Wilfredo
Pérez Ruiz (*)
A finales del
siglo XIX se consideraba la locura como un comportamiento que rechazaba las
normas establecidas. Con el transcurso de los años este concepto ha
evolucionado hasta tener distintas connotaciones. La noción vigente está
enlazada a un desequilibrio mental expresado en una percepción distorsionada de
la realidad, la pérdida del autocontrol, las alucinaciones y el proceder
absurdo o sin motivo.
Todas las
sociedades crean paradigmas de conducta. Por lo tanto, quien asume una
actuación diferenciada corre el riesgo de ser calificado de “loco”. Lo
controversial es cuando ésta denominación se emplea, sin mediar mayor análisis,
en cualquier individuo cuya usanza –aunque responda a su criterio y reflexión-
contradice los modelos implantados.
En el ameno libro “El espejo del líder”,
del catedrático e investigador peruano David Fischman, encontré una encantadora
fábula para compartir con usted: “Cuentan que un campesino se enteró de que el
río estaba a punto de contaminarse con cierta sustancia que enloquecería a
quienes tomaran el agua. Así, el hombre se aprovisionó de agua para subsistir
hasta que se descontaminara el río y aconsejó a todo el pueblo que hiciera lo
mismo. Sin embargo, nadie lo escuchó. Al poco tiempo, todos sus paisanos se
volvieron locos y el único que no se vio afectado fue este campesino. Cuando
les contó lo que había sucedido, todos pensaron que el loco era él, porque era
el único diferente a los demás. Cansado de su soledad, el campesino bebió
finalmente el agua del río, y al volverse loco él también, todos pensaron que
se había curado”.
Esta historia muestra como se
conceptúa de “loco” a la persona que, como consecuencia de su firme
determinación y sólida identidad, se desenvuelve con singularidad en relación
al común de sus semejantes. A diferencia de los sujetos carentes de coraje para
exhibir lucidez e independencia en sus decisiones, el “loco” ocupa una posición
vista como radical o anti sonante.
En mis clases el tema motiva entretenidos
comentarios y debates. Desde mi perspectiva, “loco” es un epíteto –en un
escenario colmado de dudas, indiferencias y apatías- que no debiera incomodar,
ni hacerlo sentir mal a nadie. En infinidad de situaciones cotidianas
recomiendo que nuestro proceder sea “loco”. Más aún al resguardar principios y
valores. La manera de pensar e intervenir de las masas no implica una acción
correcta y conveniente. Estamos acostumbrados a que el prójimo resulte
influenciado por una colectividad de seres incultos, manipulados, temerosos,
poco ilustrados y renuentes a tomar resoluciones coherentes. No se sorprenda!
Vivimos asediados por mensajes y
ejemplos encaminados a la sumisión, a la falta de capacidad crítica, a la
aceptación resignada, al deseo de obtener la simpatía de otros, a renunciar a
luchar por nuestras atribuciones, a evadir confrontar inmoralidades, infamias y
abusos. En síntesis, somos “educados” para salvaguardar el sórdido sistema
instaurado y, además, nos agrada practicar ese deporte consistente en
diagnosticar los problemas nacionales y esquivar convertirnos en actores del
cambio que reclamamos.
A continuación diversas sugerencias para
obviar ganarse el apelativo de “loco”. Líbrese de expresar su pensamiento,
quédese hipócritamente callado; en reuniones de trabajo guarde conveniente
silencio y evite discrepar con sus superiores; no pierda el tiempo enfrentando
injusticias y defendiendo sus derechos ciudadanos; condúzcase calculadoramente,
recuerde que el “mundo da vueltas”; finja llevarse bien con todos, aún con
quienes poseen una trayectoria reprochable; jamás proteste por arbitrariedades,
acuérdese que no es saludable ganarse enemigos; hágase el ciego, sordo y mudo
ante circunstancias conflictivas en su entorno, sálvese de meterse en líos; obre
como los otros y le irá perfecto en un medio tan obsecuente.
De otro lado, este aspecto tiene
directa vinculación con la autoestima. Éste es el sentimiento valorativo de
nuestro ser, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que
configuran la personalidad. La calidad de la autoestima es la responsable de
nuestros fracasos y éxitos. Una autoestima adecuada potenciará desplegar
saberes y aumentará el nivel de seguridad,
mientras la autoestima baja nos enfocará hacia la derrota y la frustración.
Es central la preponderancia
de la familia. Muchas veces los padres actúan de manera perjudicial y dejan
marcas ocultas que influirán en su supervivencia. Sugiero hacer cuestionamientos
constructivos, ejercer actitudes positivas, conducirse en función de sus
convicciones, perfeccionar la sensibilidad y la habilidad social y, finalmente,
aceptar sus fortalezas y debilidades. La aprobación individual es un punto
medular para elevar la autoestima. De allí que, es imperativo robustecer la
autoestima con la finalidad de cambiar las conductas gelatinosas y titubeantes
que laceran la coexistencia mutua.
Requerimos sublevar el alma de los
peruanos y sacudirnos de la sumisión, la indolencia y el conformismo. Demandamos
de actos y reacciones imprescindibles –aunque de mal gusto para el “orden
social”- si anhelamos forjar una comunidad de hombres y mujeres aptos para
afrontar las adversidades de la vida. Afiancemos nuestro destino sobre los
cimientos de la libertad a fin de transitar con hidalguía nuestro porvenir.
Confieso ser un “loco” irónico, agudo y feliz de desenvolverme con
racionalidad, consecuencia y dignidad en mi vida. Tengo la inusual tranquilidad
interior de conducirme en función de mi conciencia, a pesar de más de un mal
entendido. No eternamente seremos merecedores de comprensión en nuestro ámbito
hogareño o amical.
Sigo persistiendo –con fe, ilusión y alegría interna- en mi afán de
enrumbar mi existencia inspirado en los versos del genial español Antonio
Machado y Ruiz: “Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no
hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace el camino, y al volver la
vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay
camino sino estelas en la mar”. Bienvenida la locura!
(*) Docente, consultor en organización de
eventos, protocolo, imagen y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/
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