Pasadas
ya las celebraciones de bienvenida al año novísimo, corresponde a los peruanos
plantearse en tierra firme objetivos, construir ambiciones y edificar el
pavimento de sus éxitos bajo el dintel de dos palabras claves: Hacer y
organizar.
El
reto consiste pues en declinar con firmeza la tendencia consuetudinaria al
poema de palabras bien enhebradas, recurrencia de discursos demagógicos sin los
cuales políticos, gobernantes, ministros o el 98 por ciento de los que
conforman la cosa pública, serían más o menos ceros estridentes y lamentables.
Perú debe enterrar lo que en términos simples se llama el jarabe de lengua.
Hemos leído con incredulidad que no
pocos intonsos consideran que luego de las audiencias orales entre Perú y Chile
en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, sólo queda, para entrar en el
paraíso maravilloso del abrazo definitivo con los del sur, el veredicto. ¡Nada
más lejos de la verdad!
Hemos sostenido que Perú se debe su
propia respuesta, una capaz de integrar a millones de connacionales de todas
las razas, orígenes, credos y tendencias, en un haz potente iluminador de
avenidas geopolíticas realistas y por los próximos 100 años.
Y es pertinente recordar que los clubes
electorales, mal llamados partidos políticos, carecen de planes o perspectivas
distintas que las de ocupar cargos públicos o legislativos. ¡Como si la
democracia representativa fuera la piedra filosofal para los sempiternos y
añosos problemas peruanos!
Hacer y organizar constituyen términos
cardinales para cualquier nación. Y esta tarea de incorporar con el ejemplo de
sus vidas al servicio de los demás, en la amplitud integral de disciplinas
sociales, políticas, empresariales y de índole variopinta, corresponde a los
líderes. No hay chance para una nación sin que los adalides sean limpios,
integérrimos, hacedores y organizadores de su sed y ambición de victoria.
Incómoda la interrogante en torno a si
esto es lo que ocurre en Perú. Sostengo que no es así. Casi el 100 por ciento
de hojas de vida ostenta mácula que transitan por la deshonestidad, falta de
escrúpulos, angurria desenfrenada, inmoralidad con los recursos públicos, desde
el gobierno o cuando fueron parte de ellos y en circunstancias que Palacio se
convirtió en festival de favoritismos y latrocinios mayúsculos.
Es
hora de hacer y organizar
Hacer de la honradez signo y sino de
vida. Para ser político, empresario, adalid o líder en la cosa pública o
privada ¡no es imprescindible robar! Este axioma debiera enseñarse desde las
mesas de casa hasta la universidad y centros de trabajo. ¿Quién no ha escuchado
la sentencia que claman los cacos en Perú: la política es sucia? De ese modo,
con manifiesto contrabando, se "legaliza" lo que es una aberración
patética. Los delincuentes roban y reaccionan, los ciudadanos construyen y
edifican.
Hay que organizar un Estado resistente
ante cualquier eventualidad o casus belli que pudiera asomar sus contornos en
los meses que siguen. Acatamiento no significa cumplir con lo que sentencie
cualquier corte internacional. Una cosa es la voluntad y aspiración y otra, muy
distinta, el comportamiento histórico de quienes han hecho mofa y burla a los
tratados y contratos, una política de estado. Quien o quienes prediquen la paz
del conformismo o la tumba del derrotismo son traidores.
A los empresarios toca una misión de
suyo delicada: impulsar, haciendo y organizando, el engrandecimiento de sus
éxitos y, por tanto, una mejor distribución de la riqueza lograda con sus
trabajadores.
El pacto social requiere de
modernización y la urgente mira que no vivimos tiempos placenteros y de solaz
sino de lucha y combate. Quien invierte desea ganar, sí es cierto, pero también
lo hará con más amplitud si agranda el radio de sus beneficios. Y todos
contentos.
Los hombres y mujeres libres del Perú,
los que no están vendidos a corporaciones cansinas y ortodoxas en sus metas hacia
afuera, tienen este 2013 la oportunidad de prestar su concurso patriótico sin
regateos ni majaderías.
Si la nación está como está es porque
cenáculos microscópicos y mediocres han sido dejados a su libre albedrío y
hambruna de recursos adquiridos de mala fe. Es inaudito quejarse de la
situación si no se hace nada porque ésta cambie y de modo radical.
En cuanto a quienes creemos en un Perú
libre, justo y culto, la promesa renovada de transitar por caminos de victoria.
En efecto y sin duda alguna podemos repetir: 2013, hacer y organizar.
(*) Con estudios
en Antropología. Ha sido asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores. Editor
en Perú de la Red Voltaire, colaborador y columnista de diversos medios
nacionales, escritor y estudioso de la realidad peruana.
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