30 dic 2013

Editorial

Estimados lectores,

            En esta última edición del 2013 queremos hacer una exhortación a la concordancia, la unidad, la concertación y la convivencia pacífica y civilizada que debe caracterizar a los peruanos y, por lo tanto, a su denominada clase política sobre la que recae la responsabilidad de conducir los destinos nacionales.

El año que concluye ha estado marcado por reiterados sucesos políticos, económicos y sociales que han ocupado titulares y pusieron en agenda temas no necesariamente trascendentes e importantes en la vida de nuestro pueblo. Muchas veces, aspectos coyunturales, circunstanciales y efímeros concluyen teniendo mayor protagonismo que los verdaderos asuntos de interés nacional que, lejos de merecer la atención ciudadana, son opacados por el apremio diario.  

Desde esta modesta tribuna, como lo hemos reiterado en diversos editoriales, consideramos que la cultura del diálogo y el entendimiento entre todos los peruanos –empezando por nuestra deteriorada y desacreditada clase política- es una de las herramientas centrales que nos facilitará progresar como nación y encontrar puntos de coincidencia que nos unan y hermanen y, consecuentemente, vinculen la solución de nuestras aspiraciones colectivas.

Requerimos empezar a discutir en todos los niveles de la sociedad peruana para forjar un país en donde la discrepancia y el desencuentro no sean sinónimo de confrontación, enemistad y rechazo. Pero, ello demanda una madurez personal y colectiva a la que, probablemente, no hemos arribada todavía. Además, también sugiere una capacidad de aceptar al prójimo con sus diferencias, individualidades y características. Estamos, al parecer, distantes de comenzar a reconocernos con las diferencias y pluralidades –en todos los campos de la actividad humana- que hacen del Perú una suma única, rica y extraordinaria de naciones.

Debemos asumir que somos un país invertebrado, poco solidario, lleno de indiferencias, colmado de apatías, caracterizado por individualidades, abarrotado de egoísmos y mezquindades, en los ámbitos personales y colectivos, que no nos dejan avanzar como estado. Estamos detenidos en mezquinos intereses privados. El Perú, al parecer, sólo avanza cuando el peruano duerme.

Anhelamos que el año venidero sea fecundo en éxitos, realizaciones, logros, parabienes y que logremos poner nuestras mayores energías y compromisos -en el afán personal y comunitario-  para forjar una comunidad solidaria en ideales, anhelos y aspiraciones que nos integren a todos los peruanos.

  Arturo Loli Caballero
                                                                                              Secretario General
Comité  Ejecutivo Distrital de San Borja
Partido Aprista Peruano

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