Luciano
Cueva Malásquez
(*)
Existe
al parecer una lógica en la historia. Hechos que al darse en otros escenarios y
en otros espacios-tiempo tienen una categoría de cíclicos. Es decir, existen
acontecimientos que se dan de manera repetitiva, sobre todo aquellos que
muestran una relación tirante o de conflicto entre gobernante y gobernados.
En el
entendimiento de la historia se observa una serie de enfrentamientos que reúnen
las exigencias o reclamos por parte de los gobernados versus las imposiciones y
arbitrariedades, como también los abusos cometidos por los gobernantes.
A comienzos de 1920 la presencia de
marcadas diferencias sociales, la presencia de una aristocracia dominante -dueña de los centros de producción y de
diversos latifundios- y de una clase militar, que siendo poseedora de la fuerza
en defensa de la soberanía nacional se encontraba como una fuerza represiva
contra las grandes mayorías. También, había una clase popular dominada y
pujante.
En
todo conflicto social emerge una figura orientadora. Aquel personaje reconocido
como el líder de las grandes mayorías. La presencia de Víctor Raúl Haya de la
Torre como líder estudiantil, como figura orientadora de estudiantes y obreros,
fue un líder con un carácter de importancia sustancial en la historia peruana.
La
consagración al Corazón de Jesús debe entenderse como una treta política del
presidente Augusto B. Leguía en un intento perjudicial como absurdo de
perennizarse en el poder. Aunque considero que este un hecho aleccionador para
entender el devenir de la historia, pues este episodio posee un carácter
ambivalente o, si se quiere decir mejor, un valor y un contravalor.
El
contravalor es el conflicto, el enfrentamiento de obreros y estudiantes, la
muerte del obrero y del estudiante, el arresto de Haya de la Torre, su huelga
de hambre y posterior deportación. El valor es el heroísmo obreros y estudiantes,
las ansias de libertad de pensamiento y de conciencia, el triunfo al evitar la
consagración del Perú al Corazón de Jesús y el ingreso de Haya de la Torre en
la historia.
En
palabras del pensador Séneca: “El buen oro se prueba en el fuego, así como el
buen hombre se prueba en los momentos difíciles”. Estudiantes y obreros pasaron
la prueba de fuego, fueron valientes, fuertes y no se traicionaron así mismos
en el intento. El 23 de mayo de 1923 fue una fecha ennoblecedora que recuerda
la heroicidad de una generación comprometida con los destinos nacionales.
(*) Estudiante universitario, activista cristiano y secretario
de Capacitación y Cultura del Comité Ejecutivo
Distrital de San Borja del Partido Aprista Peruano.
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