Rafael
Torrao Ortiz (*)
La gran epopeya aprista en la historia
del Perú tiene en cada mes del año una efeméride que recordar. Octubre mes
emblemático, nos convoca a rendir homenaje a los héroes de la revolución del 3
de octubre de 1948, como todos los años los apristas del Callao se movilizan y
en el malecón chalaco frente al Mar de Grau recuerdan a los hombres y mujeres
que protagonizaron está acción revolucionaria encabezados por nuestro querido
compañero Juan Manuel Ontaneda.
Nos
encontramos, al pie del malecón, el sábado 6 de octubre de 2012 a las 11 horas
con Juan Manuel Ontaneda héroe de la revolución de 1948. Ontaneda es ahora, un
aprista veterano pero de hablar enérgico y claro; al terminar el homenaje jóvenes dirigentes
del Partido del Pueblo entregan como presente
un cuadro, que muestra al joven teniente Ontaneda de 22 años en
inmaculado uniforme blanco propio de un oficial de la Marina de Guerra del
Perú, compañeros y compañeras aplauden al unísono, vemos la emoción en sus
rostros. Luego vendría el mensaje del c. Juan Manuel Ontaneda, ver y oír a un
aprista de trayectoria heroica como él, nos transporta 60 años atrás en la
historia, a épocas en las cuales ser aprista era el camino más seguro para
terminar en el cementerio o la cárcel, o en el mejor de los casos, quizá en el
destierro.
Y claro está la pregunta que salta en
nuestra mente es ¿por qué? un joven oficial de la Marina con el futuro
asegurado arriesga su carrera y su vida por la causa del aprismo. Son varias
las respuestas: por convicción ideológica, por rechazo a la desigualdad y
pobreza quizá, o por la búsqueda de la justicia social. Pero cada una de estas
tres razones o situaciones pueden repetirse en otras latitudes, en otras
sociedades o en otros países, es muy probable. La pobreza, la injusticia, la
desigualdad, sumados al dogmatismo ideológico han generado diversos fenómenos
sociales.
Sin embargo me queda claro, que aquí hubo
algo más que estas razones. Hubo el aporte personal, superior, quizá deberíamos
llamarlo “cósmico” de la figura de Víctor Raúl Haya de la Torre. Un auténtico
predicador de su evangelio, un predicador ¡jamás un fariseo! Que predicó
principalmente con el testimonio que fue su vida. Tenía, y tiene por cierto, eso que no se
puede comprar, que no es material, que no existe universidad alguna que pueda
conceder esa condición, grado o título, y que tampoco lo otorga una resolución
suprema o ministerial.
Es simple, Haya de la Torre tiene una
estatura moral que es inalcanzable e irrepetible y que está basada en su
entrega total y permanente vocación de servicio, pero fundamentalmente por su
HONESTIDAD. Alguien me dijo alguna vez
que mientras el jefe del Partido del Pueblo estaba dando una misión, hizo una
pausa y dijo: “Jamás he pedido que un aprista haga algo que yo no he hecho
antes.” También otros recuerdan que
decía: “No hemos fundado el partido para vivir del PRESUPUESTO NACIONAL”. Frase que encontramos recurrente en sus
discursos.
Esta es la razón por la cual no le fue
difícil, durante 70 años, lograr el concurso de varias generaciones y
promociones de hombres y mujeres, verdaderamente NOTABLES, en el apostolado
aprista. Podemos afirmar que, 30 años después de su partida, aún es su imagen
la que nutre de militantes las juventudes del partido. Esa fue la grandeza de
Haya de la Torre en América, también de Gandhi en la India y de Mandela en
Sudáfrica, verdaderos titanes, hombres gigantes y colosos en sus continentes;
pero felizmente, ninguno de ego colosal.
El presente tiene como protagonista al
personalismo y la vanidad que, ayer como hoy, hicieron tanto daño a nuestro
partido. Es muy lamentable esta coyuntura, pues nos queda claro que esas
conductas no convocan a personalidades virtuosas sino -por el contrario- sólo
convocan apetitos, codicia y oportunismo. Es difícil esperar algo distinto de
quienes entendieron mal a Haya de la Torre. A lo largo de nuestra historia,
nuestro jefe estuvo cerca de la banda presidencial, pero nunca cerca de una
banda de pillos. El jefe daba misiones de riesgo de vida, hoy otros son
entendidos en “comisiones” como forma de vida.
En fin, lo que tiene que suceder
sucederá! y el espíritu de Haya de la Torre resurgirá invicto. Nosotros, en
tanto con renovado entusiasmo, apostamos por el futuro, trabajamos para que
emerjan de nuestras canteras juveniles nuevos y grandes liderazgos apristas,
acrisolados por la HONESTIDAD de Haya de la Torre, ese gran testimonio moral de
vida, permanece intacto a la espera que los jóvenes lo recojan y lo hagan suyo
también. Nadie podrá competir contra ese legado, cualquier personajillo de hoy
será efímero y pasajero, lujosos autos y casas son solo vanidades fatuas,
títulos y cargos son sólo pequeñeces, tener como único proyecto partidario una
candidatura o un cargo son sólo intereses bastardos. El APRA siempre será más grande, pobre quizá,
pero siempre DIGNA.
Muchos callan hoy, como ayer guardaron
silencio cómplice. Sólo les queda aplaudir cualquier disposición o medida que
se adopte aunque eso lesione la institucionalidad partidaria, que eso no nos
detenga! creo firmemente que después de la noche siempre viene un amanecer,
paciencia SI, pero con acción y entusiasmo en ese camino estamos juntos y recordando
la FRASE INMORTAL del Cachorro Manuel Seoane “HASTA QUE SEAMOS POLVO EN VIAJE A
LAS ESTRELLAS”.
(*) Militante
aprista desde años 16 años, fue integrante del Comando Nacional de la Juventud
Aprista Peruana (JAP), ex secretario nacional de Capacitación y actual secretario
general del Comité Distrital de Jesús María del Partido Aprista Peruano.
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