11 dic 2013

Reflexiones sobre la reforma de la salud

Paul Pilco Castañeda (*)


El crecimiento económico sostenido en nuestro país viene dándose desde hace aproximadamente más de dos décadas. De ese crecimiento, el 80 por ciento es generado por el sector privado. En estos últimos años existe una mayor inversión en salud del sector privado.


Las metas del Plan Bicentenario -el Perú hacia el 2021- incluyen duplicar el ingreso per cápita, disminuir la pobreza a menos de 10 por ciento, eliminar la mortalidad infantil y la desnutrición crónica y mejorar la calidad educativa, la cobertura de salud y la seguridad social.

Lamentablemente, nos encontramos muy lejos de lograr estos objetivos respecto al sector salud ya que el porcentaje de la población que cuenta con seguro de salud es aproximadamente 68 por ciento, del cual el Seguro Integral de Salud (SIS) tiene el 40 por ciento, la Seguridad Social (ESSALUD) el 22 por ciento y el 6 por ciento tiene algún seguro privado. Es decir, aún existe 32 por ciento de la población que no cuenta con un seguro de salud.

En el ministerio de Salud (Minsa) la gerencia de las unidades ejecutoras es ineficiente, trayendo consigo que en muchos hospitales falte infraestructura, exista déficit de equipamiento y gran capacidad ociosa. Además, las salas de operaciones y consultorios externos no funcionan en los turnos vespertinos, entre otros, generando un gasto fiscal elevado.

Sería formidable que la población que está en pobreza esté cubierta al 100 por ciento ya que sería la mejor inversión en salud pública; sin embargo de los 12 millones de beneficiarios del SIS el 99 por ciento son subsidiados. Es decir, no pagan nada, lamentablemente existe una elevada filtración debido que muchos de estos beneficiarios podrían estar bajo la modalidad semi contributivo y así buscar la auto sostenibilidad de esta política pública de salud dentro del marco del aseguramiento universal.

En el sector privado, las compañías de seguros han comprado la mayoría de clínicas y ahora brindan un servicio en salud completo, incluso, con la nueva legislación, este servicio privado puede ofrecer la prestación a las instituciones públicas a través de las Asociaciones Público Privadas (APP) que genera una nueva oportunidad de mejorar  la atención a los pacientes o usuarios y que estos queden realmente satisfechos.

Los usuarios en el sector privado tampoco se encuentran totalmente satisfechos ya que no encuentran citas próximas en las consultas externas debido a la gran demanda, además la calidad de la atención se ve cuestionada debido a atenciones rápidas y a veces superficiales, los costos de los servicios y medicamentos son altos y sobrevalorados por las clínicas a las aseguradoras por lo que fácilmente llegan al límite de la cobertura (casos complicados) y, como consecuencia, luego el usuario tiene que pagar de su bolsillo por los gastos “extras” generados.

Ante todo esto: ¿Dónde está la Superintendencia Nacional de Aseguramiento en Salud (Sunasa)? (cuya función es velar por el servicio y condiciones de salud de los pacientes) como vemos, brilla por su ausencia. El problema no se encuentra sólo en la insatisfacción de los pacientes sino también en los  profesionales de la salud, ya que los cálculos de los costos de su servicio no se han visto renovados desde hace aproximadamente 30 años y el servicio profesional médico que es la parte fundamental de todo el movimiento económico que genera la prestación de salud, se encuentra desvalorizado.

Los precios de los medicamentos, los servicios y los honorarios profesionales lo rige el libre mercado, pero no debe pasar por la desvalorización del trabajo médico. La economía actual se encuentra en desaceleración y hasta el momento vemos al gobierno con una política asistencialista sin buscar la auto sostenibilidad en relación a la salud. En resumen debe considerarse en la reforma de salud algunos de los siguientes aspectos.

La inversión pública de salud subsidiada debe ser focalizada principalmente en las zonas identificadas con el mayor índice de pobreza e invertir en los centros de atención primaria y en hospitales regionales con mejoramiento en infraestructura y con capacidad de resolución de las principales dolencias.

La filtración de los usuarios del SIS debe disminuir, así como incrementar el número de asegurados al SIS bajo la modalidad semi contributivo, con un adecuado registro y evaluación social en busca de su auto sostenibilidad de este fondo de financiamiento.

Promover las APP con los hospitales del Minsa en busca de un servicio oportuno de calidad y competitivo dentro del marco del aseguramiento universal, y que el Minsa sea preponderantemente un ente rector que ejecutor; empoderar y exigir la función del ente regulador (Sunasa) sobre las instituciones públicas y privadas.

Por último, realizar un sinceramiento de los costos de las prestaciones de salud así como el justo valor del honorario  profesional en los diferentes sistemas de salud, con el objetivo de buscar la satisfacción del usuario, de los profesionales de la salud y de la empresa privada. Esperemos que el gobierno realmente haga una reforma de la salud y cumpla con los objetivos del Plan Bicentenario.


(*) Cirujano Oncólogo del Hospital Santa Rosa, ex jefe del Departamento de Oncología del Hospital Santa Rosa, profesor de Cirugía de la Universidad San Martín de Porres y con maestría con mención en Medicina.

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