Wilfredo Perez Ruiz (*)
El 31 de mayo se celebra el “Día Mundial
del No Fumador”. Una importante conmemoración instituida por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) que tiene como finalidad señalar los riesgos del
consumo de tabaco para la salud y, además, fomentar políticas eficaces de
reducción de su consumo. Una tarea necesaria y encomiable debido a los
comprobados y elevados daños causados por el cigarro.
Las cifras
internacionales son alarmantes. Se estima que cuatro millones de hombres y
mujeres pierden la vida anualmente por enfermedades ligadas al consumo de
tabaco como cáncer al pulmón, dolencia pulmonar, obstructiva crónica e isquemia
cardiaco. Por su fuera poco, se calcula que el 2020 el cigarrillo se convertirá
en la primera causa de muerte e incapacidad por encima del Sida, la tuberculosis,
los accidentes de tránsito, suicidios y homicidios.
En el Perú, el uso de tabaco en la
población se inicia –según estudios recientes de Cedro- desde los 12 años y es
la segunda droga más absorbida después del alcohol. Afecta principalmente a los
grupos de edades entre los 17 y 40 años. Por otra parte, una feliz noticia: Los
lugares públicos cerrados (restaurantes, bares, salas de juego, pubs, etc.)
deberán ser espacios libres del humo de tabaco en cumplimiento de la Ley para
la Prevención del Consumo y los Riesgos por Fumar (Nro. 29517). Diversas investigaciones
demostraron que la concentración de nicotina en el cabello de los trabajadores
no fumadores -en los establecimientos con un ámbito del 20 por ciento de su
área permitida para fumar- era elevada y de alto riesgo para la salubridad.
Asimismo, capítulo aparte merece el
drama que padecemos los denominados “fumadores pasivos” que inhalamos con
frecuencia una cantidad equivalente a dos ó tres cigarrillos. Tenemos un riesgo
mayor al 30 por ciento de padecer males cardiacos y cáncer al pulmón en
comparación con los que no se exponen al humo del cigarrillo. Los efectos pueden
ser: Afecciones respiratorias (incluyendo el asma), agravamiento de trastornos
al corazón, molestias como irritación a la mucosa y otros.
Es conveniente precisar que el humo
respirado por los no fumadores es una mezcla de cuatro elementos diferentes:
Humo emitido por el cigarrillo en su quema espontánea, humo exhalado por el
fumador, contaminantes que se difunden a través del cigarrillo y expuestos por
el cigarrillo al momento de fumar. No olvidemos que, según acreditados
informes, el cigarro es el segundo motivo mundial de fallecimiento (tras la
hipertensión) y es responsable del deceso de uno de cada diez adultos.
Concluido este recuento relativo a los
severos daños del cigarro hablemos de las normas que se recomiendan observar al
fumador como parte de la elemental etiqueta social. Debo empezar diciendo, con
especial énfasis, que los fumadores deberán tener consideración y sentido común
para saber en que circunstancias fumar y en cuales no. No solo por el efecto
negativo a la salud generado a otros, sino por respeto a determinadas ocasiones
y acontecimientos.
Más allá de las prohibiciones,
felizmente vigentes, el fumador debe guardar una actitud cuidadosa hacia los
derechos de sus semejantes. Está demás indicar que se abstendrá de fumar en
situaciones en las que se hallen niños, adultos mayores, damas embarazadas,
enfermas o convalecientes de salud. También, al encontrarse en un lugar cerrado
que no permita la circulación del aire y donde la actividad del fumador
incomodará.
Algo muy esencial: Si usted fuma, cuando
sea invitado a casa de otra persona pida autorización al anfitrión y a sus
invitados para fumar; si no hay ceniceros visibles lo más probable es que no
esté permitido hacerlo; las colillas no serán arrojadas al suelo; en un
almuerzo o cena nunca se fuma antes del postre como algunos lo hacen sin ningún
reparo; no tenga prendido el cigarro mientras es presentado, es desagradable:
sea cuidadoso al momento de inhalar el humo, evitando las bocanadas y soplar
directamente hacia los demás.
Existen oficinas, públicas y privadas,
en donde he percibido a altos jerarcas aprovecharse de su elevado estatus para
fumar en reuniones de trabajo sin importantes el malestar que crean a quienes,
coincidentemente, son sus subordinados. Una pésima conducta que muestra una
elemental falta de educación y deferencia. Recuerde esta expresión: “Trate a su
inferior, como quisiera que lo trate su superior”. En estos mínimos detalles se
percibe el genuino respeto de los individuos.
Su cortesía es una prueba inequívoca de
su efectiva y armónica capacidad de convivencia social. Cuide su salud y de sus
semejantes, evite fumar y, especialmente, demuestre su alto grado de
autovaloración personal. A poco tiempo del “Día Mundial del No Fumador” piense
con detenimiento en su calidad de vida y prosperidad y, por cierto, recordemos
juntos las palabras del literato y político inglés Benjamín Disraeli: “La vida
es demasiado corta para que la hagamos mezquina”.
(*)
Docente, conferencista, periodista, consultor en organización de eventos,
protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/
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