1 sept 2013

Editorial

Estimados amigos, vecinos y compañeros,

            El gobierno –teniendo como interlocutor al primer ministro Juan Jiménez Mayor- acaba de lanzar la iniciativa del diálogo nacional con los más representativos partidos políticos, a fin de sostener reuniones con sus líderes y buscar consensos mínimos que faciliten implementar o determinar reformas, iniciativas legislativas y medidas en algunos importantes temas nacionales.

Sin duda, “dialogar no es pactar” es una célebre frase de nuestro querido líder histórico Ramiro Prialé -quien sirvió de enlace entre el Partido del Pueblo y sectores conservadores de la vieja política peruana en la década de los años 50- que, además, exhibe la trayectoria de acercamiento, entendimiento y negociación de un político moderno, democrático y con visión de servicio al país.

Creemos que estos encuentros con los partidos políticos –aunque tardío y sin contar con el entusiasta auspicio del jefe de estado- constituyen una oportunidad para el Poder Ejecutivo y la maltrecha clase de política de poner a prueba la posibilidad de sentar las bases de mínimos entendimientos que hagan posible trabajar asuntos relacionadas con las demandas sociales más urgentes.

En una sociedad no habituada al dialogo, al entendimiento y la concertación entre sus líderes más los representativos dirigentes, resulta novedoso e incluso generan sobre expectativas las conversaciones que, en una democracia madura y con una élite política a la altura de su deber con la historia, sería plenamente cotidiana. Esto prueba lo lejanos que estamos de constituirnos en una democracia con sólidos valores de convivencia social en donde seamos capaces de concertar voluntades en bien del país.

Desde nuestra perspectiva, es conveniente que este proceso de diálogo tenga continuidad y sostenibilidad con el propósito de garantizar la implementación de sus acuerdos y, lo que es más importante, crear mecanismos institucionales (el Acuerdo Nacional puede ser uno de ellos) que faciliten su seguimiento y la evaluación. De esta manera, se habrán sentado las bases para concretar reformas e iniciativas en el corto y mediano plazo que, especialmente, sean percibidas por la ciudadanía en la atención de sus necesidades más apremiantes.

Dialogar entre nuestros políticos debe ser –así esperamos- una manifestación de su voluntad de acercamiento en una colectividad fragmentada por adversidades no superadas, ausencia de visión, sórdidos cálculos electorales y una mezquindad encubierta que ha contribuido a alejar a la clase política del sentimiento nacional y, por lo tanto, sea evaluada tan negativamente por los ciudadanos.
           
                                                                                                                             Arturo Loli Caballero
                                                                                             Secretario General
Comité  Ejecutivo Distrital de San Borja
Partido Aprista Peruano

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