9 nov 2013

Mi último deseo

Carmen Raffo Rodríguez (*)


Si este fuera
el último minuto de mi vida
te mandaría a decir
con mi ángel de la guarda
lo mucho que te quiero,
para que hable con el tuyo,
para que me veas en tus sueños.

Si este fuera
el último minuto de mi vida
te haría llegar con el viento
el mensaje más tierno,
que en su brisa sientas
mi perfume, una caricia y un beso.

Si este fuera
el último minuto de mi vida
me olvidaría de orgullos,
vergüenzas y todo aquello;
y besaría tu piel,
tus manos y tu cuerpo,
me entregaría sin reparos a ti,
sin preguntas, ni miedos.

Es entonces y ahora que pienso,
que, si este fuera el último minuto de mi vida,
cerraría tranquila
mis ojos a lo eterno,
porque valió la pena
entregarte la vida
y tan sólo te pediría
a cambio de mi amor
…un último beso.

Si este fuera
mi último minuto de vida,
cuantas cosas te diría en silencio,
me acurrucaría
cobijada en tu abrazo,
y tu respiro sería
mi último aliento.

Si este fuera
el último minuto de mi vida,
mi amor y tu deseo
vivirían por siempre…allá en lo eterno
traspasando el tiempo.

Si este fuera
el último minuto de mi vida…
pediría mi último deseo
que nuestras almas se fundan en una sola,
para yo ser brisa y tú viento.


(*)  Secretaria Ejecutiva, poeta, escritora y amante de la libertad. Descubre desde temprana edad el arte de expresar en palabras los sentimientos de su profundo y supremo ser.  Conocida con su seudónimo “Rayo de Luna”.

La incultura de la sociedad peruana

Wilfredo Pérez Ruiz (*)


El título de esta nota se inspira en la respuesta de Mario Vargas Llosa a la pregunta ¿Qué te enfurece más del Perú? del periodista Pedro Salinas, para su libro “Rajes del oficio” (2008). En aquella ocasión aseveró: “Me enfurece sus inmensos contrastes culturales, económicos. Me enfurece el egoísmo y la ceguera de los peruanos privilegiados. Me entristece terriblemente la incultura, la desinformación, y a veces los resentimientos y rencores de los peruanos en general. Me entristece mucho la gran mediocridad de sus dirigencias políticas, la incultura general de la sociedad peruana…”.


Coincido en cuestionar la ausencia de cultura de nuestra colectividad que, por cierto, no diferencia edades, estatus o jerarquías. Amigo lector: Quiero compartir una reciente y curioso anécdota que me hizo sonreír y enojar. Hace unas semanas acudí con mi madre al entretenido festival de tango en el acogedor restobar “Don Julián” de San Isidro y un concurrente pidió al solista, entre las variadas canciones solicitadas por el público, entonar “Las mañanitas”. ¿Puede usted creerlo?

Ese episodio puede parecernos insignificante en comparación con lo constatado por los canales televisivos en sus habituales encuestas de sapiencia general. Las contestaciones son aberrantes y expresan una pobreza formativa tan grande como el cerro San Cristóbal. Los interrogados desconocen –en su inmensa mayoría- quien es Abimael Guzmán, Ricardo Palma, Nelson Mandela o los presidentes de la república de los últimos 20 años, entre otras cuestiones que denotan escasez de conocimientos.

La cultura tampoco es una fortaleza en los políticos contemporáneos. Un ejemplo es el ex alcalde Luis Castañeda Lossio, cuyas nociones básicas de literatura son limitadas. Así quedó demostrado al ser requerido por los medios de comunicación cuando Mario Vargas Llosa ganó el Premio Nobel de Literatura. La reportera inquirió: “Usted mencionaba que sus metas como alcalde eran tener una ciudad más humana, más amable y que tengan como eje al ciudadano. Si usted, aparte de las obras que ha mencionado, que otras podría mencionar como ejemplo de estas metas que usted se trazó”. El versado mudo respondió: “Cómo, perdón me distraje. No he entendido su pregunta”.

Desde mi punto de vista muchos consideran la cultura como “inútil” para obtener al ansiado bienestar económico y material, y el nivel de satisfacción de sus requerimientos básicos. Se evade vincularla a las demandas más apremiantes y, además, no se “exhibe” a simple vista, a diferencia de un celular, una prenda de vestir o un automóvil. Concluye siendo aburrida e innecesaria para quienes se preocupan de obtener la anhelada prosperidad reconocida como tal por el entorno.

Del mismo modo, admitamos nuestro bajo grado de cultura (contamos con uno de los más decaídos indicadores de lectoría por habitante al año en la región latinoamericana). Somos una comunidad que percibe la ilustración como lejana y elitista y, por lo tanto, evadimos entender su real connotación en el desenvolvimiento personal. Es un conjunto agradable de actividades que debemos incorporar en nuestro quehacer cotidiano. Leer, concurrir a museos, centros culturales, exposiciones artísticas, conversatorios, son algunas de las alternativas a las que se recomienda apelar para afianzar nuestra personalidad.

La cultura ofrece la capacidad de reflexionar y convertirnos en seres racionales, críticos y solventes en términos éticos. Posibilita discernir los valores, efectuar opciones, tomar conciencia de la realidad y cuestionar nuestras realizaciones. Brinda la posibilidad de “bucear” en la intuición interior y es un medio de superación incuestionable. Sugiero fomentar esta noble acción desde la infancia y sembrar la semilla del saber en el proyecto de vida de las nuevas generaciones.

La solvencia cultural está presente también en los temas de charla y es un indicador de sapiencia. Es conveniente acercarnos a la literatura, la historia, el arte y a los variados géneros literarios para contar con mayores elementos que inspiren las tertulias. No siempre es así, lo veo en colegas, alumnos y con énfasis en mis ex profesoras “pipiris nais” de etiqueta social quienes, más allá de dominar sus especialidades académicas, lucían desprovistas de la erudición requerida para hacer didáctica, amena y convincente su rígida y memorística labor pedagógica.

Dentro de este contexto, deseo subrayar que la lectura compromete el desenvolvimiento de nuevas capacidades y tiene un efecto esperanzador en el ser humano. Cuando frecuento familiares y amigos diviso en sus hogares equipos de última tecnología, entre otros numerosos exponentes de modernidad. Sin embargo, apenas unos cuantos desgastados textos básicos y desactualizados evidencian el desapego por descubrir ese mundo de discernimientos beneficiosos para evolucionar. La biblioteca de una familia es el “espejo” de sus ambiciones intelectuales. Padres renuentes a los libros influyen en el desprecio y la indiferencia de sus hijos hacia este maravilloso quehacer que se está perdiendo.

No obstante este panorama escéptico, me reconfortó ver tantos universitarios en la reciente y exitosa presentación de la nueva edición de la célebre obra del historiador Luis E. Valcárcel “Tempestad en los andes” -la primera fue en 1927 y contó con el prólogo del José Carlos Mariátegui- en el Centro Cultural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es esperanzador observar jóvenes interesados en un acto que, en tiempos de frivolidades, desganos y apatías, introducía una publicación de enorme significado para revalorar las implicancias del mundo andino en la fragmentada sociedad peruana. Fue una ceremonia colmada de entusiasmos, de lúcidas intervenciones y de estudiantes deseosos de conocer el país que este estudioso de nuestros antepasados nos muestra a través de su fecundo y pormenorizado legado científico. Hagamos de la cultura una exigencia en nuestras expectativas. Está en nuestras manos y voluntades.


(*)   Docente, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/


La Puntualidad: Virtud escasa en el Perú

Carlos Penalillo Pimentel (*)


Las costumbres hacen a las sociedades, siendo los ingleses los abanderados en  respetar religiosa y estrictamente la hora. En el Perú nos caracterizamos por lo contrario, la mayoría son seguidores del ex presidente  Alejandro Toledo por su famosa “hora Cabana”.


Para mi modesta opinión, es cuestión de respeto, no solo por ti mismo sino por los demás, por tu trabajo, por tus colegas, por tu familia. Quiéranlo o no cada momento que vivimos está enmarcada en horarios que seguramente resultan incómodos o anacrónicos para los de “mente libre”, “relativistas morales” o los “reformistas”
Pero, sirve de algo ser puntual. Alguna vez me dijeron, cuando comenté que en mis 26 años de labor en el Hospital Edgardo Rebagliati tuve una ó dos tardanzas producto de los retrasos en transporte público, acaso te han premiado, reconocido por escrito, felicitado por tus superiores, regalado algo, te pagan más por ello. Definitivamente no, solo un año se premió con un pavo (quizás lo hicieron con su segunda) pero tampoco me tocó a mí, simplemente no busco reconocimiento y así seré hasta el último día de labor.
Los nuevos conceptos de “calidad” y “excelencia” si premian y destacan la puntualidad pero vemos que por ahora solo en alguna práctica privada y no siempre los que se jactan de tener reconocimiento ISO lo cumplen. Creo que es algo intrínseco de las personas y está ligado como repito con el respeto a los demás, nos queda entonces tomarlo con un buen sentido del humor. “La hora es la hora” le digo a mi querida colega Rosita que siempre acude puntualmente, ni antes ni después, justo a la hora de entrega de guardia. Otros ya conocidos tienen por costumbre llegar 10 o 15 minutos tarde y llegan horondos, frescos como una lechuga, a más de uno que fue mi alumno en su internado hospitalario si lo regresaba a su casa cuando llegaba tarde. Son así y lo seguirán siendo porque además nadie les dice nada ahora, lo que me recuerda la letra del gran cantante Héctor Lavoe, el rey de la puntualidad que decía “No es que llegue tarde, ustedes llegan muy temprano” y siempre se demoraba en empezar sus conciertos.
Otros casos son más jocosos, nos preocupamos los presentes y nos preguntamos cuando no llega, a qué hora llamará, que disculpa dará ahora, ya no le queda abuelitos vivos, se habrá vuelto a torcer el tobillo, se habrá vuelto a chancar la mano con la puerta de su camioneta, habrán cerrado la pista por la maratón de RPP, en eso suena el teléfono y no es el, es su esposa informando que han cerrado el puente y tienen que darse un vuelta para llegar al hospital y llegarán en 15 minutos.
Hace unos días tuve compensatorio y no fui a trabajar y mi buen amigo y colega Jorge me llama a las siete en punto preocupado porque no había llegado. Estaba cerrada el área de donantes, nada estaba en su sitio listo para arrancar la faena diaria, las personas esperando ser atendidas, al rato, me manda un mensaje de texto diciendo “hoy atendemos a partir de las 12”, fue broma por supuesto.
Es muy probable que esto se corrija en algo cuando se ponga en uso en el hospital el marcador con huella digital, aunque debo manifestar que como reza nuestro refrán popular “hecha la ley, hecha la trampa”, ya verán cómo sacarle la vuelta.
Ama al prójimo como a ti mismo, no hagas a otro lo que no quieras que hagan contigo. Aprendamos a respetarnos y principalmente respetar al que asiste a un centro de atención donde espera ser atendido a la hora que está indicada, no 20 minutos ni media hora después.

(*) Licenciado Tecnólogo Médico en Laboratorio Clínico y Anatomía Patológica, militante del   Comité Distrital de San Borja y ex dirigente estudiantil de la JAP.





Urgente: Se busca persona amable

Wilfredo Pérez Ruiz (*)


La amabilidad es una manifestación de amor y afabilidad que debiera percibirse en nuestra sociedad. Este término tiene su origen etimológico en el latín. Toma como punto de partida el verbo “amare”, sinónimo de “amar” y el sufijo “idad”, equivalente a “cualidad”.



Engloba conceptos como atención, respeto y consideración. En sí misma, comprende aspectos básicos de una persona educada y, además, surge con espontaneidad y sin ninguna intención de conseguir algo. Debe producirse con libertad y como resultado de una formación en el que el hábitat puede influir para convertirla en parte del estilo de determinados individuos.

Recomiendo enseñar la amabilidad a los niños y jóvenes. Es importante el ambiente en el que crecen y se desarrollan y, especialmente, lo que allí ven y practican en el día a día de la convivencia familiar. En este período los hijos absorben cariños y saberes que intervienen en la definición de su personalidad, autoestima y empatía, entre otros factores de enorme implicancia para su destino.

Es ineludible brindarles una educación en donde esté presente el componente afectivo, ético e intelectual. Los chicos imitan a sus progenitores. De allí que, mayor debiera ser el esmero para dar una orientación que moldee su crecimiento. La amabilidad no se puede improvisar, imponer, fingir o inventar de un momento a otro, ante la eventualidad de quedar bien, como sucede en nuestro medio. Es parte de su proceso de sociabilidad.

Tanto es así que la enseñanza en valores incluye la cortesía. De este modo, se asientan una serie de acciones que ayudan al niño a ser benévolo a través de pequeñas cualidades como compartir su material escolar con sus compañeros, saludar a los semejantes, dar de comer a su mascota, agradecer a sus padres la comida que le preparan, entre otras manifestaciones que definen su manera de actuar con el prójimo.

Lástima que veamos frecuentes actitudes en función de conveniencias y oportunismos: Cuando una persona auxilia a otra con sus paquetes del mercado, al ceder el asiento en el bus, en la cola en una agencia bancaria, al cruzar la calle un individuo mayor, al asistir a una señora para tomar asiento, etc. Gestos cuya naturalidad depende –en múltiples ocasiones- del sexo, la apariencia, el estado anímico y cierto interés.

La amabilidad refleja la solidez de la personalidad, la firmeza de la autoestima, el rango de educación y es una forma acogedora de relacionarse. Se distingue por su atención y refinamiento hacia los otros. Su interiorización involucra elementos emotivos que se omiten explicar.

De otra parte, incluso varias de mis ex profesoras -brillantes, actualizadas y memorísticas instructoras “pipiris nais”- consideran que la etiqueta social sólo consiste en maquillaje, apariencia, vestimenta y manejo de los cubiertos en la mesa. Pues, nunca trataron estos asuntos de fundamental compatibilidad para entender la conducta humana. También, observo una distorsionada interpretación en alumnas que vislumbran la etiqueta como un esquemático e inflexible manual de vestuarios, colores, texturas, estilos, diseños y modas. Nada más absurdo, errado y carente de perspectiva.
Sin embargo, el desempeño de la inmensa mayoría de mis estudiantes demuestra que ni siquiera saben saludar correctamente, mastican chicles y caramelos mentolados en el aula, miran su teléfono celular a cada instante, arreglan sus carteras -sin el más mínimo miramiento- antes de culminar la clase y, por último, al retirarse del salón se despiden con una visible apatía, rusticidad y mediocridad, coincidente con su incultura general y su pobre actitud frente a la vida.

Tan lamentable déficit en el alumnado hace más adverso el trabajo persuasivo y orientador. Y, lo que es peor, los referentes existentes a su alrededor muchísimas veces contradicen y desestimulan el aprendizaje, la interiorización y la aplicación de estos asuntos necesarios en su entrenamiento profesional. No siempre los resultados coinciden con mis expectativas. Este círculo vicioso describe cuantos esfuerzos deben desplegarse para afianzar dichos conocimientos en un auditorio displicente.

Estudiar la aplicación de la etiqueta social demanda una mirada integral. Los sujetos responden a estímulos, perfiles culturales, maneras de pensar, construcciones emocionales y subjetividades, etc. que obligan a escrutar su comportamiento a fin de intentar promover la amabilidad en una comunidad totalmente carente de sentido de pertenencia. En ocasiones me pregunto: ¿Cómo podemos esperar costumbres agradables en un medio en donde a cada uno sólo le interesa el metro cuadrado que pisa?

Amigo lector, no se pueden asumir posturas reglamentarias, rígidas y acartonadas, sin explorar el interior de cada ser, como hacen las docentes “pipiris nais”. Analizar la actuación de la sociedad nos facilitará fomentar –con amplitud, a partir de experiencias reales y libres de prejuicios- la amabilidad en una colectividad lacerada por la insensibilidad, la ignorancia, la indiferencia y las carencias de sus integrantes.

Deseo compartir una anécdota expresiva de lo expuesto líneas arriba: En un instituto en donde laboro miro a personajes –de diversas edades, jerarquías y procedencias- que apenas saludan y responden diciendo “buenas” y, además, se deleitan haciendo bromas ordinarias, transmitiendo habladurías y comentarios infidentes. Sin duda, la amabilidad está excluida de sus vidas. No obstante, hace unas semanas llegó la esposa del dueño y “sorpresa”: Florecieron súbitos aires de prodigiosa gentileza en quienes usan la deferencia en función de categorías, estatus y oportunismos. Solamente faltó cederle el asiento (que rehúyen otorgar a otras damas), servirle café y ofrecerle galletitas.

Tenga presente: La amabilidad hace cómodo y placentero el trato cotidiano. Al momento de escribir este artículo acabo de encontrar una interesante frase del periodista y dramaturgo francés Alfred Capus que sintetiza unas cuantas ideas mías: "Una persona amable es aquella que escucha con una sonrisa lo que ya sabe, de labios de alguien que no lo sabe".

(*)   Docente, consultor en organización de eventos, protocolo, imagen profesional y etiqueta social. http://wperezruiz.blogspot.com/


  

La amabilidad refleja la solidez de la personalidad, la firmeza de la autoestima,
el rango de educación y es una forma acogedora de relacionarse.
Se distingue por su atención y refinamiento hacia los otros.

Su interiorización involucra elementos emotivos que se omiten explicar.

Cartas de nuestros lectores

En nuestra edición Nro.44 (setiembre 2013) publicamos el artículo
“Y usted: ¿Se la lleva fácil?” que ha motivado numerosas cartas de ida y vuelta de nuestros
lectores que, en un evidente ánimo democrático y plural, hacemos publicas reservándonos
el derecho de resumirlas y editarlas. Usted saque sus propias conclusiones. (El editor).


Felicito al c. Wilfredo Pérez Ruiz por su artículo -valeroso, honesto y aleccionador- y en el cual ausculta, impávido, la enviciada realidad moral que vive el país, una enfermedad endémica que se remonta a los orígenes de la república.  En efecto, el suscrito, también se ha referido a determinadas limitaciones morales que “enfantasman” a los peruanos y sus talentos, identificando a la institucionalidad política del país como base de la devastación moral del Perú. En varios artículos también he aludido a los problemas que impiden el desarrollo del país. Han sido próceres de la independencia, libertadores, historiadores y observadores internacionales los que se han referido puntualmente, y con mayor énfasis y acrimonia, a esos factores culturales negativos.

Me pregunto: ¿Acaso algún peruano puede anatemizar a próceres e historiadores por su condena escrita con estas “afirmaciones insultantes”, por estas “generalizaciones” de Bolívar, Basadre y otros? ¿Acaso es posible amotinarse en grita vergonzante contra todos estos nombres ilustres que han sido tan duros en calificar la “flexible” moral que, lamentablemente, continúa afectando al país? No. Entonces la regla se repite y aplica a Wilfredo Pérez Ruiz, que no ha hecho cosa que alinear su nombre con personajes ilustres que con coraje hablaron en voz alta lo que otros, soterradamente, murmuran.
Por ello he sido reiterativo en reparar en temas, como alude Wilfredo Pérez Ruiz, importantes para el futuro del país. Porque es vieja estratagema el execrable ejercicio de ignorar lo que evidentemente corroe a la salud espiritual del Perú, sobre la base del uso vitando del dicterio contra aquel que denuncia el oprobio del indecente vivir. En ese contexto, constituye deber moral llamar la atención a estos problemas culturales, a estas “cadenas del alma peruana de todos los tiempos” como lo ha hecho cristalinamente Wilfredo Pérez Ruiz, para que al ponerlos al descubierto sean enjuiciados y condenados como estigmas que impiden nuestro desarrollo y no repetirlos jamás en nuestra historia futura.

Marco Flores Villanueva
DNI 0916286

Con mucho placer he leído tu artículo publicado en Visión San Borja, valiente órgano de difusión de las ideas y el pensamiento aprista moderno, en el que haces referencia a un tema compuesto por Julio Andrade quien protesta contra aquellos personajes que con poco o ningún esfuerzo consiguen “llevársela fácil”. Tienes mucha razón al afirmar que esa costumbre es un mal endémico en nuestra sociedad, la peruana, naturalmente, aunque yo creo que no somos el único país en sufrirla;  pero eso es tema de otra agenda, así pues, que mejor vayamos a lo que nos ocupa.
Por una vieja historia familiar y por tratarse de ser hijastro de Nicanor Mujica Álvarez Calderón, estuve muy vinculado a los quehaceres del partido, conocí a Víctor Raúl y a la  mayoría de los ahora llamados líderes históricos. Poseo en mi biblioteca libros dedicados por varios de ellos, incluido un ejemplar de la tercera edición del Antiimperialismo y el APRA obsequiado por Víctor Raúl. Al no estar comprometido por ningún juramento de silencio ni hipoteca moral, es que veo con gran satisfacción que todavía quedan compañeros valientes y decididos capaces de hablar y escribir con claridad, a quienes no les tiembla la mano para señalar dónde se esconde la podredumbre que tanto daño ha dañado al partido de Haya de la Torre. Felicitaciones por eso, mi querido amigo!
En primer lugar, se me ocurre pensar en los congresistas, pobres víctimas de tanta injuria mediática.  Oscuros personajes que al amparo de un sistema perverso como el “voto preferencial” saltaron desde las más profundas sentinas del anonimato a ocupar una curul pagando cuotas a remate para ser colocados en los primeros puestos de la lista de sus movimientos políticos. En segundo lugar, he pensado en varios periodistas. Creo que siempre los hubo, pero durante la década del  gobierno del reo Fujimori, la cosa llegó a niveles de terror, los hubo de todos los colores, los que escribían titulares purulentos en diarios donde solo había portadas, no se publicaba artículos y nadie era responsable del insulto que se vendía en los puestos de periódicos de las esquinas. Y sí pues, se la llevaron fácil. 
Finalmente Wilfredo, quisiera reiterarte mi enorme felicitación por tu labor de difundir las ideas y el pensamiento de la manera como lo haces, libremente, sin ambages ni temores. Quiero recordar la frase que repetía nuestro querido Nico en sus artículos: “Con la verdad, ni ofendo ni temo” y me gustaría que todos los demás compañeros del partido pudieran hacerla suya.

Carlos Lanfranco Astete
DNI 00793460

Magistral nota del c. Wilfredo Pérez Ruiz sobre la realidad actual del Perú, en donde se acentúa día a día la podredumbre clase política que vemos y palpamos en todos los titulares matutinos. Si pensamos como ha evolucionado esta desgracia, fueron los diez años de fujimorismo que provocó la ignorancia social al más alto nivel, colocando en las ilustres curules de antaño a cualquier hijo de vecino que con dinero hacía su campaña para ganar y después hacerse millonario.

El gran problema es que somos desmemoriados y al poco tiempo esos "famosos" artífices de la noticia quedan libres de polvo y paja y vuelven a la palestra como el Sr. Chehade o el vocero de Perú Posible de apellido León y tantos otros más. Pero, acaso no recuerdan de donde partieron los mayores escándalos en el congreso del gobierno pasado, si fueron del nacionalismo y sus dirigentes inmorales.

Conocemos a Wilfredo por su gran inteligencia y oratoria mordaz. Él constituye parte de la reserva moral del Partido Aprista Peruano y hace bien al desnudar episodios de nuestro gobierno que no deben repetirse y de los que le tocó vivir en su impecable gestión en el Parque de Las Leyendas. Sabemos quienes son verdaderos apristas y quienes los advenedizos. Si queremos hacer un buen gobierno el 2016 hay que corregir errores. Es de sabios aceptar críticas y es de ignorantes molestarse por ellas.

Por otro lado, los "vivos" y sinvergüenzas campean por doquier, los vemos en las calles, en las pistas, en las tiendas, bancos, oficinas y en todos lados. Recuerdan a "Pepe el vivo" y sus aventuras. Nuestro querido Perú estaría situado en el primer mundo como una de las cinco economías más fuertes, pero no lo estamos por obra y gracias de nuestros compatriotas "que se la llevan fácil" y disculpando la palabra, confunden la P de patria por P de pendejos.

Carlos Penalillo Pimentel
DNI 08183262

"Que Dios cuida de los podres, puede que si o puedo que no, pero es seguro que almuerza en la mesa del patrón" (Atahualpa Yupanqui, Preguntita sobre Dios). Luego de leer con gran placer el artículo de Wilfredo Pérez Ruiz, tomo conciencia una vez más de su compromiso honesto y perdurable de decir las cosas por su nombre, sin ambigüedades ni temores.

Al payador argentino le copo 100 días de cárcel por su tema antes citado. A Wilfredo le tocaría ejercer siempre su libertad y pluma para beneficio de un futuro deseado en nuestro país. El Perú requiere de aprender a decirnos las cosas claras sin caer en el "deporte nacional" de poner la paja en el ojo ajeno.

Wilfredo escribe sobre la realidad y me preguntó: ¿Cuál es el patrón que almuerza en su mesa de tantos políticos y funcionarios estatales corruptos, hipócritas y que quieren hacer del pueblo desmemoriado un instrumento de manipulación? El patrón es tanta repartija, prebendas, comisiones y negocios a costa de la nación. Y que no nos digan que no le llevaron fácil.

Doy fe de la gestión excelente, honesta y corajuda de Wilfredo Pérez Ruiz en la conducción del Parque de Las Leyendas, cuya primera enseñanza estaba colocada en la puerta de ingreso. Un cartel que decía: "Esta es una institución al servicio de la comunidad, aquí se vive la ética y se práctica la meritocracia, y no aceptamos tarjetazos". Enseñanza no solo política, sino de vida que nos encamina a hacer los méritos necesarios para tener una convivencia feliz y tranquila. Wilfredo: Felicitaciones y espero tu siguiendo artículo.

Roberto Zavala Ojeda
DNI 07837423

En esta oportunidad permítame expresarle mi absoluta disconformidad con la conducción y orientación del boletín digital Visión San Borja, como presunto órgano de difusión partidaria del Comité Ejecutivo Distrital de San Borja, entre otras cosas y específicamente en el boletín Nº 44, donde se publica un artículo cuyo autor es Wilfredo Pérez Ruiz, en el cual reiteradamente se denosta de la calidad profesional y honra de militantes de nuestro partido de manera impune, agraviante e infraterna, sin mostrar prueba que sustente las mal intencionadas e injuriosas frases y conceptos espetados por el responsable de dichos escritos.
Razón por la cual, en mi calidad de ex secretario general de nuestro comité distrital, como ex funcionario público del gobierno del período 2006-2011, como abogado y sobre todo como compañero y amigo de los militantes injuriados, le solicito al amparo de la Constitución Política del Perú, los estatutos partidarios y por la dignidad de la familia aprista, expresar mi profundo rechazo a lo expresado en el articulo de marras; así como el derecho a la publicación de este correo que va acompañado con la respuesta del c. Mario López Arisnabarreta.

Fernando Pilco Castañeda
DNI 17878878

En relación a las imputaciones de Wilfredo Pérez Ruiz, sobre entorpecimiento, incapacidad y/o obstruccionismo de los funcionarios del Parque de Las Leyendas, a su gestión; debo decir que he trabajado, en mi calidad de director ejecutivo, con neutralidad, transparencia, discreción, responsabilidad y haciendo uso adecuado de los bienes del estado, respetando las leyes y normas.
Pérez siempre vocifera que su puesto como presidente del Consejo Directivo del Parque de Las Leyendas, fue ad-honórem, absoluta falsedad porque él cobraba dietas (dos al mes de S/.750.00 c/u), además la presidencia tenía asignada una caja chica, reembolsable de libre disponibilidad cuyos gastos mensuales bordeaban los S/.4,200.00 y que fueron utilizados en gastos superfluos.
También tenía a su disponibilidad una camioneta con chofer que debía ser de exclusividad para asuntos propios del cargo. Pero, la utilizaba en asuntos particulares como recogerlo de su casa y llevarlo a las academias donde dicta clase de ética; este profesor que ética puede enseñar  sino sabe respetar los usos de los bienes del estado, además de usarla inclusive sábados y domingos para irse fuera de Lima gastando combustible por encima de lo asignado mensualmente, además tenía teléfono celular comprado por la institución y el pago de la facturación mensual.
Otra de sus perlas fue proponer como funcionarios a personas que no reunían los requisitos mínimos descritos en el Manual de Organización y Funciones (MOF). Se le hizo saber en reiteradas oportunidades a él y a su asesor Luis Miranda. Como consecuencia de estos nombramientos se tuvieron que cesar a cinco de sus recomendados, porque inclusive mintieron en su declaración jurada al decir que eran bachilleres y tenían títulos universitarios. Caso aparte, él como presidente no reunía los requisitos especificados en el Manual de Organización y Funciones: título profesional universitario, experiencia en la dirección y conducción de entidades públicas, en la dirección de programas administrativos y conducción de personal, capacitación altamente especializada.
En el lapso de los casi diez meses que estuve en la administración del Parque de Las Leyendas se realizaron múltiples acciones y obras. No ha sido la labor de una sola persona, sino de un equipo de profesionales, técnicos y obreros comprometidos porque trabajar en el parque no es solo dar discursos pomposos y grandilocuentes, diseñar trípticos, revistas auto propagandísticas, reuniones sociales, es mucho más. Dejo constancia del accionar de Pérez, así como la inmensa ingratitud e infraternidad con los compañeros y amigos que lo acompañamos en la gestión setiembre 2006 – junio 2007, los compañeros que lo propusieron y apoyaron para su designación.

Mario López Arrisnabarreta
DNI 09296722

Hoy en día, tal vez como lo fue siempre, podemos decir que el vivo vive del tonto y, lamentablemente, en la mayoría de casos los tontos somos los ciudadanos de a pie, los que en un afán de no ser un burdo calco y darnos más de lo mismo, hacen trabajos de investigación y ponen todas sus armas mentales para obtener un trabajo único.

Es ocioso recordar que la tumba de los políticos termina siendo la corruptibilidad (salvo algunas escasas excepciones). La mayoría de sus proyectos de ley soy burdo plagio al que tal vez se dieron el trabajo de cambiarles una coma por allí. El autor del artículo hace un interesante e irónico recuerdo de quienes se “llevan fácil” en el Perú. Wilfredo Pérez Ruiz exhibe, a lo largo de su trayectoria periodística, docente y personal, las credenciales éticas e intelectuales para hacerlo.

Lamentablemente esta es nuestra realidad y tendrán que pasar muchas generaciones para que esto cambie. La jibarización la llevamos en los genes, esperemos que ese gen llegue a mutar a uno un poco más honesto no sólo para con los demás sino para con nosotros mismos.

Mariela Rodríguez de Sansoni
DNI 08183418

Tan fenomenal y documentado artículo demuestra con claridad lo que pasa en nuestro medio. Wilfredo Pérez Ruiz ha sabido recoger el mensaje del maestro Manuel González Prada al que muchos apristas –interesados en un puesto en el sector público para cubrir sus necesidades- parecen haber abdicado. Sino miremos las repartijas, los recomendados, los compadrazgos, etc.

Muchos  se la “llevan fácil” en el sector público en donde es común tener miedos y actuar con inacción. Los políticos criollos demuestran a diario –miremos el Congreso de la República- como se la “llevan fácil”, al igual que muchos empleados, docente, profesionales y una fila de mediocres.

Lo dicho por el autor es un testimonio que cobra mayor significado cuando proviene de alguien con la terquedad moral y cívica de Wilfredo Pérez Ruiz, quien realizó en tan sólo diez meses una labor sin igual en la conducción del Parque de Las Leyendas que fundara su maestro el conservacionista peruano Felipe Benavides. Fui testigo cercano de su empeño, dedicación y obstinada lucha contra el sistema público para sacar adelante esta institución. Felicitaciones!

Omar Cantos Bravo de Rueda
DNI 07841685

Excelente artículo de Wilfredo Pérez Ruiz; una vez más sus conceptos y pluma filosa desnudo y hasta despellejo a muchos, entre ellos -por su puesto- a políticos y funcionarios públicos que creo son quienes más se sienten aludidos por las verdades planteadas en esta interesante nota. El desempeño de Wilfredo en el Parque de Las Leyendas fue una muestra de la tenacidad de alguien que debió enfrentar a un sistema público con taras, mediocridades, burócratas y empleados que se “la llevan fácil”.

Desgraciadamente las verdades duelen y como peruano asumo la pesada carga que significa el sistema de cosas que nuestra sociedad insensible, indolente o quizás impotente, deja establecer día a día, para que la frase, Se la lleva fácil, se convierta en la infortunada expresión que refleja una gran parte de nuestra idiosincrasia, definición cultural y constitución moral; que es deber y responsabilidad de cada uno de nosotros revertir; en nuestro propio entorno, en nuestra propia vida, en resumen, convicción de atreverse a Hacer las cosas bien, con sacrificio,... solo así lograremos el contrapeso de valores, que es la mejor herencia que podamos dejar a nuestros hijos.

Francisco Romaña Aedo

DNI 07903246