29 sept 2013

Editorial

Estimados compañeros,

Hace 40 años la democracia latinoamericana se vio resquebrajada por el censurable golpe de estado contra el presidente chileno Salvador Allende Gossens (1908 – 1973), quien representaba a un conglomerado de fuerzas de izquierda agrupadas en la Unidad Popular y que, además, fue  legítimamente elegido por sufragio directo, universal y secreto.
Allende es recordado por haber sido un destacado político desde sus tiempos en la Universidad de Chile. Fue sucesivamente diputado, ministro de estado, senador y presidente de la Cámara Alta de 1966 y 1969. También, candidato a la presidencia de la república en cuatro oportunidades. En 1970 -en una reñida elección a tres bandas- obtuvo la primera mayoría relativa de un 36,6 por ciento, siendo ratificado por el Congreso de la República con el aval del Partido Demócrata Cristiano. De ese modo, se convirtió en el primer presidente marxista que accedió al poder a través de elecciones generales en un estado de derecho.
Su gobierno enfatizó el intento de establecer un camino no violento hacia un estado socialista usando medios legales –la vía chilena al socialismo–, como por proyectos como la nacionalización del cobre, la estatización de las áreas claves de la economía y la aceleración de la reforma agraria. Inició cambios económicos y sociales aplaudidos por los sectores menos favorecidos de la sociedad chilena y que, por cierto, motivaron la disconformidad de los ámbitos más conservadores.
Más allá del enjuiciamiento político de su gobierno –en el que enfrentó a los sectores reaccionarios de la derecha chilena aliada a la permanente intromisión conspirativa de la administración norteamericana del presidente Richard Nixon- Salvador Allende constituye un referente de consecuencia, coherencia y dignidad con los compromisos asumidos con su pueblo en defensa de la institucionalidad democrática.
No aceptó renunciar al cargo de jefe de estado. Pagó con su vida, el 11 de setiembre de 1973, salvaguardar la majestad del estado de derecho. Su voz firme, escuchada por sus compatriotas en su último mensaje a través de radio Caracol, evidencia la grandeza de un demócrata cuyas credenciales de honestidad, lealtad y decencia ocupan un honroso lugar en la historia continental. Su testimonio de vida constituye un ejemplo para hombres y mujeres que, a través de la actividad política, se han entregado a la causa del pueblo y de la justicia social.
Sus conmovedoras palabras finales muestran su enaltecedora dimensión moral: “¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. Honor y gloria a Salvador Allende.

                                                                                                     Arturo Loli Caballero
                                                                               Secretario General
Comité  Ejecutivo Distrital de San Borja
Partido Aprista Peruano

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