Carlos
Penalillo Pimentel (*)
No me refiero al uso de los SMS en
situaciones de sismo, como el último del 25 de noviembre que igual no
funcionaron a pesar de tanta publicidad que le hicieron para no “sobrecargar”
las líneas, lo que intento entender es a las personas que tienen la mala
costumbre de no responder consultas, llamadas o saludos.
Estoy
seguro que nos ha sucedido a todos, de una u otra manera. Las comunicaciones
definitivamente han sufrido una súper revolución tecnológica, de la que nadie
en su sano juicio puede ya estar ajeno, porque de lo contrario quedas rezagado
inexorablemente al siglo pasado, a pesar que, para los que lo vivimos, creemos
fue más elegante, cordial y atento a como es ahora.
Sería conveniente que las nuevas
generaciones sepan cómo se desarrollaron las comunicaciones y en qué consistían
las cartas, esquelas, tarjetas de felicitación, tarjetas de navidad, tarjetas
de pésame y tantas otras expresiones de sociabilización humana a los que se
añadían detalles finos o de suma cortesía como lo eran las cartas perfumadas,
las poesías elaboradas, los sonetos bien estructurados con métricas impecables
que definitivamente despertaban el interés del receptor.
Luego del telegrama, del cual recuerdo
de niño recibíamos noticias de la familia en Huánuco, fue el teléfono que muy
pocas familias podían acceder a tenerlo, fue a la mitad de los años 70 que
recién empezó su masificación y definitivamente pasó a ser el medio de
comunicación más importante, pero a pesar de ello, aún usábamos la escritura
manual para los asuntos arriba comentados.
A fines de los 80 se inicia la gran
transformación tecnológica del siglo XX con el advenimiento de las computadoras
personales, que así como sucedió con los teléfonos, por su costo eran de uso
elitista hasta los inicios de nuestro actual siglo que bajaron
considerablemente de precio siendo asequible para la mayoría. En el
interín aparece el celular, aquel
“ladrillo” que costaba 3,000 dólares y que las personas que podían adquirirlo
tenían que salir a un espacio abierto para que funcione (costumbre que aún
queda).
El internet fue, sin lugar a dudas, la
contribución más importante desde la conexión que tardaba minutos luego de
sonidos estridentes e incomunicación telefónica hasta los 4G con opciones
ilimitadas y accesos infinitos. Los correos se convirtieron en “mails”, las
bibliotecas en “buscadores” que en segundos te informan por completo.
Las memorias RAM, los bites, Giga bites,
velocidad y demás funciones inimaginables año a año iban creciendo y
desarrollando cada vez mas y mas. Ni Julio Verne ni el creador de los súper sónicos
alcanzaron a sospechar tanto avance tecnológico. Hemos pasado de computadoras
que necesitaban un espacio del tamaño de una habitación con solo 1 Mb de capacidad
a Ultrabooks de 500 GB de capacidad con 8 GB de memoria RAM y 2 GHz de
velocidad. De los celulares analógicos unifuncionales a los Smartphones con
ilimitadas características.
Las redes sociales sacaron nuestros
“periodistas escondidos” podemos opinar en twitter, el facebook nos acerca a la
familia y amistades lejanas, LINE nos permite envío de mensajes un poco mas
amistosos, el Skipe nos brinda horas de charlas cara a cara. Si todo esto lo
gozamos ahora, como será en el tiempo de nuestros nietos.
Este desarrollo definitivamente es
ambivalente. Depende de nosotros orientarlo hacia lo beneficioso y de máximo
provecho para todos los aspectos de nuestras vidas, lo que me lleva a un
aspecto que es motivo de esta reflexión, el mostrar siempre respeto respondiendo
a los llamados ya sean verbales, telefónicos, correos, mails o SMS.
Cuando usamos cualquiera de estas
herramientas de comunicación y no tenemos respuesta nos quedamos en la
disyuntiva de pensar si lo recibió, está muy ocupado, no le interesa o sabe
Dios qué otra razón más, pudiendo en todo caso evitar esto con una muy corta y
rápida respuesta que se resume a solo dos letras: OK!
(*) Licenciado Tecnólogo Médico en Laboratorio Clínico
y Anatomía Patológica, militante del
Comité Distrital de San Borja y ex dirigente estudiantil de la JAP.
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