Estimados lectores,
En esta última edición del 2013 queremos
hacer una exhortación a la concordancia, la unidad, la concertación y la
convivencia pacífica y civilizada que debe caracterizar a los peruanos y, por
lo tanto, a su denominada clase política sobre la que recae la responsabilidad
de conducir los destinos nacionales.
El
año que concluye ha estado marcado por reiterados sucesos políticos, económicos
y sociales que han ocupado titulares y pusieron en agenda temas no
necesariamente trascendentes e importantes en la vida de nuestro pueblo. Muchas
veces, aspectos coyunturales, circunstanciales y efímeros concluyen teniendo
mayor protagonismo que los verdaderos asuntos de interés nacional que, lejos de
merecer la atención ciudadana, son opacados por el apremio diario.
Desde
esta modesta tribuna, como lo hemos reiterado en diversos editoriales,
consideramos que la cultura del diálogo y el entendimiento entre todos los
peruanos –empezando por nuestra deteriorada y desacreditada clase política- es
una de las herramientas centrales que nos facilitará progresar como nación y
encontrar puntos de coincidencia que nos unan y hermanen y, consecuentemente,
vinculen la solución de nuestras aspiraciones colectivas.
Requerimos
empezar a discutir en todos los niveles de la sociedad peruana para forjar un
país en donde la discrepancia y el desencuentro no sean sinónimo de
confrontación, enemistad y rechazo. Pero, ello demanda una madurez personal y
colectiva a la que, probablemente, no hemos arribada todavía. Además, también
sugiere una capacidad de aceptar al prójimo con sus diferencias,
individualidades y características. Estamos, al parecer, distantes de comenzar
a reconocernos con las diferencias y pluralidades –en todos los campos de la
actividad humana- que hacen del Perú una suma única, rica y extraordinaria de
naciones.
Debemos
asumir que somos un país invertebrado, poco solidario, lleno de indiferencias,
colmado de apatías, caracterizado por individualidades, abarrotado de egoísmos
y mezquindades, en los ámbitos personales y colectivos, que no nos dejan
avanzar como estado. Estamos detenidos en mezquinos intereses privados. El
Perú, al parecer, sólo avanza cuando el peruano duerme.
Anhelamos
que el año venidero sea fecundo en éxitos, realizaciones, logros, parabienes y que
logremos poner nuestras mayores energías y compromisos -en el afán personal y
comunitario- para forjar una comunidad solidaria
en ideales, anhelos y aspiraciones que nos integren a todos los peruanos.
Arturo
Loli Caballero
Secretario
General
Comité
Ejecutivo Distrital de San Borja
Partido Aprista Peruano