Wilfredo
Pérez Ruiz (*)
El denominado “clima laboral” es uno de
los asuntos que, con primordial énfasis, se aconseja analizar al momento de ver
los indicadores de producción, integración, socialización y otros componentes
de enorme significado en el quehacer de una corporación. Omitir su
trascendencia es un error que refleja una visión limitada de sus alcances en la
prosperidad empresarial.
Un
elemento que no debe pasar inadvertido, al estudiar la rentabilidad del
negocio, es la generación de un óptimo ambiente en donde sus trabajadores se
sientan cómodos, respetados y se desenvuelvan altamente motivados. La
aplicación de las buenas prácticas de recursos humanos crea favorables
condiciones para un mejor rendimiento.
De allí la necesidad de destinar a los
colaboradores las mayores atenciones. Se sugiere diseñar un plan para el
personal que haga sentir conforme a cada integrante de la compañía. En tal sentido,
se forjará un vínculo de lealtad tendiente a reducir la frecuencia de rotación
y se incrementarán los estándares de satisfacción en los clientes.
En nuestro medio existen numerosas
empresas con un deficiente clima interno y que, además, no se ha detenido a
observar su relación con la baja productividad e incluso con la ausencia de
fidelidad. La actitud de un empleado –sin distinción de jerarquías y funciones-
refleja la “temperatura” del bienestar o malestar organizacional. Las
relaciones frías, cortantes y autoritarias –entre otros factores- influyen en
la conducta de sus integrantes.
La atmósfera interna está constituida
por un conjunto de características que facilitan o impiden el desenvolvimiento
y la competitividad. Este se percibe en gestos tan comunes como el vínculo de
los jefes con sus subordinados; las celebraciones internas; los estímulos,
reconocimientos y premiaciones; las políticas de comunicación corporativa; la
forma de recoger y canalizar inquietudes; los procedimientos en momentos de
crisis y reducción de personal; etc.
El trato ofrecido influye para afianzar
la entrega, identificación y formación personal. Conozco firmas comerciales
–incluso de reconocido prestigio- con la equivocada creencia que cumplir con el
pago puntual de los honorarios, respetar el ordenamiento legal vigente y dar
gratificaciones, es suficiente: Inexacto.
La actuación de quienes conducen la
organización es central para forjar positivas condiciones de trabajo. Ellos son
los referentes que, por su espacio de influencia, tienen un alto nivel de
ascendencia. Sin embargo, todavía se piensa que esta tarea es inherente al área
de recursos humanos, olvidando que todos brindan su cooperación para hacer
fluida la convivencia y armonía colectiva. Cada uno puede contribuir a fin de
concebir más agradable la interacción social.
Muchos individuos pasan ocho, diez o
doce horas al día laborando y, por lo tanto, la empresa se convierte en una
esfera esencial para ellos. El ser humano requiere saber que existe la
oportunidad de trascender. Por esta razón, es conveniente maximizar sus aportes
y, en consecuencia, la compensación que espera recibir no solo es económica. Se
sugiere fomentar un escenario en donde cada uno “quiera lo que hace”.
Existen entidades en las que el sueldo
constituye una asignación que hace sentir conforme y seguro. Es conveniente que
la remuneración se determine en concordancia con la jerarquía, responsabilidad,
calificación, etc. y evitar establecerla de modo antojadizo y subjetivo.
Debo anotar también las implicancias de
las retribuciones emocionales y espirituales. Éstas tienen una connotación que,
desde mi parecer, no debiera subestimarse. El empleado necesita percibirse
considerado, imaginar que ocupa un lugar en la vida y percibir que su función importa.
Las personas demandan tener orgullo, saber que contribuyen en la existencia del
negocio. Incentivar un sentimiento genuino de pertenencia facilitará la mutua
integración.
Las compañías modernas tienen en su
recurso humano una de las ventajas más firmes a fin de enfrentar al mercado y a
la competencia. No solo ofrecen un salario justo, sino que, además, brindan
incentivos, estímulos y promueven mecanismos para consolidar la identificación
con su centro de labores. Esto involucra poner en marcha programas de
Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en donde el colaborador y su entorno
familiar son una de las prioridades.
El ser humano reclama que el negocio le
ofrezca la oportunidad de crecer. Involucrarlo en las proyecciones futuras,
brindar capacitación, transparentar la información, crear canales democráticos
de discusión, fomentar la confraternidad, afianzar los valores institucionales
y demostrar -en el día a día- que el público interno hace posible la
prosperidad de la compañía, son iniciativas destinadas a posibilitar la
consolidación de un esperanzador y saludable ámbito organizacional.
(*) Docente,
consultor en organización de eventos, protocolo, imagen y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/
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