Herbert
Mujica Rojas (*)
El 27 de enero del 2014, a pocos minutos
de haberse leído en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el veredicto
sobre el contencioso marítimo a que llevó Perú a Chile, desde el gobierno, los
municipios, las universidades, las fuerzas armadas, los gobiernos regionales,
las instituciones públicas y privadas, en castellano, quechua, aimara y todas
las lenguas vernáculas en costa, sierra y montaña, debiera hacerse público y
difundir urbi et orbi la versión textual de dicho fallo. ¡No hay mejor
compromiso que nacionalizar, stricto sensu, el documento internacional de
cumplimiento obligatorio para las partes.
El
anhelado hallo ya lo tendremos. Entonces es un giro potente hacerlo en letra y
espíritu de su contenido, patrimonio de todos los peruanos. Más aún, los
canales públicos y del estado, las radioemisoras, todas sin excepción, a lo
largo y ancho de la patria, las versiones nacionales y locales de los diarios
en blanco y negro, tienen el cometido fundamental de hacer conocer qué
dictaminó la CIJ en La Haya. No hay pretexto, en tiempos como los actuales,
para que el ciudadano común no tome conocimiento y haga suyo, sea cual fuere,
la importante decisión de esa corte. Y el anuncio debe repetirse varias veces
durante el día.
¿Bastaría aquello como prueba y
testimonio de buena fe y de apego al derecho internacional por parte de Perú?
¡De ninguna manera! A Chile compete asumir una postura idéntica, sin regateos
ni pretextos, alegatos o excusas. Cuando la Corte de La Haya expida su
pronunciamiento, ipso facto, se convertirá en ley tanto en Perú como en Chile y
de cumplimiento y ejecución inmediata.
Más aún, caminando al horizonte de los
próximos 100 años, Perú debe plantear al pueblo y gobierno chilenos la complementariedad
como política de estado y ésta no significa abrir las puertas de par en par
sino, por el contrario, cernir con afinado sentido geopolítico en qué podemos
coordinar fortalezas de índole multidisciplinaria y de qué forma pulverizamos
las debilidades.
Nuestra nación posee agua y gas
herramientas indispensables en cualquier negociación con apego estricto a la
soberanía nacional y popular. Esta complementariedad no excluye, por el
contrario las invoca explícitamente, las disculpas históricas por los abusos
del pasado cuya sinceridad requiere ser fehaciente pero antes que nada el
acatamiento y ejecución inmediata de lo que diga la sentencia de La Haya.
Estando en igualdad ante la ley
internacional, será palmario que la probanza de integridad de los estados
peruano y chileno, será exhibida ante los ojos del mundo y quien pretexte o
dilate, cargará sobre sí la pesada condena de
insinceridad que yugula o aniquila cualquier esfuerzo al alimón. La ineludible
premisa la constituye la ejecución del mandato de la corte internacional.
Ese mismo día 27, en plazas, foros,
asambleas de todos los distritos y provincias del país, debe flamear la bandera
rojiblanca y escucharse el mensaje a la nación que pronunciará el presidente
Humala que, tal como ha anticipado en múltiples oportunidades, subrayará que
Perú se compromete al acatamiento y ejecución inmediata del fallo y que la
aspiración peruana y del mundo entero es que Chile haga lo mismo y en idéntico
tiempo.
Procuremos una mirada de serena y
vigilante expectativa y, además, veamos escrupulosamente cómo se comporta cada
estado, aquí tenemos la garantía pública que no nos moveremos un milímetro del
respeto absoluto a las leyes internacionales y más aún si son expedidas por la
Corte de Justicia de La Haya. Exigir a Chile una conducta similar no es más que
parte de una enorme responsabilidad conjunta.
Por tanto, sabedores los peruanos de
todas las sangres, de qué acontece en el frente externo y señaladamente en el
capítulo de la difícil vecindad con Chile, nuestros compatricios estarán en
zafarrancho de combate para asumir los retos del futuro en la lucha contra la
corrupción y por la forja de un Perú libre, justo y culto y en términos de una
inconfundible vocación por la unidad económica y política de América Latina.
Perú tiene que darse su propia
respuesta, espectacular, unitiva, grandilocuente, inclusiva y es hora de estar
a la altura de las circunstancias, las que fueren, para borrar de la psicología
nacional lo negativo que perdura desde 1879. Tomando la iniciativa, mostrando
la idoneidad peruana, huérfana de añagazas o zancadillas, daremos testimonio de
un horizonte que acaso sea la alameda a la gran reconstrucción que asegure a
nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos, una tierra de paz, edificadora
de su mañana, adalid de su porvenir.
(*) Con estudios en Antropología. Ha sido asesor
del ministerio de Relaciones Exteriores. Editor en Perú de la Red Voltaire,
colaborador y columnista de diversos medios nacionales, escritor y estudioso de
la realidad peruana.
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