1 dic 2011

Recordando a Celestino Kalinowski

Wilfredo Pérez Ruiz (*)

 No es fácil escribir en recuerdo de un peruano de biografía tan abundante como Celestino Kalinowski Villamonte (1924-1986). Una existencia caracterizada por la autenticidad que enaltece a hombres de bien. Evocar su obra es pertinente en un medio donde “nadie es profeta en su tierra”.


Fue descendiente de Juan Kalinowski, conocido en los principales museos y parques zoológicos de Europa porque solía viajar a distintas regiones del mundo en busca de animales y especies raras para disecar. Llegó al Perú y se estableció en la región de Marcapata (Cusco) donde fundó la hacienda “Cadena” e instaló su laboratorio de taxidermia. Sus trabajos eran financiados por el millonario benefactor polaco, el conde Braniski.

Celestino adquirió –a finales de los años 40- una especialidad en Altas Técnicas de Museo en el Museo de Historia Natural de Chicago. Trabajó para esa entidad como colector, luego en la Dirección de Renaturalización y Formación de Dioramas, y en el curtido de pieles (1950 – 1953). A la muerte de su padre, Celestino -con su hermano Benedicto y su sobrino Alfredo Sumar Kalinowski- asume la tarea iniciada por su progenitor. El Museo de Chicago lo mandó para colectar especimenes de aves y mamíferos hasta 1962.

Su talento       y creatividad artística merecieron reconocimiento internacional. El director del Instituto Smithsonian, Dillon Ripley, le  dirigió estas palabras: “Felicito a Ud. y deseo decirle que apreciamos mucho su magnífica colección. Estamos felices de tener esta admirable representación del oriente peruano”. Agradecimientos similares recibía de las universidades de Yale, Ontario y Filadelfia, así como de los museos de Chicago y París.

Mientras en el mundo se exhiben con admiración sus bellos dioramas, los peruanos solamente podemos observar una pequeña muestra de su arte en el pabellón de aves que lleva su nombre en el Patronato del Parque de Las Leyendas - Felipe Benavides Barreda, organizado en 1964. El esplendor de sus obras es descrito por la periodista Alfonsina Barrionuevo así: “Cuando él sea polvo sus animales seguirán conservando su frescura, la brillantes de su plumaje o del pelaje, como si su genio hubiera detenido el tiempo en honor suyo”.

El Manu fue su gran sueño. Las apreciaciones de Kalinowski sobre este espacio de la naturaleza amazónica las transmitió al presidente del Patronato de Parques Nacionales y Zonales (Parnaz), Felipe Benavides, en su carta del 6 de enero de 1967: “Siempre, en el manifestado deseo de brindar mi máxima colaboración, me permito sugerir que a la brevedad posible, se disponga la medida proteccionista de declarar Zona Reservada, toda la hoyada del Manú, que con absoluta seguridad constituye la única zona en la que todavía existe la fauna y flora casi intacta o virgen...” El anhelo de Kalinowski era lograr la protección de este valioso paraje natural.

Benavides convenció al biólogo británico Ian Grimwood (ex director general de la Unión Mundial para la Naturaleza quien se encontrado en visita de estudio en el Perú) para realizar con Kalinowski una expedición hasta ese lugar y presentar los informes técnicos que sirvieron de sustento para reservar un área de 1´400.000 hectáreas con la finalidad de crear el Parque Nacional del Manú (1973).

Sus inquietudes no tuvieron límites. Por esa razón, el 28 de marzo de 1968, pidió al gobierno la constitución de un Museo de Historia Natural en el Manú para investigaciones científicas y culturales. “El museo servirá como muestrario de la enorme variedad de su fauna y flora, constituyendo un valioso aporte al desarrollo de las ciencias biológicas bastante olvidadas en nuestro país”, explicaba entusiasmado. Deseoso de transmitir sus conocimientos a los jóvenes dedicados a la taxidermia, solicitó también la construcción de una escuela en el Cusco. Una vez más estas iniciativas se frustraron.

Recorrió profundamente nuestra amazonia y como resultado de sus exhaustivas indagaciones descubrió la especie de perdiz “Tinamusosgodi conover”, dos nuevas de mamíferos en el sur del Perú, un murciélago de la subfamilia “Emballunurinae” y un marsupial, el “Caluromysuops coelestini”. Sus aportes están publicados en la revista “Fieldiana Zoology”.

Felipe Benavides alentó siempre los esfuerzos e iniciativas de tan ilustre taxidermista. Escribió el 5 de mayo de 1964 a la secretaria del presidente de la república, Violeta Correa Miller, diciendo: “...Los hermanos Celestino y Benedicto Kalinowski viven en el valle Manu y son los únicos blancos que habitan en esa extensa región que vienen recorriendo desde hace 25 años...Conoce muy bien el istmo de Fiscarreal, por vivir en esa zona. Tiene una serie de interesante sugerencias sobre el Proyecto de Colonización de la Marginal y colaborará en el futuro con el Patronato de Parques, etc.”

De personalidad sencilla y discreta, así refiere el estudioso británico Ian Grimwood: “Era un hombre notable y modesto; nació siendo naturalista, cuando lo conocí en el año 1966, venía coleccionando especímenes de un gran número de especies para los zoológicos más famosos de América y Europa. Él había descubierto el “Opossum negro” y muchas otras variedades de aves y mamíferos desconocidos para la ciencia. Los animales lo identificaban y los amaguaca lo respetaban. Sorprendía como era capaz de seducir (mediante imitación de sonidos) a los caimanes y así poderlos contar. Me enseñó como se podía atraer la curiosidad de la nutria gigante y poder nadar entre ellas”.

Naturalista por vocación, conocedor acucioso de nuestros recursos naturales, tesonero investigador de la selva peruana y artista renombrado. Celestino Kalinowski Villamonte nos ha legado su testimonio de desprendimiento, grandeza personal y, además, su intensa identificación con el Perú. Nuestro homenaje de siempre para él.
    
(*) Docente, conservacionista, consultor en temas ambientales, miembro del Instituto Vida y ex presidente del Patronato del Parque de Las Leyendas – Felipe Benavides Barreda. http://wperezruiz.blogspot.com/


Celestino Kalinowski Villamonte: Famoso taxidermista peruano,
notable científico y gestor del Parque Nacional del Manu.
 

Exposición fotográfica en homenaje a Daphne Dougall de Zileri

“El poder sutil del ojo de una mujer” es el título de la exposición fotográfica de Daphne de Zileri que se inauguró en Washington D.C. La muestra contó con la presencia de Mario Vargas Llosa.

Sobre la posibilidad de realizar una retrospectiva de las fotografías de Daphne Dougall de Zileri en la capital de los Estados Unidos se habían cruzado mensajes hace un par de meses.

El embajador Harold Forsyth, dinámico promotor de este tipo de eventos, ya había llevado trabajos de Daphne a la Feria del Libro en Bogotá cuando representó al Perú en Colombia hace algunos años. Quería hacerlo de nuevo.

En esta ocasión, la expo montada en la vistosa y recién bautizada galería “Fernando de Szyszlo” de la propia embajada estuvo rodeada de características especiales y dramáticas.

Daphne había fallecido, trágica y repentinamente, tres semanas antes y en Washington se encontraba Mario Vargas Llosa, con quien tanto la artista como CARETAS y su ex director mantenían una relación que data de décadas.

Nuestro Premio Nobel de Literatura inauguró la muestra después de examinar las 30 fotografías expuestas con particular detenimiento, y sus palabras, que fueron transmitidas por RPP en vivo y que la revista reproduce, resultaron particularmente conceptuosas y sobre todo entrañables.

Vargas Llosa ya conocía parte de este material, y no solo por los libros de Daphne. En 1983 CARETAS 778 había publicado “País de mil caras”, un texto autobiográfico del escritor, y la revista utilizó entonces solo fotos de Daphne para ilustrarlo.

Tanto Enrique Zileri, el esposo de Daphne, como sus hijos Marco, el director de Caretas, Diana y Drusila, Directora de Comunicaciones, viajaron a Washington para trabajar en el montaje de la exhibición usando las fotos, gigantografías y pegatinas elaboradas en dos idiomas en Lima con el apoyo de Andrés Longhi de Ojos Propios y el periodista Nicholas Asheshov.

Invitaciones electrónicas ilustrativas habían sido cursadas por la embajada y la revista a diversas personalidades y amigos, presentes y ausentes, y los dos ambientes de la galería se llenaron.

Citas de los poetas Antonio Cisneros y José Watanabe, que habían prologado los libros “Soliloquios” y “Dúos” de Daphne Zileri, figuraban expuestas. También comentarios del crítico Luis Lama y de periodistas como Gustavo Gorriti y César Hildebrandt.

No son pocos los artistas y literatos a quienes la familia estimula en sus afanes creativos, y el caso de Daphne es el de una hermosa mujer que descubre su vena artística con la maternidad.

Desde ese punto de partida su ojo exploró selectiva y poéticamente muchos otros temas, y de las 30 fotos expuestas en Washington, 22 fueron tomadas en el Perú y el resto en otras partes del mundo.

Todas, sin embargo, tienen características comunes: una cierta ternura, admiración y respeto por las circunstancias a veces mágicas y en otras ocasiones absurdas y también cómicas que la realidad cotidiana nos brinda. Esta muestra ampliada será exhibida en Lima dentro de unas semanas.

Fuente: Revista Caretas



“La muestra de una fotógrafa de talento es también un homenaje a una mujer muy
notable cuyo fallecimiento reciente causó un profundo sentimiento de pesar en
todos quienes habían tenido el privilegio de conocerla y gozar de su amistad, un
privilegio porque Daphne Zileri era un ser fuera de lo común, de una enorme sensibilidad,
de una gran elegancia, una artista que rehuía la publicidad, el relumbrón y que pasó
por la vida y por el arte con una extraordinaria discreción”, palabras de MVL.



Enrique Zileri y Mario Vargas Llosa en la muestra en honor de Daphne.
 Abajo, las fotos que en breve también serán exhibidas en Lima.

La indiferencia del peruano

Wilfredo Pérez Ruiz (*) 

Somos una sociedad visiblemente fragmentada, no sólo por ancestrales desigualdades económicas  y sociales. Si bien poseemos una variada riqueza en el fondo creemos que el éxito de uno se hace, finalmente, a partir de la frustración de otro. Existe una visión individualista e insolidaria en nuestra relación con el entorno.

El pueblo peruano se caracteriza por su debilidad institucional, desinterés en la suerte que corren sus miembros y creciente enajenación respecto de los demás. Rehuimos apropiarnos del medio porque no asociamos lo que nos rodea como propio. Es decir, no incorporamos a la comunidad de la que formamos parte y, por cierto, procedemos como observadores y agudos críticos de los dramas ajenos. Nada más!
La indiferencia es parte de nuestra forma de ser. Nos interesa poco nuestra historia, los derechos constitucionales, la economía, la política, la literatura, entre otros múltiples asuntos que estamos obligados a asumir para conocer, apreciar e identificarnos como nación. Estamos sumergidos en un profundo “pozo” de atraso, incultura, ausencia de valores y buenos modales, entre otros males. Pero, a nadie le importa.

Cada uno vive sus apuros y retos ante la supervivencia diaria. No buscamos alternativas organizadas para enfrentar conflictos comunes, somos incapaces de mirar al vecino con sentido solidario, tenemos una autoestima resquebrajada que impide defender nuestros derechos y, además, practicamos ese deporte consistente en “diagnosticar” -cada vez que estamos con unas copas en la mano- los problemas de la patria y evadimos convertirnos en actores del cambio que demandamos.

Nuestro país ha tenido un progreso concentrado en su franja costera. De allí que el habitante de esta zona ha vivido ignorando al Perú. El genial y soberbio dramaturgo, narrador y poeta Abraham Valdelomar (1888-1919) afirmaba: “El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais y el Palais Concert soy yo”. El Palais Concert era un célebre café-cine-bar, inaugurado el 29 de febrero de 1913, ubicado en la esquina del Jirón de la Unión y la avenida Emancipación (cercado de Lima) y aunque no existe fuente escrita que sustente la existencia de esta expresión, su significado es claro: El centralismo como uno de los males que dificulta entendernos.

Históricamente los ámbitos andinos han sido postergados y olvidados aún en los momentos más dramáticos de la república. Recordemos la indiferencia con que se asumió la presencia de Sendero Luminoso en estos lugares. El habitante limano (como se decía en la época colonial) solo reaccionó -ante la violencia perpetrada por este grupo terrorista entre 1980 y 1992- cuando su accionar amenazaba la capital. Igual apatía merecieron las comunidades Asháninkas, víctimas de innumerables matanzas en aquellos años.

Por otra parte, hace un tiempo encontré en el libro “Rajes del oficio”, del periodista Pedro Salinas, una reflexiva respuesta de Mario Vargas Llosa a la pregunta ¿Qué te enfurece más del Perú?: “Me enfurece sus inmensos contrastes culturales, económicos. Me enfurece el egoísmo y la ceguera de los peruanos privilegiados. Me entristece terriblemente la incultura, la desinformación, y a veces los resentimientos y rencores de los peruanos en general. Me entristece mucho la gran mediocridad de sus dirigencias políticas, la incultura general de la sociedad peruana. Y la perseverancia en el error, que es una característica nacional, en el campo político, económico y social”.

Interesante aseveración del Premio Nobel de Literatura (2010). “Perseveramos” en equivocarnos y así lo dejamos notar al elegir a nuestras autoridades. Somos ineficientes para replantear nuestro contexto y aceptarnos -con diferencias y complejidades- como colectivo humano con un pasado común. No solo debiéramos alardear con determinados y ocasionales “lauros” y “maravillas del mundo”. El orgullo tiene que reflejarse en nuestra permanente e inequívoca actitud personal.

No poseemos una disposición triunfadora y tampoco alentamos nuevas realizaciones en los demás. En pocas palabras, la victoria “divide”, mientras el fracaso “une”. Para el que se cae, el éxito confirma las injusticias del sistema. Mientras para el triunfador, esto consagra sus virtudes individuales. Esta mirada refleja conformismo y falta de seguridad en el futuro. Requerimos sublevar el alma de los peruanos y sacudirnos de la sumisión, la apatía y la resignación que alimenta nuestro día a día.

Cuando entenderemos que este comportamiento nos divide y debilita. Forjemos -en todos los niveles- la solidaridad, la integración y el compromiso a fin de asumir el porvenir con sentimientos esperanzadores. Esa tarea empieza en la educación familiar, escolar y universitaria y, por cierto, en medios de comunicación y actores representativos de la sociedad. Tengamos presente lo señalado por el escritor estadounidense Tom Clancy: “El hombre es una criatura de esperanza e incentiva y ambas cualidades desmienten la idea de que no es posible cambiar las cosas”.

(*) Docente, ambientalista, periodista, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/