Carlos Arias
Echeandia (*)
Seguidamente una nota que destaca algunas
reflexiones del célebre
Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770 - Viena, 1827), el
afamado compositor, director de orquesta y pianista alemán. Su legado musical
abarca desde el período clásico hasta inicios del romanticismo musical. Es uno
de los compositores más importantes de la historia de la música y su obra ha
influido de forma decisiva en la música posterior.(El editor)
Haz lo necesario
para lograr tu más ardiente deseo, y acabarás lográndolo.
¡Actúa
en vez de suplicar. Sacrifícate sin esperanza de gloria ni recompensa! Si
quieres conocer los milagros, hazlos tú antes. Sólo así podrá cumplirse tu
peculiar destino.
El genio se compone del dos por ciento de talento y
del noventa y ocho por ciento de perseverante aplicación.
Uno
de los fundamentos de la libertad consiste en poder hacer mal uso de ella.
La
música debe hacer saltar fuego en el corazón del hombre, y lágrimas de los ojos
de la mujer.
La
música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía.
No
confíes tu secreto ni al más íntimo amigo; no podrías pedirle discreción si tú
mismo no la has tenido.
Con
hombres que no creen en mí, no puedo ni quiero asociarme.
El
único símbolo de superioridad que conozco es la bondad.
Me
apoderaré del destino agarrándolo por el cuello. No me dominará.
Es
curioso ver cómo a medida que las libertades teóricas aumentan, las libertades
prácticas disminuyen.
Recomendad
a vuestros hijos que sean virtuosos, sólo la virtud puede traer la felicidad,
no el dinero.
Hacer
felices a otros hombres: no hay nada mejor ni más bello.
"El
genio se compone del dos por ciento de talento y del noventa y ocho por ciento
de perseverante aplicación."
Haz
lo necesario para lograr tu más ardiente deseo, y acabarás lográndolo.
He
ahí las palabras de este genio, autor de ciento treinta y siete obras
clasificadas, entre las que destacan sus nueve sinfonías, los seis conciertos
para piano y orquesta, las treinta y dos sonatas para piano, dos misas y su
única ópera, Fidelio. Mayor parte de las cuales fueron escritas cuando su
creador estaba ya aquejado de una humillante y trágica dolencia: la sordera.
Sus
problemas auditivos comenzaron justo cuando el genio se hallaba en el punto culminante
de su capacidad musical, en el preciso instante en que sus obras empezaban a
expresar una madurez magistral y el estilo propio e inconfundible del maestro.
Fue
en el año 1800, paralelamente a la aparición de la sonata para piano nº 8
Patética, que ya mostraba una particular estructura fundamentada en el
leitmotiv: las cuatro notas iniciales se repiten configurando un tema
principal, desarrollado mediante variaciones y otorgando a toda la composición
una dinámica muy especial.
Seis
años después tendría lugar el estreno de la sinfonía nº 3 en mi bemol mayor,
también llamada sinfonía Grande o Heroica, que festejaba las hazañas de
Napoleón Bonaparte.
Como
muchos de sus contemporáneos, Beethoven admiraba al hombre que había sido capaz
de recoger el testigo de la revolución y fundar una nueva república dando
sentido a los ideales de libertad y hermandad que recorrían Europa, pero se
sintió traicionado cuando el corso se hizo proclamar emperador y hubo de ahogar
su cólera en un amargo llanto de decepción. En la imagen, el más conocido
retrato del compositor, realizado por Joseph Karl Stieler en 1820.
(*) Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas
especialista en Desarrollo Económico y Productivo. Militante del Comité
Distrital de San Borja del Partido Aprista Peruano.
Beethoven admiraba
al hombre que había sido capaz de recoger el
testigo de la
revolución y fundar una nueva república dando
sentido a los
ideales de libertad y hermandad.
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