseedor no sean conformes a derecho. Las disputas se hacen sobre la base de cosa cierta, y con mayor razón con lo que fue propio, y por un acto de fuerza se le arrebató.

Lo único que fue propio para Bolivia fue su llamado territorio litoral, el viejo Partido de Atacama, como así rezaba la demarcación colonial, y que se encontraba dentro de la jurisdicción del Perú al momento de su independencia, hasta la usurpación realizada por Bolívar, que privó a Chile y al Perú, que limiten como lo habían estado ancestralmente. Entonces nos encontramos con una “disputa” sobre cosa ajena, un proceso por territorios que no fueron ni por asomo bolivianos.

Si el Tratado de 1904 no se encuentra en discusión, entonces los territorios que si se encontrarían en “disputa” son Tarapacá y Arica, lugares por donde si hay una continuación territorial hacia el océano, con lo cual está demostrado que el doblez de la política internacional del ahora llamado Estado Plurinacional de Bolivia es el de revisar tratados que ellos no son signatarios con el propósito de involucrar al Perú en su contencioso, como lo veremos en otra parte, analizando cada uno de sus supuestos “fundamentos” en lo cual debemos estar preparados y rechazarlos como una constante corona fúnebre a aquellos que no se corrieron por la defensa de nuestra heredad territorial.


(*)  Abogado, experto en asuntos internacionales e históricos, cercano colaborador y discípulo de Alfonso Benavides Correa. jcherrerat@yahoo.com

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