Marco
Flores Villanueva (*)
Al iniciar una de sus obras más
influyentes para el movimiento obrero, Lenin, el fundador de la Rusia Soviética
se refirió, con justificado ánimo zaheridor y denunciativo, a los homenajes de
que eran siempre objetos revolucionarios que ya habían pasado a mejor vida.
Señalaba Lenin que los apologistas centrales del héroe, los responsables del
discurso de orden y hasta los organizadores, siempre resultaban ser sus peores
enemigos en vida o sus falsos émulos o seguidores post mortem.
Para
comprobarlo, continuaba el líder soviético, bastaba con contrastar las
biografías de aquellos con las del líder caído, sus ejecutorías con el ejemplo
de vida del héroe, sus actos públicos y el resultado de su liderazgo con el
legado histórico del homenajeado.
¿Por qué resulta importante recordar esa
admonición, que también viene como relámpago acusatorio desde una tumba en
Trujillo, donde yace la luz, y desde las tumbas de los manes que murieron ayer
por el aprismo?
Porque el día de hoy se llevará a cabo
una romería al monumento de Haya, y habrá discursos de orden y “homenajes
rendidos” al ser humano y al político que fue Víctor Raúl. Y es ésta la mejor
oportunidad para el pueblo aprista de los leales pañuelos blancos de todas las
décadas y todas las generaciones, para contrastar el discurso apologético y
virtuoso de sus líderes con los hechos, con la realidad y para llegar a una conclusión
cierta respecto a la legitimidad y veracidad del contenido de una composición
oratoria creada ex-profesamente para la ocasión, o improvisada por la magia del
verbo, con una ejecutoria que debe ser consecuente con los deseos del Haya de
la Torre, que fueron siempre los deseos de su propio pueblo.
Por ello será importante enfrentar las
palabras con los hechos, los protagonistas de esos hechos con sus actos, para
llegar a la verdad y determinar si la participación de estos “líderes” en este
homenaje es en realidad una vergonzosa parodia, urdida por ellos para
promocionarse con la memoria limpia e inmortal de Haya, conscientes de su
desprestigio como clase política nacional, lo que ha quedado confirmado por los
actos públicos más recientes y que son de su exclusiva responsabilidad, y no
del partido de las grandes mayorías, actos que los divorcian de la voluntad del
pueblo y consecuentemente de la voluntad de Haya.
Así será preciso recordar en este día
que Haya fue un iconoclasta, no un político conservador o defensor del statu
quo. Haya fue un político que buscó subvertir la injusta y anacrónica
institucionalidad liberal exclusiva de los partidos políticos para jubilarla y
sustituirla progresivamente por una democracia funcional y participativa a través
de un Congreso Económico Nacional. Pero contrastando con ello y alejándose de
la última voluntad Víctor Raúl expresada en su intento de hacer realidad esa
nueva institucionalidad en el proyecto de Constitución de 1979, aquellos que
leerán hoy los discursos de orden en representación de la clase política
nacional y sus propios intereses son los defensores de una perversa
institucionalidad que margina a millones de peruanos porque han propuesto al
Congreso de la República el reforzamiento de esa sistema representativo falaz y
la irresponsable consagración del voto voluntario o la institucionalización
interesada de la apatía ciudadana por la política, resultado directo de sus
nefastos liderazgos.
Así será preciso recordar en este día, a
26 años de la desaparición física de Víctor Raúl, que Haya de la Torre fue un
luchador constante contra la corrupción y la inmoralidad. Y que fue él, con el
ejemplo de su vida limpia, proba, insobornable y modesta -recibiendo del erario
nacional un sol por su brillante servicio a la nación-, quien con toda
autoridad moral se colocó al frente de esa lucha.
En contraste, aquellos representantes de
la clase política nacional que lideran el aprismo y que darán los discursos de
orden en nombre del legado histórico de Haya, son los mismos personajes que
pese a recibir sueldos astronómicos para legislar en beneficio del país y no
ser pasivos de sobornos o presiones inconfesables, han tenido el descaro han
tenido la audacia y han tenido la osadía de promover y aprobar una ley que
favorecía impunemente a quienes habían articulado la más grande red de
corrupción en la historia de la república bajo el negro manto de la dictadura.
Así, será preciso recordar en este día,
pueblo aprista, pueblo del Perú, que los apologistas del discurso en mano o la
florida verborrea, héroes de barro que serán figuras centrales de esta semana
de homenajes a Víctor Raúl, son quienes vienen destruyendo internamente al
APRA, justificando su accionar con el soterrado recurso del llamado a la
“disciplina aprista”. Porque desde la muerte de Haya, la disciplina aprista ha
sufrido una lamentable deformación, alejándose del espíritu espartaco que la
vinculaba con el cuidado y cultivo de la salud física, o divorciándose de los
principios de la ética incaica, o las lecciones de orden que conducían a los
afiliados al Partido del Pueblo hacia la superación personal, el amor por la
lectura, las artes y las letras, el respeto por la ciencia, hasta la
asimilación de normas mínimas de comportamiento, empezando por asuntos tan
domésticos como la puntualidad.
Hoy, y por obra directa de los que
lanzarán discursos de orden en homenaje a Haya, la “disciplina aprista” es un
concepto degenerado que más se acerca a una ilota sujeción sumisa de quien la
abraza, que a una positiva actitud hacia la vida que propenda a la
dignificación, progreso y perfeccionamiento del individuo. Todo esto ha sido
sustituido por una obediencia indiscreta, alentado por un espíritu totalitario,
por una docilidad insana, por una raída sumisión que busca uniformar criterios
o imponer voluntades.
Con Haya de la Torre en vida floreció el
debate de los grandes problemas nacionales y mundiales al interior del APRA y
se sancionó y separó a quienes atentaban contra esa libertad. Con los
políticos-parlantes del discurso vacío pero siempre bien asalariado, y bajo el
oprobio de la institucionalidad falaz que han creado en el APRA, el debate al
interior del Partido del Pueblo es una práctica democrática que ha sido
desterrada. Porque no existe un ágora auspiciada por la dirigencia nacional que
ventile con largueza y generosa amplitud los temas trascendentales del aprismo,
o que sirva como fuero transparente para someter a los líderes al contralor de
los afiliados.
Mientras el orden jurídico que organiza
una sociedad civilizada crea los medios y garantiza a los ciudadanos el derecho
de interpelar libremente a sus gobernantes, el Partido Aprista Peruano a través
de sus representantes más conspicuos, se substrae de esa legalidad resignando a
sus afiliados a una organización oscurantista, divorciada de los más
elementales procedimientos que permiten una mínima supervisión de la conducta
de sus líderes.
Contrastando dramáticamente con el uso
de herramientas de control democrático a las autoridades civiles, como el impeachment
al presidente de la república, o la censura que ejerce el parlamento para
despedir a los ministros, todo ello bajo la lupa de la opinión pública, en el aprismo
está proscrita esa libertad. Es más, se reprime abiertamente con la amenaza o
la prepotente materialización de la expulsión a todo aquél que interpela o
cuestiona a sus “autoridades”.
Por ello, aprista y compañero, viejo
luchador o joven ilusionado con el cambio, al rendir justo homenaje el día de
hoy a la memoria inmortal de Haya, que sirva este ejercicio de reencuentro
espiritual con el legado histórico del fundador del aprismo para contrastar su
paso ejemplar por esta vida con el activo y pasivo de una dirección política
que ha dejado de representar al pueblo y al propio Víctor Raúl, para
representarse ella misma y defender sus propios intereses particulares y
facciosos, como casta nacional anacrónica, asalariada y culpable de la desdicha
y el hambre del pueblo del Perú.
¡Por la renovación de la Alianza Popular
Revolucionaria Americana!
(*) Abogado, compositor, estudió Política Internacional en la Universidad
de Harvard, ex presidente del Comité Consultivo del Consulado General del Perú
en Boston y miembro de la Sociedad Americana de Compositores. www.marcofloresvillanueva.blogspot.com
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