Para nadie es secreto que para el amauta
Luis E. Valcárcel no existió descanso alguno en su desafío de lograr
reivindicar al indio. Acciones por las que innumerablemente fue cuestionado en
su condición de académico. Esta vez, Petroperú -mediante su sello de ediciones
Copé- acaba de lanzar dos tomos titulados “Luis E. Valcárcel: del indigenismo
cusqueño a la antropología peruana” que compilan ensayos, artículos y textos del
pensamiento del ilustre historiador y antropólogo peruano.
La presentación se mostró expectante en la
reciente Feria Internacional del Libro; iniciándola el arqueólogo Carlos del
Águila con los agradecimientos de ley, para pasarle luego la posta al nieto del
amauta; Luis Fernando Brugué Valcárcel, que en principio agradeció el trabajo
del también historiador Luis Rénique.
Brugué mencionó la invalorable labor que
emprendió su abuelo desde muy joven, que apenas a los doce años hizo su primer
periódico “El Heraldo” y un tiempo después, a los dieciocho años, en 1909,
había iniciado la primera huelga en la universidad del Cusco. A consecuencia de
ello la casa de estudios empezó con sus investigaciones para resolver la problemática
educativa de la época.
También, recalcó que en el segundo tomo
se habla más del aspecto científico de las investigaciones de su abuelo,
aplicando la etnología y la etnografía como ciencias.
Finalmente, intervino el arqueólogo y
catedrático Luis Guillermo Lumbreras, quien tuvo el privilegio de ser alumno de
Valcárcel y Arguedas. “Valcárcel no era un historiador, era un subversivo”,
afirmó con vehemencia Lumbreras, quien volvió a citar la conocida movilización
estudiantil del Cusco para frenar una gestión inapropiada de parte de una
universidad semi feudal.
En el Perú existía un gran problema para
la sociedad y era “El Indio”; mentalidad que Valcárcel tenía que erradicar de
las alienadas mentes post-hispánicas. Ya que, en Lima, solo había un 15 por
ciento de criollos, y el resto (75 por ciento) eran indígenas que hablaban el
quechua. Lengua madre que gradualmente se fue perdiendo por la preponderancia
de lo externo. Lumbreras también citó uno de sus libros favoritos escritos por
Valcárcel “De la vida Incaica” (1924).
En cuanto a la independencia del Perú,
Valcárcel siempre tuvo clara su posición del significado de ser peruano, que
consistía en asumir la verdadera integridad, y que ya no tendría que haber
Madre-patria; pues, la verdadera Madre-patria estaba en el Perú, y no en
España.
El Inca Garcilaso de la Vega no estuvo
ajeno en el discurso de Lumbreras, que para él fue como un anterior Valcárcel
de la historia peruana; pues Garcilaso vio el desmoronamiento del templo de
Sacsayhuamán de parte de los españoles, pero nadie le creía. Y, luego de algunos
siglos, Valcárcel en el año 1933 se fue a excavar a Sacsayhuamán, (la mayor
obra arquitectónica inca) y corroboró lo que dijo Garcilaso, que realmente
había sido destruida.
Luis Eduardo Valcárcel creía en los
pueblos colectivos, y no individuales, porque todos siempre necesitaron de
todos, mediante la reciprocidad, según los principios de la cooperación, tal
como existía en el incanato. “Tempestad en los andes” fue un libro que
Valcárcel lo planteó como una especie de lucha social. En el hablaba del nuevo
indio y su transformación, no dejando de lado su tesis de que la
multiculturalidad era la verdadera visión del Perú.
Fuente:
www.limagris.com/
(De
Izq. a Der.) Fernando Brugué Valcárcel, Luis Guillermo Lumbreras
y
Carlos del Águila en la exitosa presentación del libro
“Luis
E. Valcárcel: del indigenismo cusqueño a la antropología peruana”
en la
Feria Internacional del Libro.
(Arriba)
Fernando Brugué, nieto y recopilar de la obra de Luis E. Valcárcel,
durante
su documentada intervención. Abajo, el ilustre y recordado historiador.
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