La jornada del 23 de mayo de 1923 contra
la consagración del Perú al corazón de Jesús fue protagonizada por obreros y
estudiantes y dirigida por Víctor Raúl Haya de la Torre. El Perú comienza el
siglo pasado lleno de lo que hoy se llamarían “conflictos sociales”. Los
trabajadores habían logrado la jornada de las ocho horas de trabajo mediante un
paro general en enero de 1919. Los estudiantes luchaban contra el
conservadurismo y la esclerosis de los claustros, por la reforma universitaria,
haciéndose eco del grito de Córdoba, Argentina. En 1921 se funda la Universidad
Popular González Prada (UP), un esfuerzo educativo conjunto de obreros y
estudiantes sanmarquinos. Los estudiantes iban a dictar cursos a los
trabajadores, sin costo alguno, formándose un espacio de diálogo y comunicación
obrero-estudiantil.
En 1921 y 1922 Leguía cierra la
Universidad de San Marcos, con lo cual los estudiantes, impedidos de ir a
clases, tienen más tiempo para dedicarse a dar clases en la Universidad
Popular. Para 1923 la UP era toda una institución, tan es así que algunos
sindicalistas se quejaban porque la veían con más poder que los propios
sindicatos. Según Haya, la UP tuvo entre sus alumnos a cinco mil trabajadores y
trabajadoras.
Biblioteca Obrera de Bajo del Puente.
Salón de Lectura. Leyendo de pie Manuel Pedraza, obrero de construcción civil.
Fundada el mismo año de la U.P. se constituye en los años 20 en uno de los más
importantes espacios de debate.
En mayo de 1923 Leguía pretende manipular
el sentimiento católico de la población. Consagrando al Perú al corazón de
Jesús busca justificar la prórroga de su mandato presidencial. Es denunciado
por la prensa, por trabajadores anarquistas, por pastores evangélicos, pero
principalmente por Haya de la Torre y la UP. El 23 de mayo Haya pronuncia un
discurso ante una multitud de estudiantes sanmarquinos condenando “la
imposición del anacronismo clerical en el Perú”. Unos cinco mil estudiantes
hartos de dictadura, deseosos de libertad, salen desde la Casona de San Marcos
a las calles de Lima, en dirección a palacio de gobierno. Un contingente
policial sale a bloquearles el paso, ante lo cual se dividen en grupos más
pequeños e insisten en llegar a palacio. La policía a pie y a caballo carga
sobre los manifestantes con sables y disparos que matan a dos personas, un
obrero tranviario, Salomón Ponce, y un estudiante, Manuel Alarcón Vidalón. Ante
estos hechos la Federación Obrera local decreta un paro general.
Haya de la Torre se dirige a la multitud
de estudiantes sanmarquinos, que luego marchan por las calles de Lima, al grito
de “Libertad. Muera el tirano”.
Al día siguiente se produce otra
manifestación estudiantil y los estudiantes llegan a la Plaza de Armas donde
Haya pronuncia un discurso. Les dice a los policías No son ustedes
responsables de la medida de terror que han masacrado a nuestros compañeros. El
culpable es el sombrío tirano que se esconde allí, señalando al palacio de
gobierno (un criterio que tiene plena vigencia en la actualidad). Treinta mil
personas salen a las calles al sepelio de los dos fallecidos en la jornada de
protesta. Ese mismo día el arzobispo de Lima anuncia que se suspende la
consagración del Perú al sagrado corazón de Jesús. El movimiento de obreros y
estudiantes había triunfado: el poder daba marcha atrás. Haya de la Torre sería
arrestado en octubre de 1923 y haría una huelga de hambre de protesta. El
régimen leguiísta lo deportaría a Panamá para deshacerse de él.
24 de Mayo de 1923. Trabajadores y
estudiantes toman la esquina del Teatro Colón protestando por la muerte de
Ponce y Alarcón. Leguía suspendió la ceremonia de consagración.
Este es un hecho muy recordado por los
apristas en tanto que representa un evento fundador de lo que años después
sería el APRA. De esta jornada surgirían los dirigentes más importantes del
partido; la jornada quedó como un hecho simbólico, de culto y admiración al
jefe, una tradición interna del APRA, fue una movilización masiva y un hecho de
trascendencia nacional. Fue la protesta anticlerical más importante en la
historia del Perú.
El Perú no conoció la secularización que
sí tuvieron otros países de la región, como, por ejemplo, el Uruguay. El poder
de la iglesia católica fue y es prácticamente incuestionable. Ni siquiera los
movimientos de izquierdas o los autoproclamados liberales, con algunas
excepciones, se han caracterizado por su oposición a este poder. Sin embargo,
lo que no hacen las representaciones políticas u otras organizaciones lo hace
la propia ciudadanía que día a día “vota con los pies” abandonando la iglesia
católica en favor de otras confesiones, o de ninguna, la desprestigiada
dirigencia católica actual con su opción particularmente conservadora,
politiquera, autoritaria, irrespetuosa de los derechos humanos, de doble moral,
sólo parece haber acentuado este proceso. Y otras organizaciones cristianas o
no cristianas no es que tengan algo mucho mejor que ofrecerle a la ciudadanía
del país. El poder eclesial sigue ahí, incuestionado.
Una multitud de 30mil personas acompañó a
los féretros de los muertos en la jornada del 23 de mayo.
El homenaje de la Federación de
Estudiantes del Perú a los caídos en la jornada por la libertad de conciencia.
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